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jueves, 28 marzo, 2024
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Urge regenerar el sistema de partidos y las condiciones de competencia democrática

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los partidos son actores casi irremplazables del escenario político. En las democracias desempeñan importantísimas tareas, y en los Estados no democráticos también tienen ciertas finalidades. Se ha dicho que el Estado moderno es un Estado de partidos por el lugar central que ocupan, no sólo en la integración de los órganos de representación y de gobierno, sino también por sus funciones de intermediación entre el Estado y la sociedad civil. Los partidos son organizaciones que crean y sustentan muchas de las instituciones del Estado. Desempeñan funciones sociales y políticas imprescindibles en una democracia, al grado de que no hay en este momento entidades capaces de sustituirlos. Sin embargo, en nuestro país, los partidos han dejado de representar a la sociedad y se han constituido en medios perversos y degenerativos, porque sus cúpulas han expropiado a sus bases de las facultades electivas, fomentan prácticas clientelares, destinan los recursos de los ciudadanos que reciben del erario a finalidades distintas de las previstas, y han llegado al extremo de capturar instituciones fundamentales y constituir agrupamientos contrarios a los principios democráticos, y en ocasiones, orientados a expropiar recursos del erario.

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Pero en lo fundamental, los partidos son los constructores de los regímenes democráticos. Son actores fundamentales para los procesos de transición a la democracia y pueden ser los principales garantes de la profundización y consolidación de la misma.  Los profundos cambios sociales, económicos, tecnológicos y políticos que vivimos han transformado a los partidos políticos. Los partidos de masas ideologizados se han vuelto partidos de corte más pragmático, en búsqueda permanente –casi todos ellos– de mecanismos para incrementar sus clientelas con dádivas de distinto tipo. Así mismo, el individualismo consustancial al paradigma neoliberal ha provocado un menor interés por los temas políticos, y quienes se interesan por la participación lo hacen sobre temas concretos e identificables. Al no existir ya las grandes ideologías que buscaban explicarlo todo, la política y los partidos han perdido capacidad de atracción.

En las actuales circunstancias, es muy probable que la mayoría de los actuales partidos sean obsoletos o irreformables, pero sin partidos que organicen y estructuren en alguna medida la competencia por el poder en todos los niveles del gobierno, la democracia en México será imposible. En los regímenes no democráticos como el nuestro, la tarea es precisamente construir la democracia, pero si no regeneramos el sistema de partidos y creamos el ambiente para que la lucha política ocurra en igualdad de condiciones y con imparcialidad, ello será imposible. La construcción de la legitimidad del proceso democrático, exige que los dirigentes de los partidos restituyan las capacidades electivas a sus bases, informen sobre el origen y destino de los recursos que se les asignan, y actúen sin dilación para que funcionen los mecanismos republicanos para combatir la corrupción.

A un año de la elección presidencial, hay que exigir al establecimiento de procedimientos democráticos imparciales, pues más que competir por el poder, los partidos estarán construyendo las nuevas bases del Estado. Los partidos deben competir por el poder con métodos y procedimientos consistentes con la tarea de construir el Estado democrático de derecho que requerimos con urgencia.

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