El crecimiento económico requiere de financiamiento barato a favor de los sectores productivos. Ello no ha acontecido en la economía nacional desde la década de los años ochenta hasta la fecha, lo que ha contribuido a la desindustrialización, como a la pérdida de autosuficiencia de granos básicos, que nos ha llevado a déficit de comercio exterior creciente, a menos crecimiento económico, a menos empleo formal y a depender de la entrada de capitales. Ello ha aumentado la vulnerabilidad externa de la economía, así como los niveles de extranjerización y endeudamiento caro de la economía y la descapitalización de los sectores endeudados a favor del sector bancario, acentuando con ello la desigualdad del ingreso y de la riqueza.
La banca ubicada en el país, la mayor parte extranjera, gana lo que quiere y ha sido disfuncional al crecimiento económico. En marzo del 2023, el crédito que la banca comercial otorgó al sector agropecuario, silvicultura y pesca, fue el 2.2 por ciento del total de la cartera crediticia otorgada al sector privado, siendo que, en 1970, los créditos a dicho sector representaron el 10.5 por ciento del total de créditos que la banca otorgó al sector privado. En marzo del 2023, los créditos canalizados al sector secundario (manufactura, construcción, electricidad, agua y gas y minería) representaron el 19.9 por ciento de los créditos otorgados al sector privado y, en cambio, en 1970, los créditos a dicho sector representaron el 43.2 por ciento del total de créditos al sector privado. La economía creció cuando la banca era regulada por el Estado a favor del sector productivo. De 1939 a 1981, la economía creció al 6.4 por ciento promedio anual. En cambio, en el periodo neoliberal, de 1982 a la fecha, donde se procedió a desregular y la liberalizar al sector bancario y a permitirle hacer lo que desee, la economía solo ha crecido al 2 por ciento promedio anual y, en los últimos cuatro años, no ha tenido crecimiento alguno. En estos 4 años sus ganancias suman 684 mil 810 millones de pesos.
Desde la década de los años ochenta, el gobierno federal dejó de tener banca de desarrollo para apoyar a la industria manufacturera y al sector agrícola. La banca comercial trabaja en función de la ganancia de corto plazo, por lo que cobra altas tasas de interés y altas comisiones. En marzo del 2023, el crédito dirigido al consumo (tarjetas de crédito, a nómina, créditos personales, a bienes de consumo duradero) representaron el 22.3 por ciento del total de créditos otorgados al sector privado, más que los que se canalizaron al sector secundario antes referido, que fue de 19.9 por ciento. Le es más funcional y rentable a la banca otorgar más créditos al consumo, que son créditos de corto plazo y a altas tasas de interés, que al sector productivo, que requiere de más créditos de largo plazo.
El presidente de la República señaló, el 26 de mayo 2023, que “si el gobierno maneja todo el dinero del presupuesto en la banca comercial, hay que pagar comisiones” y al tener Banamex como banco público, “representaría un ahorro de comisión o la utilidad del banco”. De hecho, el objetivo de adquirir Banamex debería ser más que eso. Al ser parte del gobierno federal, sería importante para que dicha institución desempeñara la función que todo banco en principio debe cumplir, que es otorgar créditos baratos a las empresas del sector productivo (agrícola e industrial), así como asesorarlas respecto a las mejores inversiones en dichos sectores que apuntalen su crecimiento y aseguren el reembolso de los créditos otorgados. Su objetivo no debe ser la ganancia, sino impulsar el crecimiento económico, recuperando sus costos de operación. Ello tiene que ir acompañado de una política económica que asegure el crecimiento del mercado interno que permita concretar tales objetivos. Al tener el control del gobierno de Banamex, tendría mayor poder para incidir en la reglamentación del sector bancario ubicado en el país para sumar al resto de la banca a actuar bajo tales objetivos y ello tendría que ir acompañado de reglamentaciones jurídicas que establezca el Congreso de la Unión para que la banca responda a los propósitos nacionales de desarrollo productivo, de crecimiento y a favor del empleo formal.
La banca no puede seguir operando como hasta ahora. La desregulación de la banca ha llevado, a nivel mundial y nacional, a crisis económicas recurrentes, dadas las prácticas especulativas que desarrolla. Mientras no se regule la actuación del sector bancario, a favor del sector productivo y del crecimiento, seguiremos en estancamiento, con descapitalización de los sectores endeudados, que conlleva inestabilidad económica y financiera y acentúa la desigualdad del ingreso, la pobreza y la delincuencia, a lo largo del país.