Madrid. Más de dos millones de personas, según los cálculos oficiales, se manifestaron hoy por las calles de Madrid para exigir igualdad de derechos y respeto a la diversidad sexual, en un alegato universal por la reivindicación de las lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTBI). Madrid se convirtió así en la capital mundial de la igualdad, en la “ciudad de amor”, que se inundó de banderas del arco iris y que en un ambiente festivo celebró los avances alcanzados en las últimas décadas en contra de la homofobia y la intransigencia, que quedó de manifiesto en que a la manifestación y a las actividades programadas se sumaron ciudadanos y líderes políticos de todas las tendencias ideológicas; desde el conservador Partido Popular (PP) hasta representantes de los dos partidos emergentes más numerosos, Podemos y Ciudadanos.
Madrid se convirtió este año en la sede del llamado World Pride, un acontecimiento internacional al que acuden centenares de miles de personas de todo el mundo para enarbolar la bandera del arco iris, para reivindicar los derechos y avances educativos alcanzados hasta ahora, pero también para señalar los muchísimos casos que siguen existiendo en el mundo de ataques de homofobia, legislaciones retrógradas o simplemente inercias culturales que constriñen las sexualidades diversas.
España, en gran parte gracias a los movimientos a favor del colectivo LGTBI que surgieron en las principales ciudades hace más de 30 años, se ha convertido en uno de los países de referencia tanto en el progresismo de su legislación como en el avance cultural en el respeto a la diversidad. El gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero aprobó en el año 2005 la primera ley que permitió, con todos los derechos y obligaciones, el “matrimonio homosexual”. A pesar de los prejuicios y críticas de una parte cada vez más minoritaria de la sociedad, finalmente la ley se ha ido convirtiendo en una más, asumida con normalidad tanto por los funcionarios y jueces que las aplican como por la propia sociedad.
En parte por esto, Madrid se convirtió hoy en la capital mundial de la igualdad y la diversidad. Más de dos millones de personas colapsaron el centro de la capital española con mensajes festivos a favor del respeto a la sexualidad, con pancartas y mensajes de libertad. La manifestación se prolongó durante más de siete horas, con música, bailes y mucho “amor”, como la llamó la propia alcaldesa de la capital, Manuela Carmena, que apoyó con numerosos recursos públicos y campañas de respeto como nunca antes se había hecho en la capital española.
A lo largo de las calles de Madrid circularon 52 vehículos o carrozas, el primero de ellos el de los Bomberos de Madrid, una escala antigua de 1968 con la que el Ayuntamiento quiere mostrar su «apoyo pleno e inequívoco» a la celebración del Orgullo Mundial. En ella irán policías municipales, miembros del Samur-Protección Civil y bomberos.
La unanimidad en España y en Madrid en torno al respeto a la diversidad sexual es tal que las dos figuras políticas que hablaron durante la manifestación fueron la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que procede de una candidatura civil independiente, con clara tendencia a la izquierda; y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentas, del derechista Partido Popular (PP). Ambas coincidieron en el meollo de su mensaje: “La opción sexual es de cada persona, el querer vivir como cada uno es. Es la libertad”.
Más de tres mil 500 policías velaron por la seguridad de la manifestación, este año especialmente atentos a cualquier amenaza de ataque terrorista como ha ocurrido recientemente en otras capitales europeas, como Londres o París.
Sector crítico
PUBLICIDAD
Una parte, cada vez más amplía del colectivo de LGTBI, expresó sus críticas al devenir del movimiento en los últimos años, sobre todo por el carácter comercial de la celebración y por la apropiación de los partidos políticos de su mensaje. Son un movimiento disidente, que reivindica volver a los orígenes y alejarse de esa visión ultra comercial en la que se ha convertido una parte de la celebración, en la que prima más la mercantilización que la lucha por los derechos del colectivo en el mundo.
De hecho pretenden “abolir” lo que ellas denominan “la heteronorma” y aúnan “bolleras, maricas locas subidas en carrozas, negres, queer, arrománticas, viciosas, asexuales, gordes, pansexuales, poliamorosas…”. Si grito reivindicativo es nítido “liberación sexual sin consumismo, no más sangre por petróleo. Nuestros derechos no son un negocio. Estamos contra el capitalismo rosa y en contra de que los políticos se suban a las carrozas para hacerse la foto”. fin de la nota
