En Estados Unidos les encanta aquello de ser los primeros, los reyes en tal o cual actividad; como Andrew Carnegie, el Rey del acero, y tantos otros. Y los mexicanos del otro lado también se han sumado a esa tradición, como el rey de la tortilla, el rey del chicharrón, el rey del tomate, etc.
Donald Trump destacó en el campo inmobiliario, los campos de golf, la televisión, incluso llegó a ser presidente de Estados Unidos, pero obviamente no es el único ni el primero; es más, perdió las elecciones con el adormilado Joe Biden y por eso nunca aceptó la derrota y busca la revancha.
Donald Trump llegó a donde está por ser un rico heredero y por abrirse camino a punta de codazos, insultos, trácalas, mentiras, componendas, amenazas, chantajes, abogados, etcétera. De su actual candidato a la vicepresidencia, JD Vince, dijo que andaba de lambiscón, por decir lo menos, porque éste necesitaba de su apoyo. A todos sus contrincantes o competidores los humilla públicamente y además con una lengua filosa, tiene una gran habilidad para poner apodos.
En un mitin en su primera campaña, hubo un conflicto en las gradas con un opositor negro y dijo por el micrófono: Sáquenles la mierda a golpes, yo pago los abogados. También dijo que podía salir a la quinta avenida en Nueva York y pegarle un tiro a una persona y no le pasaba nada. En otra ocasión se burló de un minusválido que había hecho comentarios adversos y se burló imitándolo con movimientos desacompasados.
La incitación a la violencia por parte de Trump es algo cotidiano. Hace un mes propuso poner a luchar a migrantes indocumentados con luchadores profesionales. Son tipos duros, dijo, podría ser interesante la pelea. También afirmó que iba a ser dictador por un día, cerrar la frontera y perseguir a los indocumentados.
La violencia está internalizada en la sociedad estadunidense, de ahí su fascinación por las armas y las guerras. Hace unos años, revisando literatura sobre los mexicanos en los años 20 en Chicago, recuerdo una nota, en la que se informa que unos italianos habían linchado a un negro. Y el comentario decía que esos italianos ya se habían convertido en estadunidenses. Los linchamientos de negros y mexicanos son parte de toda historia de violencia e impunidad por parte de la población civil en Estados Unidos.
Donald Trump es el personaje que encarna y representa mejor a lo que sería el Rey del bullying en Estados Unidos. Hasta ahora no se sabe el motivo por el cual el joven Thomas Crooks, de 20 años, disparó en contra de Trump y por poco lo mata, a pesar de ser un atentado totalmente improvisado. Uno de sus compañeros de clase dijo que Thomas Crooks había sido objeto constante de bullying en su colegio y apuntó que quizá por eso había realizado el atentado. No hay mucho más que buscar, tampoco han encontrado nada, los sujetos de bullying acumulan angustia e imponencia, pero también odio y sed de venganza en contra de los depredadores.
Recordemos que amenazó a México con imponer aranceles, en junio de 2019, si no se controlaba la migración centroamericana que llegaba a su frontera. Fue un chantaje abierto y descarado de alguien que se cree con poder absoluto. Luego nos enteramos que lo había planeado como un bluf, a ver si salía y a ver cómo reaccionaba México. Y le salió bien la jugada, México estaba en una posición complicada y todavía no se había firmado el T-MEC que era prioritario para el país. Al fin y al cabo, los migrantes eran la moneda de cambio.
Trump negocia desde una situación de superioridad y la hace evidente y visible. El gobierno de la 4T supo capotear varios temporales y terminó haciendo varias concesiones en el tema migratorio.
Si sale Trump de presidente por segunda ocasión, el tema del conflicto ya está anunciado: migración y seguridad fronteriza. Habría que definir varios posibles escenarios y fijar ciertas posiciones, no reaccionar ante la amenaza inminente.
El tema de hoy ya no son los mexicanos ni los centroamericanos, sino los migrantes venezolanos, cubanos, haitianos y africanos que ahora llegan en cantidades inusitadas. La elección de hoy en Venezuela puede ser parte de la solución y permitir el retorno de sus nacionales o, por el contrario, va a desatar un nuevo éxodo que llegará a México.