El próximo lunes 5, después de la jornada electoral en la que están en juego las gubernaturas del Estado de México y Coahuila, iniciará la carrera por el 2024. No estoy hablando de los tiempos formales, de cara a la elección federal de México, sino de que todas y todos los mexicanos tendremos los ojos puestos en la próxima elección presidencial.
Nos queda claro que la cita con las urnas, el siguiente año, significa tomar la decisión de profundizar la Cuarta Transformación o permitir que nuevamente se imponga un modelo construido para impulsar la desigualdad social, económica y racial en México.
Viene la más difícil prueba para el gobierno mexicano y para el movimiento nacional que construyó el triunfo de 2018, mantener la clara preferencia que la ciudadanía tiene hacia nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, al tiempo que tenemos que construir la unidad hacia el interior de Morena y los aliados, mientras la derecha y los dueños de las grandes fortunas del país tratan de construir una narrativa suficientemente fuerte para golpear a la 4T.
Queda claro que, desde el 2018, no han sido capaces de establecer un discurso contundente o una figura que signifique alguna fisura en el proyecto y la imagen construida a partir de los objetivos para transformar a México en el país de justicia que prometió la Cuarta Transformación, sin embargo, no podemos confiarnos del éxito y popularidad que tiene ante el pueblo, nuestros gobiernos y nuestro proyecto de nación, encabezado por nuestro presidente, pues la derecha no ha parado de atacar desde los medios de comunicación, desde la propaganda golpista, desde un alud de mentiras que, a base de repetición, quieren convertir en realidad.
La lucha apenas inicia y nuestras cartas, nuestras propuestas de candidatos o candidatas, deben de estar listos para enfrentar, de manera unida, disciplinada y patriótica, a una derecha que es capaz de todo con tal de recuperar el poder político y con ello, el mundo de privilegios que el pueblo de México les arrebató.
El país, el proyecto de la 4T y Morena, estamos listos ante la necesidad de garantizar la unidad de las fuerzas de la izquierda y al interior del movimiento, la consolidación del proyecto de país y así, necesitamos a Adán Augusto López Hernández, quien en su trayectoria demuestra que es único y capaz de tejer alianzas fundamentales a la hora de las elecciones. Es verdad, la propaganda es mayor a favor de otros candidatos de Morena, pero Adán, que no se identifica como “el favorito”, es quien más oportunidades tiene de crecer.
El secretario de Gobernación es parte del equipo más cercano al presidente y la persona, de todo el gabinete presidencial, más afín al proyecto y a los objetivos de López Obrador.
Ha demostrado que fue capaz de gobernar en su calidad de responsable de la política interior, cuando ha tenido que asumir tareas de gobierno ante la ausencia del titular del poder ejecutivo, sin que ello haya significado alguna crisis o problemática grave.
Es el único que no generará una ruptura al interior del partido, en caso de ser el candidato, al contrario, su eventual candidatura generará la unión que la izquierda necesita para ratificar la presidencia de México y las mayorías calificadas en las cámaras del poder legislativo.
En la historia de México hay varios secretarios de Gobernación que dieron el salto a una candidatura por la Presidencia de la República, y algunos de ellos la consiguieron.
