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domingo, 16 febrero, 2025
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El día después… del 2 de junio

■ “¡Vaya, Jerry! ¿No es maravilloso este país? Estamos hablando así y somos grandes amigos, y dentro de 18 meses, andaré recorriendo el país, poniéndolo a usted del asco. (…) Aunque somos grandes amigos y respeto mucho su honradez, integridad y capacidad, nuestras filosofías políticas son diametralmente opuestas. Le deseo que logre reunir a nuestro país, hoy desgarrado en el campo de la política”: Tip O’Neill, líder legislativo demócrata a Gerald Ford, presidente republicano de los Estados Unidos.

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Partamos de una obviedad: habrá vida un día después del próximo domingo. Es más, será lunes, y la mayoría de los mexicanos nos dispondremos a continuar con la rutina laboral a la que estamos obligados. Para la inmensa mayoría, los resultados de la elección serán un tema cuyo impacto en sus vidas apenas alcanzará la figura de la premonición: esperanza, decepción o sorpresa, a saber. Ese es el México que, a quiénes se encuentran en este momento enfrentados en bandos irreconciliables, deberían escuchar, atender, comprender. 

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Si algo ha quedado claro en el devenir de la historia es que… no hay fin de la historia. No hay conquistas permanentes, ni batallas ganadas definitivamente. Hay episodios que se rebaten tan pronto como la oportunidad lo permite. Por ello, el ambiente de polarización y confrontación, más allá de una sana rebatinga democrática, es no solo preocupante, sino tóxica y dolorosa. Hemos perdido, quiénes pretendemos dedicarnos a la vida pública o nos interesamos en ella, la brújula; peor aún, el sentido común.

Hoy, hasta las más básicas muestras de civilidad o madurez parecen ser un llamado a la traición en los bandos que se confrontan en este país que enfrenta retos como nunca antes en su historia reciente. 

Retornando a la historia (sin ser historiador, sino mero aficionado y por tanto simplificando el análisis), el ambiente de división que vivimos me retorna a las guerras que México enfrentó apenas lograda su independencia: los bandos se ocuparon más de instalar su modelo de país que en conservar ese país en el que lo pretendían instalar. México se partió en dos, no solo ideológicamente, también territorialmente, la mayor parte dejó de llamarse México.

La polarización como fenómeno ha venido instalándose en las democracias desde la banalización la política y su mercantilización; el populismo es apenas una expresión de lo que trajo consigo la irresponsabilidad de quiénes hicieron del proceso político, uno más del mercado. Sin embargo, todos estos fenómenos (banalización, mercantilización, populismo, polarización), se entienden como un todo que hoy nos tiene unos frente a otros en un diálogo de sordos. Y aunque los efectos de ello son más claros en el debate político, sus impactos no tardarán en contaminar la conversación social. Recordemos episodios en los que la comunidad explota y se transforma en un poder acaso más temible que la del Estado: la tiranía de las mayorías. 

No es exagerado decir que nuestra nación enfrenta un contexto complejo como nunca antes: la violencia que nos ha llevado ya a un estado de crisis de civilización, en la que no solo hay inseguridad, sino lo peor, la normalización de la inhumanidad como forma de vida; el azar como norma. Además, parece que nos dirigimos a la consecuencia del cambio climático con severas crisis de sequía, desastres naturales y las consecuencias socioeconómicas que ello traerá. Agrego: la crisis institucional no ha cesado, por el contrario, sea cuál sea el proyecto ganador el próximo domingo, habrá de hacerse cargo de la crisis de la democracia tal como la deseamos, diseñamos y construimos en los últimos cincuenta años, para apostar y construir un modelo que sea viable en las décadas porvenir. 

Para enfrentar tales escenarios será indispensable un acuerdo que establezca las bases mínimas para avanzar en estos frentes; lo que aquí hemos llamado ya anteriormente el consenso mínimo posible, que me temo, es menos posible de lo que fue hace seis años. Sin él, por más grande que sea la mayoría que se obtenga en las urnas el próximo dos de junio, no alcanzará la fuerza para obtener los resultados que ya no solo son esperados en los temas abordados antes: son necesarios. Urgentemente necesarios.

Ojalá pues, el lunes tres de junio amanezcamos con una sola persona declarándose ganadora de la elección; con dos más reconociéndole y aquella extendiendo su mano con generosidad, madurez, civilidad, disposición, apertura e interés por México, para pasar de la campaña (política) a la convivencia (pacífica).

@CarlosETorres_

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