La Gualdra 529 / Cine / Festival de Cannes 2022
La directora francesa Claire Denis ha demostrado a lo largo de su carrera una capacidad muy saludable para apostar por una renovación constante, ya sea a nivel formal, temático o genérico, sobre todo si se toma en cuenta que este es su decimosexto largometraje desde Chocolat, estrenado en 1988.
Un marco histórico irreal
En Stars at noon, Denis viaja hasta Nicaragua para adaptar la novela homónima de Denis Johnson publicada en 1988 y ubicada durante la revolución sandinista. Aunque Denis conserva a grandes rasgos la trama de la novela, el inicio del filme con sus mascarillas y carteles sanitarios omnipresentes nos proyecta a nuestros días sanitariamente poco aciagos, sumiendo la película en un tiempo fuera de la historia, en el que la revolución no pasa de ser un trasfondo fijado en fotografías y carteles, un decorado irreal. La penuria, acrecentada por el Covid, sirve incluso de recurso humorístico recurrente en el paisaje urbano en el que se desenvuelve la protagonista, cuando todo escasea, tanto el champú como el Wi-Fi.
Trish -magníficamente interpretada por Margaret Qualley- pretende ser una periodista estadounidense, aunque para todos los hombres con los que se encuentra no sea más que una prostituta, que utiliza su cuerpo a cambio de dólares para lograr salir del país. Rebosante de vitalidad e ingenio, pero también presa de las emociones, sus planes se ven permanentemente frustrados por la indolencia de los hombres en cuyas manos se encuentra su destino. La actriz consigue componer un personaje femenino libre y dueño de sí mismo.
La materia de los cuerpos
Tras construir un inicio marcado por la ligereza de la picaresca, la llegada de Daniel, un hombre de negocios inglés, a pocos días de elecciones, provoca una serie de reacciones geopolíticas en cadena que entre las juguetonas manos de Denis se vuelven incomprensibles ; «Para mí, todas las siglas son iguales», afirma Trish.
Lo que le interesa a la directora a partir de entonces es filmar el deseo que nace entre Trish y Daniel, acercándose lo más posible a ellos, encadenando encuentros y primerísimos planos, en particular del rostro de su actriz, trabajando plásticamente el material de sus cuerpos. Los obstáculos y desventuras de su posterior huida son solo pretextos para filmar los cuerpos del deseo, entre interminables borracheras de ron y cigarrillos.
Con un peligro, que el juego de identidades cambiantes provocado por la confusa situación política acabe la traición de uno de los dos amantes. La apuesta de Denis, que privilegia la representación de lo emocional y lo físico, merece la pena si se aceptan las reglas del juego. La película fue merecedora del Gran Premio (ex æquo) en el Festival de Cannes 2022.
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