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lunes, 21 abril, 2025
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The black phone, de Scott Derrickson

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 533 / Cine

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La esencia de las historias de terror tiene que ver con la amenaza de algo perturbador y, en ocasiones, inexplicable. Muchas de las producciones cinematográficas del género orbitan alrededor de seres con dichas características, ya sea un asesino en serie, un ente sobrenatural o, en algunos casos, una mezcla de ambos.

A primera vista, puede parecer que The black phone (2022), el más reciente trabajo del realizador Scott Derrickson (Sinister, 2012), no escapa de tales convenciones, pero, conforme avanza la cinta, se vuelve claro que se trata de un relato con intenciones diferentes a las que se ven usualmente en el género.

La película, que toma lugar en Colorado durante 1978, narra la historia de Finney (Mason Thames), un tímido adolescente cuya actitud noble e inocente lo vuelve el blanco de los matones de su escuela, y que a menudo es defendido de estos por su hermana Gwen (Madeleine McGraw). 

En una ciudad donde los niños están desapareciendo sin dejar rastro, los habitantes se refieren al responsable de dichos crímenes como el Raptor (Ethan Hawke). Como resultado de su personalidad pasiva y temerosa, Finney se vuelve la siguiente víctima de este secuestrador de niños. 

Mientras se encuentra encerrado en un sótano, el joven protagonista recibe llamadas de quienes parecen ser las víctimas anteriores del asesino a través de un teléfono negro colgado en la pared. Voces que no recuerdan sus nombres ni su pasado, y que tampoco saben en dónde se encuentran exactamente, pero que están dispuestos a ayudar a Finney a salir de ese lugar con vida.

Tomando como inspiración el cuento homónimo escrito por Joe Hill, y las propias experiencias de infancia del director, el filme de Derrickson destaca por la brillante integración de diversos elementos que se desprenden del terror y que, lejos de sentirse forzados, logran enriquecer la narración.

El cineasta presta especial atención al contexto social de aquel entonces, retratando a los años 70 como una época particularmente brutal y de una violencia que se filtraba incluso en la vida cotidiana de niños y adolescentes. En ese sentido, la cinta recuerda a novelas clásicas del terror como El resplandor (1977) y Eso (1986), ambas escritas por Stephen King (padre de Hill). 

Todas estas historias tienen en común el elemento sobrenatural como una representación de la crueldad del mundo adulto frente a la pérdida de la inocencia infantil. A tal efecto, destaca la excepcional interpretación de Ethan Hawke como un psicópata que se va debatiendo entre una naturaleza por un lado inhumana y barbárica y, por el otro, frágil y vulnerable.

La cinta también brilla por su calculada puesta en escena, de espacios cerrados y atmósferas opresivas, y que dan como resultado una muy efectiva tensión e incertidumbre que solo llega a su fin hasta que los créditos empiezan a correr. 

The black phone es la suma de los mejores elementos de su género, cada uno empleado con total control y virtuosismo. A su vez, se trata de una historia valiosa sobre el instinto de supervivencia y la búsqueda de una certeza, incluso dentro de los rincones más oscuros y atemorizantes.

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