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viernes, 29 marzo, 2024
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¡Aguas con la presa Milpillas!

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Por: DARCY VÍCTOR TETREAULT* •

El 8 de septiembre del año en curso el gobernador del estado de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes, anunció en el marco de su Quinto Informe la construcción de una gran presa para abastecer la zona urbana Fresnillo – Zacatecas – Guadalupe (ZFZG) con agua potable durante los próximos 50 años. Este proyecto consiste en construir una cortina sobre el río Milpillas, en el municipio Jiménez del Teul, a pocos kilómetros del poblado Atotonilco, para retener 47 millones de metros cúbicos (Mm3) de agua. De ahí, se pretende construir un acueducto de más de un metro de diámetro y con una longitud de más de 160 kilómetros, además de estaciones de bombeo y rebombeo, tanques de regulación, plantas potabilizadoras y otras obras complementarias, para llevar el agua a la ZFZG. El estudio de factibilidad ya se acabó, según el gobernador, a un costo de 40 millones de pesos, y ahora el proyecto cuenta con la autorización de Conagua.

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Según las declaraciones públicas de Benjamín de León Mojarro, director estatal de Conagua, el proyecto tendrá un costo de aproximadamente 10 mil millones de pesos, con inversiones de los tres niveles de gobierno y también del sector privado. Estas inversiones se justifican en términos de “desarrollo” para el estado de Zacatecas: “ambiental porque va a permitir la recuperación de algunos acuíferos sobreexplotados, social porque se va a abastecer una necesidad fundamental, y económica porque va a apoyar al desarrollo y a las actividades productivas en la parte urbana industrial.” (https://www.youtube.com/watch?v=RSb7KSedaW8).

Sin embargo, debemos cuestionar estas afirmaciones y el megaproyecto de por sí. Primero con respecto a los costos; los actores gubernamentales que promueven la construcción de la presa no mencionan los pasivos ambientales y sociales implicados por la creación de un gigantesco embalse en el municipio de Jiménez del Teul. ¿Cuán grande será? ¿Pretende inundar tierras agropecuarias productivas? ¿Desplazará poblados? ¿Cuáles impactos tendrá sobre la biodiversidad y los ecosistemas locales? Y en cuanto a la línea de conducción, ¿cuánta energía consumirá el bombeo y rebombeo del agua?

Ahora, con respecto a los beneficios, ¿de verás permitirá la recuperación de los acuíferos que están sobreexplotados en la ZFZG? Veamos. Actualmente hay tres acuíferos que abastecen la zona: Benito Juárez, Guadalupe Bañuelos y Calera. Según los volúmenes concesionados por Conagua, se extrae de estos acuíferos en total 198.3 Mm3/año, lo que se traduce en tasas de sobreexplotación de 1.1 Mm3/año, 2.0 Mm3/año y 80.5 Mm3/año, respectivamente. Con todo, el 42.2% del agua que se extrae de los tres acuíferos no se repone por la recarga media anual.

Según las concesiones de Conagua, la distribución sectorial de las aguas extraídas de los tres acuíferos mencionados es la siguiente: 73% para el sector agropecuario, 20% para consumo público urbano y 7% para el sector industrial. En el discurso oficial la presa Milpillas es para el consumo público urbano e industrial, no para el riego. Así, aunque la obra eliminara por completo la necesidad de extraer agua subterránea para el consumo público urbano e industrial, los acuíferos de la ZFZG seguirían siendo sobreexplotados, ya que las actividades agropecuarias por sí solas consumen más agua que la disponible.

¿Por qué la presa Milpillas no se construye para saciar la sed de las actividades agropecuarias? Pues, sería muy difícil convencer a las y los ciudadanos zacatecanos sobre el mérito del proyecto si se planteara así. En la actualidad, los grandes y medianos agricultores privados acaparan las aguas subterráneas de la ZFZG; reciben el ‘oro azul’ de forma gratuita y sin restricciones, ya que la gran mayoría no cuenta con mediadores, a pesar de ser obligatorio por la ley. Además, las explotaciones agrícolas en la ZFZG exhiben ‘bajos niveles de tecnificación’, lo que quiere decir que desperdician enormes cantidades de agua.

En los centros urbanos también se desperdician grandes cantidades de agua. Se calcula que el 40% del agua manejada por Jiapaz se pierde en fugas y tomas clandestinas. A pesar de lo anterior, la presa Milpillas busca aumentar la oferta del líquido vital en la ZFZG, relegando así a un segundo plano a los esfuerzos por controlar, regular y mejorar la eficiencia del consumo de aguas subterráneas.

Otra dimensión de la problemática que las autoridades rehúsan a reconocer es la injusta distribución del agua en la ZFZG. El agua de mejor calidad, que viene del acuífero Calera, se entrega en mayor medida a los grandes y medianos agricultores privados y a las empresas transnacionales, sobre todo Grupo Modelo; mientras que el agua de los acuíferos Benito Juárez y Guadalupe Bañuelos, que tiene concentraciones de metales pesados por encima de la norma y también ‘sales’ que causan incrustaciones en la tubería, se canaliza en mayor medida al sector público urbano.

Grupo Modelo tiene concesiones para extraer 11.6 Mm3/año del acuífero Calera, o sea 1.5 veces más que la cantidad de agua extraída del mismo acuífero para abastecer la Zona Metropolitana de Zacatecas y Guadalupe. Para esta empresa, ahora subsidiaria de la transnacional Anheuser-Busch Inbev, el agua de Calera es de óptima calidad. A diferencia de otras plantas, donde Grupo Modelo tiene que invertir en procesos de tratamiento costosos (suavización con cal y electrodiálisis), en su planta ubicada a 30 kilómetros de la capital del estado de Zacateas, sólo tienen que meter el agua a un proceso relativamente sencillo de desinfección con ozono.

¿Y qué tal con la calidad de agua que se pretende traer de Jiménez del Teul? Las posibles fuentes de contaminación incluyen residuos mineros, escurrimientos de agroquímicos, aguas negras municipales y lixiviaciones de basureros. En efecto Benjamín de León Mojarro alude a la cuestionable calidad del agua en el río Milpillas cuando menciona la necesidad de construir plantas potabilizadoras, con recursos del erario público y con la participación del sector privado (https://www.youtube.com/watch?v=8_mQ61O7Dik#t=55).

A fin de cuentas, el manejo del agua representa un negocio lucrativo para el capital y el estado neoliberal. No es difícil ver que ésta es la verdadera fuerza motriz detrás de los planes para construir la presa Milpillas. Este proyecto promete dar a los gobiernos locales la posibilidad de manejar presupuestos de miles de millones de pesos y como reza el refrán popular “de la obra siempre sobra”. Implica contratos jugosos para grandes compañías constructoras privadas, protege los intereses de las empresas privadas que actualmente minan el agua subterránea para usarla como un insumo económico, y sirve como un caballo de Troya para mercantilizar aún más el líquido vital y privatizar los servicios públicos de agua potable… a menos que haya resistencia. ■

 

* Docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, en la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo.

[email protected]

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