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miércoles, 24 abril, 2024
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■ Historia y Poder

De bibliotecas militares y otras excursiones

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Seguido acudo a la biblioteca militar, antes era un casino enorme, tiene más de 130 años el lugar, es fascinante, todas las bibliotecas del mundo tienen algo de misterio, en su lugar entrañan los sentires de la humanidad, sus batallas, hazañas, lágrimas o descubrimientos, leyendas y sobre todo, historia, la divina historia mal contada, mal enseñada, súper escondida.

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Muchas de las veces acudo con mis propios libros que conseguí con mucho esfuerzo, los que me costaron y tenía o tengo un compromiso con ellos, revisarlos, traspasarlos, trascribirlos, rayarlos, entender su contenido, una y otra vez, y lo disfruto.

Obviamente en la biblioteca militar tengo mis filas enormes de documentos propios que logro asimilar e identificar, me maravilla la historia de médicos egipcios vistos en Italia hacia 1944 y al decir de muchos con 184 años y 220 años de edad gracias a la “cánora cabruna”, un extraño elixir que les permitió vivir y permanecer jóvenes a través de los decenios o siglos.

Es una biblioteca atípica, puedo meter bebidas, comida, frutas, chicharrones, medicinas, hablar por cel o poner las noticias con volumen bajo cel, es inmensa y entablo conversaciones con el personal militar, tanto hombres como mujeres, y hablamos de todo, del gobierno federal, de la disciplina militar, de la situación del país, del talento de padres e hijos para estar al frente de tan importante institución a través de los años, afloran anécdotas, hechos de heroísmo, detalles de una disciplina que es, a veces, inverosímil, o de verdad extraña para nosotros.

Mi padre fue militar, egresado del H. Colegio Heroico Militar, Guardia Presidencial, ex marine, por lo que la afinidad o empatía hacia lo militar lo traigo en la sangre. En estos días he platicado, -luego de estudiar varias horas- con algunos elementos que cuentan de accidentes en helicópteros en Chihuahua en el año 2000, en el combate de plantíos de amapola o mariguana, y enfrentando a los entonces policías federales súper armados defendiendo a los cultivadores, pero provocando accidentes que luego inhabilitaron a elementos que hasta la fecha se la pasan entre los hospitales militares rehabilitándose.

Otras compañeras me cuentan de la simpatía con las nuevas autoridades nacionales; otros que todo sigue igual, que ellos tienen una disciplina, uno de ellos me contó la siguiente: nos hacen comer a un batallón de 34 soldados nuestra comida en 3 minutos, si uno se pasa en una cucharada de más, un segundo, a todos nos hacen hacer 30 lagartijas y mire, nadie se ha muerto nunca ni vomitado, nada malo sucede, si quiere usted cambiar sus hábitos, trate 21 días, con ello basta para que el cuerpo se acostumbre.

Le cuento que yo una vez haciendo mi servicio militar para conseguir mi cartilla para viajar al oriente, un teniente me pasó su arma de cargo mientras corríamos del campo Tlauixcan hacia el cuartel y mientras íbamos trotando unos 50 conscriptos, el teniente sacó tortillas, queso y aguacate y empezó a comer, yo le decía: no es posible mi teniente, y él me contestaba: “a todo hay que acostumbrar al cuerpo mi tractor”, refiriéndose así a quien esto escribe pues ese era mi mote entre mis compañeros, todo esto sin dejar de prácticamente correr y sin parar ni un instante.

Lo que he leído en la biblioteca me ha dejado pasmado, pues he visto documentos muy sagrados para el pueblo zacatecano y potosino, apunto, desgloso, cito la fuente, hago fichas, trascribo y me maravillo con infinidad de datos nuevos que hacen que ambos pueblos sean líderes en mi memoria regional que sabe que cada pueblo tiene su singularidad, su desafío, su destino y su implacable y singular historia.

Propongo que poco a poco vaya dando retratos de lo que leo con el compromiso de que los lectores también se comprometan a seguir hurgando sobre la maravillosa historia, no solo la tragedia de sus guerras o epidemias, sino un acercamiento de lo real maravilloso de su gente, artistas, humanistas, gente sencilla del pueblo haciendo las maravillas a cada pulgada de su territorio.

Pronto se cumplirán 10 años de escribir para LA JORNADA ZACATECAS, un decenio donde he intentado con toda libertad escribir cuánto me ha maravillado la historia de Zacatecas y su hermandad con los pueblos del mundo y lo advertí desde el principio: todo lo que el lector quiera imaginarse que sucedió en la historia de Zacatecas en más de mil años, sucedió, aconteció. Por más loco o fantasioso que se imagine, de verdad, fue real, nuestra imaginación no alcanza a descifrar los millones de episodios cuasi fantásticos y verdaderos que han acontecido en este lugar donde se lee con orgullo: Zacatecas es mi patria y que lo demás sea mi mundo.

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