Ante los tribunales de urgencia populares, el pueblo mexicano siempre ha tenido sus figuras relevantes, reproduce íntegro el derecho humano anulado por las derechas que desde el siglo xix perpetraron toda clase de fechorías para simular la justicia y ante las soluciones del populacho que pugnó en el campo educativo, económico, social y político, de un país desahuciado por el terrorífico neoliberalismo.
Nunca un líder social había tenido que ejercer su tarea en tan difíciles condiciones y nunca contra un dirigente como él se habían cometido tal cúmulo de abrumadoras irregularidades y por encima de todas las prescripciones humanas y legales y que, detestando la mentira y la simulación, se hizo en su propia defensa en el desafuero de 2005 que el panismo intentó desampararlo, para descarrilarlo en su intento legítimo de ser desde entonces, aspirante a gobernar a su país.
Las cosas se fueron invirtiendo y los papeles se volvieron cruciales, como resultado de tantas maquinaciones turbias e ilegales, la justicia se hizo presente, y aquellos que fueron arrancados de sus hogares y desterrados de su patria, apoyaron desde lo más ingrato y difícil de estar en otro país, a un movimiento que fue cercado por todas las desconsideraciones del gran capital transnacional, cedió el último eslabón de la ignominia y la cobardía, como manchar el honor y el talento de este tabasqueño, que es ya un icono mundial de trabajo sin reproche, y ante la mentira, la falsedad, la hipocresía y el convencionalismo, la cobardía moral de una derecha cada vez más entrada en la vileza.
Todas las vicisitudes más graves y tragedias que el pueblo mexicano vivió en los últimos 60 años y ante un estado cruzado de brazos y los pueblos sin casas y sin luz y dentro de la lógica absurda de que los niños estuvieran descalzos, semidesnudos y desnutridos, y ante tanta miseria que solo era posible librarse con la muerte, se filtró en la intemperie, la utilidad satisfactoria de la lucha rural y suburbana y absorbiendo lo más granado de las luchas históricas, ante un panorama raquítico que no vaciló en encarcelar y amenazar a las voces disidentes, así como sobornar a magistrados y ejercer toda clase de irregularidades, como si fuera una maldición eterna y muy recomendadas por los magnates políticos.
López Obrador surge como resultado de un país que anhela orden, paz en sus calles, seguridad y justicia entre sus barrios, el alma obrera de los barrios, los municipios recorridos detectando al pie de la letra la vida campesina, haciendo debates en universidades y sindicatos, asambleas llenas de colonos y curiosos, instruidos por el propio sufrimiento de haber vivido siempre entre el despojo, el agravio, el crimen pandilleril, el acoso de los vicios y el desempleo, el descalabro constante.
Ante ello, el movimiento del tabasqueño despertó la simpatía de amplios sectores y segmentos de la vida nacional, la regeneración tan esperada en pos de ayudar a la patria ensangrentada a salir de su abismo.
Y lo ha estado logrando.
Están las primeras bases y con la facultad de que la próxima trayectoria en la presidencia será llevada a cabo con dirección en los sentimientos, con firmeza en las decisiones, con reformas y revoluciones pacificas, con temperamento.
Desde que Obrador ingresó a palacio nacional, no se clamó por la venganza, pues no es con sangre como pueden pagarse las vidas de los jóvenes que murieron por el bien de un pueblo, la felicidad de este pueblo es el único precio digno que puede pagarse por ellas.
Cadáveres amados los que un día, en sueños fueron de la patria mía, arrojen sobre mi frente polvo de sus huesos carcomidos, toquen mi corazón con sus manos, vengan a gemir a mis oídos y que cada uno ha de ser de mis gemidos, lagrimas de uno más de los traidores, anden a mi alrededor, vaguen conmigo en tanto que mi ser a su espíritu reciba y denme de las tumbas el espanto, que es poco ya para llorar el llanto, cuando en infame esclavitud se vive…