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miércoles, 24 abril, 2024
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El triunfo de la rebeldía

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Por: ÁNGELES GONZÁLEZ GAMIO •

Esa frase define muy bien la vasta obra de Federico Silva, escultor tlaxcalteca, cuyo trabajo se caracterizó por la renovación constante de su lenguaje estético. El majestuoso Palacio de Bellas Artes presenta una retrospectiva de su trayectoria, en la exposición Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía.

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La muestra, de más de 150 piezas que incluyen esculturas, pinturas, estudios murales, gráfica, proyectos editoriales, aparatos cinéticos, móviles y películas, nos permite apreciar su inagotable creatividad y una curiosidad sin límites que lo llevó a convertirse en un artista libre, poseedor de una vitalidad inigualable y un lenguaje múltiple.

Los especialistas explican que la destrucción, física o metafórica, ha sido, paradójicamente, la fuerza que ha posibilitado su creación. Paradójicamente, aunque esto ha permitido la renovación constante de su lenguaje estético, también ha dificultado el estudio y la difusión de su trabajo, en específico de las etapas más tempranas de su obra.

Esto se advierte en el recorrido por los cuatro núcleos que forman la muestra, que es una revisión histórica de su obra a lo largo de ocho décadas.

En el primero, Del realismo a la abstracción (1945–1968), se presentan sus primeros años de creación artística en los que el contexto sociopolítico mundial se convierte en eje rector para el desarrollo de su obra. Los formatos y materiales con que trabajó en este periodo se relacionan con la Escuela Mexicana de Pintura y el movimiento muralista, y hace patente su cercanía a dos personajes fundamentales para Silva: Vicente Lombardo Toledano y David Alfaro Siqueiros, de quien fue asistente en la ejecución del mural Nueva democracia, pintado para el Museo del Palacio de Bellas Artes,

El siguiente núcleo La subversión por la forma (1968 –1983) muestra su periodo cinético, en el que conjugó el arte y la ciencia para experimentar con el movimiento, la luz y el color. Construyó esculturas manipulables, aparatos con efectos visuales producidos por objetos lumínicos y máquinas activadas por energía electromecánica, solar, eólica e hídrica. También incorporó el uso del láser para desarrollar pinturas murales.

En el tercero, Esculpir el tiempo, flechar la luz (1986 –1998), hay pinturas y esculturas asociadas con su periodo geométrico y el uso de materiales como piedra, mármol, acero y madera, en las que el tiempo es tema central inspirado en la iconografía mesoamericana y aridoamericana.

En la parte final, Escritura y ejercicios plásticos recientes (2003 – hasta su reciente fallecimiento, el pasado noviembre), se aprecia su práctica artística orientada a la escritura, como se advierte en sus tres autobiografías: Cuadernos de Amaxac. A fin de cuentas, el arte arde en el infierno (2006), Dos x tres. Crónica. Apuntes autobiográficos (2010) y México por Tacuba (2013). Siempre en la búsqueda y la experimentación utilizó en su práctica artística computadora y software de posproducción.

Su muerte coincidió con la apertura de la exposición, en cuya preparación participó activamente. En un acto muy emotivo se le rindió un homenaje póstumo en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, donde entre aplausos fue recibido su féretro, en el que fue su último ingreso a ese recinto.

Siempre generoso y con profundo amor por México, decidió entregar parte de su obra a San Luis Potosí para ser resguardada en el museo que lleva su nombre, Federico Silva, de Escultura Contemporánea, el cual, por decisión suya, es la casa de los escultores, por el cual han pasado los más destacados escultores de nuestro país y muchos del extranjero.

Para el tentempíe de rigor, en 5 mayo 10-a, está el Restaurante 5M. Muy amplio, con una mezcla de decoración moderna con añejos muros de piedra. Lo recibe una enorme cava de vinos que pueden acompañar los platillos de las comida mexicana, española o italiana. ¿Como ve una sopa de tortilla bañada con salsa de mozarella para comenzar?, después, elija entre la pasta con pulpo y camarón, el chamorro al horno, croquetas poblanas, calamares a la romana o pollo en salsa molcajeteada con nopales.

Los fines de semana hay un generoso bufet y un original cuarto para que se entretengan los infantes, muy útil para que los padres, abuelos y demás comensales disfruten la comida con tranquilidad.

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