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jueves, 2 mayo, 2024
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Faros, Pilares y Utopías

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Por: BENJAMÍN GONZÁLEZ PÉREZ •

Muchos de los proyectos que transforman las ciudades en el mundo se cocinan a fuego lento, casi siempre empiezan con una discusión teórica en seminarios y coloquios. De ahí pasan a ser parte de las iniciativas de políticas públicas y posteriormente, al ser ejecutadas, su evaluación se deja a la calle y a los ciudadanos siempre críticos y observantes.

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Dichos proyectos deben tener “ideas fuerza” que durante todo el proceso de nacimiento y desarrollo son guías discursivas que van dando legitimidad y coherencia a las iniciativas. Esas “ideas fuerza” nacen pequeñas y elementales, pero a manera que se socializan se genera una apropiación simbólica y programática haciendo que la idea crezca hasta convertirse en una narrativa, en una “mirada”; los grandes proyectos trasformadores son siempre “obras colectivas”.

Las Faros (Fábricas de Artes y Oficios, 8 actualmente), los Pilares (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes, 292 actualmente) y las Utopías (Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y la Armonía Social –12 actualmente) son proyectos que comparten ideas fuerza similares y que, en 27 años de gobiernos de izquierda en la ciudad, representan la victoria de una visión que apostó por una transformación que incluyera, por muy lenta que sea, la incursión comunitaria y el empoderamiento ciudadano.

Los tres programas parten del supuesto de que la ciudad necesita infraestructura social y cultural de cercanía; esto quiere decir que los derechos fundamentales puedan ser ejercidos desde lo local construyendo nuevas centralidades públicas y contribuyendo a la construcción de vínculos comunitarios y al encuentro barrial; apuestan a construir redes desde abajo y con la gente para reconquistar el espacio público y reorganizar la convivencia cotidiana.

Los tres programas ponen el acento en la combinación de aprendizajes (capacitación y formación), intercambio de experiencias y prácticas (saberes) y herramientas para el desarrollo (cuidados y autonomía económica); confían en la educación como herramienta clave del bienestar colectivo y son actualmente, el sistema de educación no formal más grande de México.

Son espacios que otorgan servicios de la más diversa índole, revolucionando la visión de lo que se necesita para hacer frente a los problemas de la ciudad. Se practican desde actividades artísticas y culturales, como festivales y exposiciones, hasta servicios de lavaderos comunitarios y huertos urbanos. Estos centros resuelven problemas, forman públicos para el arte y dan herramientas para que desde lo local se den a conocer las historias, preocupaciones, pesadillas y esperanzas de “otros” ciudadanos que han sido excluidos de las narrativas citadinas.

En las Faros, Pilares y Utopías, todos los servicios son gratuitos. En estos espacios se tiene claro que la gratuidad es uno de los mecanismos más eficaces para evitar la exclusión de miles de personas que no tienen dinero para acceder a servicios de esta índole; también se entiende que los servicios culturales y sociales son derechos adquiridos y decretados y que el Estado tiene la obligación de garantizarlos para todos y todas.

Debemos aprender de esta experiencia de política pública para comenzar una red de espacios así a nivel nacional; los semilleros creativos y los centros de artes son un primer paso ya dado, pero la apuesta debe incluir todos los rincones del país; sólo con programas que construyan comunidad a largo plazo, estaremos contribuyendo a una transformación de hábitos y prácticas que nos lleven a una convivencia más armónica y duradera para todas y todos.

* Gestor cultural

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