La construcción de la paz es un asunto de todos. Y responsabilidad del Estado.
En su concepción más básica, desde primaria, nos enseñaron que el Estado lo componen la población, el territorio y el Gobierno. Entonces, el Estado, aunque no nos guste, somos todas y todos.
“Necesitamos opciones para que los jóvenes hagan deporte y no sólo tengan acceso al alcohol”, señaló un profesor que recién se titulará como maestro de educación física.
Noé Germán Rendón planteó la urgencia de realizar encuentros de teatro en los 58 municipios para infancias, adolescentes y adultos que los acerquen al arte como una opción de pacificación y recuperación de territorios. “Tengo fe en la humanidad”, propuso el actor.
El colectivo de “Mujeres Construyendo el Futuro” contó su experiencia de acción transformadora en una escuela de educación popular donde asiste población indígena, personas con discapacidad, jóvenes, niños y niñas en diversidad de contextos, generalmente de pobreza extrema, donde aprenden a convivir sin violencia, se les alfabetiza, y sus madres y padres aprenden oficios que les encamine hacia la autonomía financiera.
El grupo lo conforman educadoras para la paz, maestras jubiladas, profesionistas, científicas y expertos en artes y oficios que comparten sus conocimientos, desde la solidaridad, en busca de ampliar el tejido social colaborativo en pro de esta causa.
Estas fueron algunas de las más de 270 propuestas registradas, en su mayoría desde la sociedad civil, durante el Foro de Consulta para la Integración de la Estrategia Estatal para la Construcción de Paz, Prevención y Convivencia Ciudadana convocado por Gobierno del Estado.
Así, el gobernador David Monreal reconoció que, escuchar a la población y a los expertos (academia), es la manera de dar respuesta a lo que llamó “el grito desesperado” de Zacatecas ante la inseguridad que padecemos aquí y por desgracia en todo el País.
La gobernanza, al final, no es más que cogobernar con el pueblo, reconociendo su sentir y necesidades. Hacerlo todo para resolverlas en comunión.
“Nunca se había hecho un foro así para tratar de resolver la inseguridad”, reconoció Sara Buerba Sauri, activista y ex diputada local perredista, y una de las mujeres dedicadas a la política más cercana a la ex gobernadora Amalia García, con quien inició la violencia recrudecida que hoy vivimos.
También, entre los asistentes, se propuso que los 36 mil millones de pesos del presupuesto estatal se destinen de manera transversal para atacar las causas de la violencia, entre ellas, pobreza, desigualdad, falta de oportunidades para los jóvenes, y la urgente necesidad de educación de calidad para todas y todos a todos niveles.
El foro se caracterizó porque en sus asistentes aún late con vigor el corazón de la esperanza. En el ambiente no hay cupo para la resignación.
Participaron integrantes de la academia, principalmente de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) y profesionistas que han trabajado y atendido a población víctima de diversas violencias.
“Una de las formas en las que se ha fracasado en los programas de intervención para erradicar la violencia ha sido seguir con una sola metodología e implementarla sin distinción en ciudades, comunidades o municipios, sin considerar las diferencias culturales económicas y sociales por región”, dijo un psicólogo forense especializado en prevención y atención de las violencias.
Entre las y los participantes permeó una coincidencia: “la inseguridad nos afecta a todos”.
Y desde ahí, coincidieron en una de las 4 mesas en las que se agrupó a los participantes, las narrativas se trastocan con relatos cotidianos de carreteras inseguras que afecta a estudiantes que no llegan a clases, de madres, hermanas y mujeres, principalmente, buscando a sus desaparecidos, infancias naturalizando la violencia que ocurre en las canchas de juego…
Para que eso deje de ocurrir, el maestro Marco Antonio Torres Inguanzo urgió plantear la coordinación interinstitucional entre todas las dependencias de gobierno del estado para recuperar territorios con la participación social y no desde la militarización; al mismo tiempo que propuso se mejoren las capacidades institucionales del Estado para la aplicación de políticas públicas efectivas en el objetivo de recobrar la paz.
“En las colonias y comunidades necesitamos recobrar la confianza entre vecinos, como era en tiempos de nuestras abuelas en las que todas nos conocíamos”, planteó Eugenia, una ama de casa que se rehúsa a pensar que sus hijos, nietos o amigos vivan atemorizados y sin el disfrute de la libertad plena.
“Estamos a tiempo de recuperar la paz, es un derecho de toda nuestra sociedad y nosotros como iglesia nos enfocamos con acciones cotidianas de acompañamiento a personas víctimas de violencia para que recobren la esperanza en medio, muchas veces, de realidades trágicas”, explica el sacerdote José Luis Corona, responsable de la Pastoral Social en la Diócesis de Zacatecas.
También exigió que la autoridad haga respetar el Estado de Derecho y que los derechos humanos de todas y todos puedan ser ejercidos a plenitud.
El ejercicio de construcción de paz es y ha sido cotidiano; muchos sectores de la población lo han hecho por décadas, ahora se busca que los esfuerzos se unifiquen en rumbo, pero respetando la originalidad de cada iniciativa.
Y así hasta que la solidaridad y la esperanza se hagan costumbre.
