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viernes, 29 marzo, 2024
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Ayotzinapa ¿cómo avanzar en la democratización interna de la movilización en Zacatecas?

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Por: RICARDO BERMEO •

La “revolución simbólica” en curso (con modos siempre diversos, según las escalas: “local”, “nacional”, “mundial”), nos plantea una serie de cuestiones complejas, que tienen que ver, también, con las cosmovisiones  -paradigmas-,  con que interpretamos el conjunto de acciones y reacciones generadas por ese crimen de lesa humanidad/crimen de estado, cometido por una red político-criminal instituida, cuyo epicentro en este caso fue Iguala, Guerrero, pero, cuyo entramado, ha avanzado, desde años atrás, sobre mecanismos y territorios, hundiéndonos en una “crisis humanitaria” de larga duración.

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De nuevo, la sociedad que somos, con distintas posiciones, respuestas -y ritmos-, se encuentra atravesada por una polarización fundamental. La aproximación y claves conceptuales que habitualmente empleo aquí, están sujetas a debate, como todas las otras. Por un lado, el polo del imaginario social dominante (propio del “nuevo ogro filantrópico”, del neoliberalismo armado, del fundamental control mediático). Mientras, en el otro polo, germina -de nuevo- un imaginario político democrático (parte de un proyecto de autoinstitución de la sociedad, lúcido, permanente, explícito), reinventado, y convertido en fuente de creación de nuevas significaciones por esa parte de la sociedad que lucha contra el yugo que nos mantiene prisioneros a ésta…“nuestra tragedia persistente”.

Brevemente, se trata de una distinción, que va más allá de aquella entre izquierda/derecha. Recordemos que esta última se establece -históricamente- con las revoluciones europeas de 1848, cuando una suerte de “democracia social” fue traicionada, por los partidarios de la democracia liberal, escindiéndose en dos “modelos” distintos. La democracia social, se reinventa en 1871, con la primera revolución social es la “Comuna de París” (exterminada por la reacción conservadora). Durante todo el siglo 20, después de la Revolución Rusa en 1917, democracia e izquierda, se encontrarán “divorciadas”. Para unos, marxismo-leninismo, maoísmo, y otras vertientes, la democracia, era considerada como “burguesa”, mientras que, para quienes se orientaron por la socialdemocracia, la democracia era groseramente confundida, con la democracia liberal-representativa. Confusiones que continúan hoy, (a pesar del zapatismo, o, más recientemente del… “dicen que es democracia pero no lo es” señalada por los indignados en España, y de otras experiencias).

Las diversas vertientes surgidas de 1968, tampoco lograron resolver -en el campo socialhistórico- ese divorcio entre democracia e izquierda. La socialdemocracia rindió sus armas a la democracia liberal-representativa (que no es democracia, sino una “oligarquía liberal”), convirtiéndose al neoliberalismo (Tercera vía, etc.). Mientras que la mayoría de las izquierdas no institucionalizadas terminaron en guetos, o se “onegeizaron”, o se refugiaron en el amplio abanico de “los movimientos sociales”, luchando en defensa de intereses específicos. Olvidando, por regla general, las prácticas y las concepciones democráticas radicales efectivas (salvo algunas notables excepciones, que sería necesario valorar con detenimiento). Por lo demás, se trata de una ausencia de democracia, que no es privativa de los partidos políticos.

De este “cuadro”, se derivan dilemas éticos/políticos de primer orden, por ejemplo, que relación establecer con los “estalinismos embozados”, y otras derivas no democráticas.

El resultado. Nos encontramos muy mal situados, tanto para diagnosticar como para proponer soluciones efectivas, si es que coincidimos en que la clave central de la discusión política, sobre cómo podemos construir una desembocadura eficaz a la crisis que actualmente vivimos en México, pasa, necesariamente por la creación de un nuevo imaginario democrático.

Se trata de situar en el centro del debate, los modos en que lograremos enraizar efectivamente en las prácticas cotidianas, la “ruptura  democrática”, en el día a día, y no sólo de enunciarla en nuestros análisis, siempre necesarios, sin duda, especialmente cuando apuntan a recuperar el sentido estratégico de la lucha, pero, insuficientes si no parten del reconocimiento -autocritico- de este nivel previo, anterior, como una condición necesaria –aunque no suficiente- de esa creación humana, que partiendo de las condiciones dadas, busca activamente conseguir que una mayoría social se implique -efectivamente- en la revolución democrática que la situación actual nos plantea.

Un vocero estudiantil de la UAZ, sintetiza lo que intente expresar, cuando en referencia a las asambleas estudiantiles dice… “ya son un pedacito de eso otro”, donde se escucha lo que otros dicen, sin intentar imponer el pensamiento propio. Agregando “estamos aprendiendo medianamente lo que es la democracia” pues nada más alejado de ella que lo que se enseña en las escuelas y las familias. Añadiendo, “eso queremos que sea el futuro, escucharnos, tomar acuerdos, mantener el acuerdo, privilegiarlo, y sobre eso construir la democracia”.

Las conclusiones de esa mesa, (ver enlace) resumen de manera muy precisa, mis propias interrogaciones. Ahí, revisaron también las movilizaciones, su cobertura mediática, su carácter pacífico, su impacto, las incomodidades que generan. Finalmente… “se coincidió en que no son suficientes, y se hace necesario buscar otras formas de manifestación de la inconformidad…”

La tarea apenas comienza: la ¡democracia real ya! Es nuestro principal desafío inmediato. ■

 

http://ljz.mx/2014/11/20/jovenes-denuncian-deshumanizacion-y-fracaso-del-sistema-capitalista-en-mexico/

https://www.facebook.com/coordinadorazacatecana.caravananacional

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