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miércoles, 24 abril, 2024
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■ Historia y Poder

Idelfonso Gómez, el potosino que le daba de comer a los astronautas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Idelfonso Gómez me lo dijo tajante: trabajé para la NASA, la agencia aeroespacial del gobierno norteamericano, en el área de nutrición, y pude elaborar, junto a otros nutricionistas e ingenieros en alimentos, las bases de lo que sería la alimentación especial para los 12 astronautas que pisaron la luna de 1969 a 1972, además de los que sólo fueron y no alunizaron como apolo 8, 9 10 y 13, “una infinidad de cosmonautas” de gran consistencia física.

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La entrevista giraba en torno a sus aventuras que como mexicano había experimentado en la zona de Dallas y Houston, Texas a principios de los años sesenta. Conocerlo fue un atisbo, una memoranda, una suerte que esas el destino dispone para saber de su gran legado siendo siempre un hombre sencillo, afable, talentoso y platicador.

-¿Qué astronautas trató y conoció?

A casi todos, me dolió mucho la muerte trágica de los muchachos del apolo 1, Guss Grison, Edward White y Roger Chaffee y a quienes traté pues yo era parte del servicio de alimentos con una ingeniería en la que poco a poco fuimos ganando lugar los mexicanos; también pude compartir con Neil Armstrong, Buzz Aldrin, Charles Conrad, mi amiguísimo Alan Shepard, David Scott y otros que siempre me cautivaron.

-¿Cómo ingresó a la NASA?

Fue casualidad ya que yo tenía un restaurant en los alrededores de su zona espacial de entrenamientos y acudían a mi café, ahí fui invitado posteriormente para elaborar alimentos que tuvieran la consistencia y el sabor y la nutrición necesaria sin que se echaran a perder y que les gustase en sus vuelos espaciales, obviamente yo solo fui parte del equipo de ingenieros de altísimo nivel que tenían el plan general de alimentarlos y mi intervención fue -al decir de ellos- muy buena pues les gustaban mis recetas y la preservación sanitaria de los alimentos.

-¿Les daban comida mexicana?

De todo, fundamentalmente lo que les permitiera tuvieran energía, no acudir con premura a sus necesidades fisiológicas en 6 días de vuelo -ida y vuelta-. En nuestro satélite, más los días que permanecían inspeccionando el suelo lunar.

-¿Otras experiencias con ellos?

Cuando regresaban de la luna seguían siendo los mismos muchachos increíbles, alegres, fuertes, dinámicos, reservados, ejemplo para la juventud mundial, envidia de muchos.

-Una higiene extrema.

Mucha, nos desinfectaban hasta el último centímetro y también nos pedían secrecía, prudencia, no divulgar nada.

Me dijo que después entró en otras áreas y finalmente fue despedido. Lo conocimos porque íbamos al Congreso del Estado y muy cerca tenía su hogar, llamando la atención que muchos colibrís iban a sus ventanas, mi esposa le siguió la pista y nos abrió su casa y ahí nos dimos cuenta que además de ser pensionado por el gobierno de los EEUU, era pintor, coleccionista, su casa llena de insignias, retratos, recuerdos increíbles que nos dejaron pasmados y gratificados.

Solía regresar a territorio norteamericano a curaciones y terapias de un cáncer que padecía, seguí tratándolo al paso de los años, mi esposa había fallecido y 13 años después seguíamos frecuentándonos hasta que hace poco me encontré a la que fue su tercera esposa y me dio la noticia de su fallecimiento en ese país hermano.

Por ello estos recuerdos, esta forma de darle fuerza a los recuerdos y las palabras que destilan, el enorme caudal de cosas que nos enseñó de primera mano y la experiencia tan sorprendente en la historia de una humanidad alcanzando uno de sus milenarios sueños.

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