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jueves, 25 abril, 2024
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Fuero constitucional y prisión preventiva oficiosa: dos figuras que deben desaparecer

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Por: JORGE ADÁN HERNÁNDEZ LÓPEZ •

El fuero constitucional y la prisión preventiva oficiosa son dos figuras que se encuentran en la Constitución de nuestro país y que, en sí, no guardan una relación procesal alguna, es decir, son figuras muy independientes que no tienen que ver una con otra, sin embargo, los aún recientes sucesos “político-criminales”, que han causado furor en Zacatecas, han demostrado que sí puede haber situaciones en que estas dos figuras intervengan juntas, por lo cual, la situación nos ha llevado, a propios y extraños, a analizar la conveniencia de estas dos figuras.

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Por un lado, el fuero constitucional es aquel privilegio del que gozan los gobernantes para evitar ser sujetos a proceso y con ello evaden, desde luego, la cárcel, no importa que su responsabilidad esté comprobada o si cometen un delito en flagrancia; con el fuero simplemente son intocables. Por otro lado, tenemos a la prisión preventiva oficiosa, que es aquella que se les impone a los acusados de delitos “graves” y que, en consecuencia, llevan su proceso “tras las rejas”, sin importar que puedan ser inocentes y resulten absueltos. Como verán, el fuero y la prisión preventiva oficiosa son figuras opuestas; en la primera no hay cárcel, aunque seas culpable, y en la segunda hay cárcel, aunque seas inocente y no se tenga una sentencia en tu contra.

Ambas figuras tienen sus motivos, políticos más que nada, de existir. Primero analicemos cómo y por qué nace la figura del fuero constitucional. Muchas de las figuras legales, instituciones, cargos, etc., son producto de la invasión española, es decir, las primeras leyes de nuestro país estaban bajo la influencia de la corona española; la figura del fuero no es una excepción. 

A partir del México independiente, y hasta hace algunos ayeres, el poder era utilizado para callar voces incomodas; sin la figura del fuero, muchos parlamentarios y gobernantes liberales no hubieran impulsado importantes cambios o reformas, pues su opinión contrastante al régimen establecido los haría ser víctimas de persecución política y encarcelamiento. Entonces, el fuero cumplía con fines políticos y nada más. 

Lo anterior dicho, fue en “otros tiempos”, el fuero ya cumplió y ya caducó. Hoy en día, el fuero lo único que significa es un privilegio de la clase gobernante que hace que queden impunes sus actos, es decir, deja en libertad a muchos delincuentes. Soy de la idea que no hay razón para que exista el fuero; la clase gobernante debe enfrentar a la justicia como cualquier persona; al respecto, los gobiernos más progresistas han realizado la propuesta y han eliminado el fuero, tal es el caso de CDMX, ojalá Zacatecas no tarde mucho en poner a debate el tema.

Por otro lado tenemos a la prisión preventiva oficiosa, que es todo lo contrario al fuero, lo que hace es que se viole el principio de presunción de inocencia y se “encarcele” a personas que no han tenido un juicio siquiera. Funciona de la siguiente manera: la ley hace un listado de delitos “graves” y si alguien es acusado, por alguno de ellos, en automático pierde su libertad, mientras la investigación y el proceso continúan. Muchas de las veces están en prisión preventiva inocentes que estaban en el lugar y momento equivocado (véase “Duda razonable” en Netflix).

La eliminación de la prisión preventiva oficiosa es un tema de mayor debate en todos los aspectos, a comparación del tema sobre la eliminación del fuero. Se tiene la idea errónea, de que, si se elimina la prisión preventiva oficiosa, se va a dejar en libertad a “criminales peligrosos”. La realidad es distinta, pues la propuesta de eliminar la oficiosidad de la prisión preventiva va encaminada a que se debe someter a debate y se debe justificar todo tipo de prisión preventiva, buscando siempre la protección de la víctima, la sujeción a proceso del imputado y una efectiva investigación y proceso y no dar por hecho que todos los imputados de los delitos graves pondrán en riesgo, de la misma manera, lo anteriormente mencionado, es decir no se elimina la prisión preventiva, sino que se propone que someta a debate. 

Si analizamos los últimos delitos que se han agregado a la lista de los que consideramos como “graves” (corrupción e hidrocarburos), nos damos cuenta de que la prisión preventiva oficiosa atiende más a un tema “político” y de “prevención del delito”, que a una garantía procesal; lo anterior a costa de la “presunción de inocencia”.

La eliminación de la prisión preventiva oficiosa desde luego que requiere una mayor preparación por parte de los involucrados en los procesos penales; de los jueces se requiere su objetividad; del MP y la defensa se requiere la capacidad de debatir y demostrar lo que a sus intereses convenga.

La eliminación del fuero y la prisión preventiva oficiosa comparten un aspecto importante, que es el compromiso del Poder Judicial y de la Fiscalía de actuar con responsabilidad y no meter a la cárcel inocentes y no dejar en libertad a culpables. 

Probablemente haya más convencidos en eliminar el fuero que convencidos en eliminar la prisión preventiva oficiosa. En mi punto de vista se trata de dos figuras que se desvían del debido proceso y los derechos humanos.

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