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viernes, 19 abril, 2024
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■ Es parte de los Dinamos, en contreras

Sehuaya, un lugar en el que se disfruta el bosque

■ Cooperativa familiar enseña el cuidado de la naturaleza y muestra los atractivos del ecoturismo local

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Por: La Jornada •

En la lucha que hace 37 años dieron su padre Francisco Segura y su madre Mercedes Mendoza para impedir que el gobierno los desalojara del paraje Sehuaya, en el parque nacional Los Dinamos, José Francisco atesora un motivo de orgullo y la convicción de proteger el bosque y el agua del río Magdalena como un legado de sus antecesores.

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Él pertenece a una de las 14 familias que obtuvieron sentencias favorables para permanecer en el paraje al acreditar ser originarias del lugar y por su interés en cuidar el bosque al usufructuar esas tierras.

En su encomienda, advirtió que si las personas disfrutan este lugar, aprecian sus paisajes y conocen la importancia de sus servicios ambientales para la ciudad, es más fácil inculcar su cuidado, y es lo que hace desde 2006 por medio de la cooperativa Sehuaya Ecoturismo, en la que ofrece servicios de hospedaje en cabañas, campismo y senderismo guiado a algunos de sus escenarios naturales, como las cascadas, miradores, el centro ceremonial y el ajolotario.

José Francisco nació allí hace 57 años y el bosque lo vio crecer. Recuerda que de chamaco llevaba los borregos a pastar a los llanos de la parte alta, allí los dejaba y bajaba a meterse a la poza de la cascada; ahora como adulto, le ha tocado combatir incendios (entre seis y ocho sólo el año pasado), la mayoría pequeños pero causados a propósito, lo que me resulta inexplicable porque son tierras que no se prestan para el cultivo, son puras laderas y pendientes, no sé cuál sea el objetivo de prenderlos.

Le sorprende también que el gobierno que los quiso desalojar en 1985 fuera el que los apoyó años después con el proyecto; empezó en 2004, con los trámites para constituir la cooperativa, elaborar el estudio de impacto ambiental, obtener los permisos y autorizaciones y construir cinco cabañas muy rudimentarias. En 2021 obtuvieron otro apoyo de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo de 120 mil pesos del programa de fortalecimiento de empresas sociales y solidarias, el cual les permitió adquirir un proyector, equipo de audio y montar las estructuras para una pantalla que utilizan en la exhibición de los ciclos de cine que organizan como parte de sus servicios.

En octubre pasado realizaron un campamento de terror, con la proyección de películas de ese género en el que reunieron a 40 personas. Este año consideran solicitar un apoyo más de la dependencia a fin de mejorar las cabañas, como introducir duchas de agua caliente.

Desde las casitas de Sehuaya Ecoturismo, en el kilómetro 6.5 de la carretera a Los Dinamos, se impone el paisaje de las paredes del segundo dinamo, donde se practica la escalada deportiva en los cerros Zacazontetla, Los Cajetes, Cabeza de Toro y el Charco.

José Francisco es el representante legal de la empresa y es también guía de las dos rutas de senderismo que hay, al igual que sus hijos Salvador Ulises y José Francisco Segura Bautista, quienes son parte de la cooperativa. A ellos suele sumarse Sultán, un pastor alemán mascota de la familia que los acompaña en los itinerarios, uno corto de entre una hora a hora y cuarto para visitar las dos cascadas y el mirador Tres Cruces, y otra más larga, de dos horas a dos horas con 30 minutos, que suma el mirador Puerta de Cielo, en el cerro Tarumba, y el ajolotario en una pequeña presa contigua al manantial El Potrero, uno de los afluentes que alimentan el Magdalena y abastecen de agua al pueblo de San Bernabé.

Salvador Ulises – quien heredará la responsabilidad de cuidar el bosque– comenta que lamentablemente, además de lidiar con saqueadores de plantas y musgo, se enfrentan a la sustracción del ajolote, luego de que el anfibio adquirió popularidad, y padecen las actividades de santeros que hacen sus rituales en el río y contaminan el agua.

Y aunque vive con la preocupación por quienes prenden fuego de forma intencional al bosque, no duda al afirmar que somos privilegiados por poder quedarnos aquí y con nuestro proyecto ayudar a conservarlo.

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