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lunes, 21 abril, 2025
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Contexto y acción: entre la guerra global y la guerra local

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Por: RICARDO BERMEO •

Una nueva vuelta de tuerca. Ante la urgencia absoluta impuesta por la grave situación en que nos hemos sumergido en esta tercera década del siglo XXI, advertimos cómo, con desesperante lentitud, desde la plural y diversa sociedad mundial contemporánea, de la que somos parte total, (una vez atravesada la cuestión nacional), como habitantes -y, aspiracionalmente, como “ciudadanos del mundo”- comienzan -aquí y allá- movilizaciones por la paz, con claras señales encaminadas a recobrar la lucidez colectiva ante guerra, y ante la amenaza que debería ser percibida como “más real que la realidad” de una posible conflagración nuclear. 

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¿Estamos dando acaso seguimiento a la manera en que, poco a poco, van prendiendo las protestas contra la guerra?, sabemos de las movilizaciones antibélicas que se suceden con frecuencia, cada vez más rápida, en distintas latitudes (Zacatecas incluido), ¿conocemos sus resultados?, por desgracia -aún- parecen insuficientes, si bien su importancia es de carácter acumulativo, y como detonantes de procesos de construcción de una paz constituyente, de movimientos capaces -en su convergencia compleja- de reorientar la descomposición política, social, cultural en curso, uno de cuyos síntomas es la creciente disposición para alimentar y sostener una guerra mundial -que alteraría la violencia local- al proliferar la lógica propia del imperio del caos. 

Desde el inicio de la guerra de Rusia contra Ucrania se expresó una fortísima división entre quienes consideran necesario enfrentar a Rusia, como responsable de la invasión y de todo lo sucedido en esta guerra, y quienes consideran que aun cuando nada justifica esa ilegal invasión debe realizarse un análisis objetivo de las causas efectivas, que permitan situar con claridad las responsabilidades compartidas entre ambos bandos, advirtiendo que la constante expansión de la OTAN, cruzando reiteradamente las líneas rojas de la seguridad nacional rusa, entre otras acciones más o menos controvertidas, incluyendo el objetivo encubierto de desgastar a la potencia militar rusa, lo que en su conjunto determinó la ilegal invasión. También deben considerarse, y muy especialmente, las consecuencias, así como las posibles salidas a la confrontación bélica. Lo que vuelve la tarea de fijar los términos de una negociación para establecer la paz, en un trabajo complejo. Esa división (y esta lectura es -igualmente- crucial) pulverizó, literalmente, a la izquierda europea, y con diversas formas, a la izquierda a escala mundial, dividiéndola en dos bandos.

Mientras aquí en México, este 18 de marzo, se realizará una gran manifestación con motivo del día de la expropiación petrolera, acción masiva que forma parte del conflicto político entre los partidarios de la 4T° y sus opositores, después de estos últimos hicieron la masiva manifestación en “defensa del INE”; ambas acciones forman parte de una dinámica político-electoral de cara a las elecciones del 2024, dinámica que, con todas sus múltiples y diversas articulaciones, a nivel internacional y nacional, incluye necesariamente la compleja “dialéctica” entre la guerra global -en curso de aceleración-, y la guerra local, incluyendo los distintos frentes de la misma, bastaría con retomar la famosa frase de Clausewitz para advertirlo: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, más allá de si su desarrollo teórico da cuenta y razón del caso concreto nuestro o de qué otras teorías serían necesarias para lograrlo, lo fundamental es que se requiere ese tipo de interpretaciones teóricas (un esfuerzo reciente muy importante es el de Claudio Lomnitz en un seminario del Colegio Nacional), estos abordajes nos permiten, en un horizonte bélico tan grave como el actual, ligar los prolegómenos de esta -¿posible?- Tercera Guerra Mundial -en curso-, con la violencia y el conflicto local, buscando comprender la situación, así como para intentar anticipar las fuertes consecuencias posibles de guerra global, sobre la “confusa guerra local” que padecemos en México.

El curso bélico actual, que ha sido en parte anticipado por los teóricos de la economía-mundo, responde a mi juicio, a la siguiente lógica: En la disputa por la hegemonía mundial, Estados Unidos y los países de la Alianza Atlántica -ampliada-, buscan mantener el status quo, sosteniendo la hegemonía unilateral de Estados Unidos; esa coalición, mediante una guerra híbrida, en constante preparación, dirigida principalmente por Estados Unidos, tiene en la mira descarrilar la entronización de China como nuevo hegemón, así como impedir un multilateralismo que dé cabida a otras potencias regionales hoy subordinadas a la jerarquía establecida desde la segunda guerra mundial, y particularmente, después del derrumbe de la URSS, la hegemonía se amplió con la expansión de la fase neoliberal, pero enfrenta ya límites infranqueables, además de los impuestos por el ascenso del gigante asiático. de ahí la decidida e imparable torsión hacia la guerra. Así, la dinámica actual permite entender cómo Rusia ha sido conducida a la guerra contra Ucrania, en parte por la lógica propia de su particular “capitalismo político”, pero también como una provocación llevada a cabo con el objetivo declarado de “desgastarla” reduciendo su capacidad para intervenir en el conflicto contra China.

Este mismo 18 de marzo, día de la expropiación petrolera, en Estados Unidos ese fin de semana coincide “con el 20 aniversario de la criminal invasión estadounidense de Irak”, como dice, una nueva convocatoria para manifestarse contra la guerra, realizada por numerosas organizaciones y movimientos sociales progresistas, para manifestarse en 11 ciudades de Estados Unidos en contra de la guerra: Fresno, CA, Los Ángeles, CA, San Diego, CA, San Francisco, CA, Minneapolis, MN, Seattle, WA, (entre otras), incluida una manifestación en la Casa Blanca en Washington, DC, en la convocatoria sostienen en el segundo párrafo lo siguiente:

“La administración de Biden está decidida a intensificar la guerra de Ucrania. El verdadero objetivo del armamento masivo y el entrenamiento de las fuerzas ucranianas no tiene nada que ver con los intereses del pueblo ucraniano, ruso o estadounidense. En cambio, el objetivo es ‘debilitar a Rusia’, como declaró el propio Secretario de Defensa de los Estados Unidos, incluso a riesgo de una guerra nuclear catastrófica que podría terminar con la vida en la Tierra. Un general estadounidense al mando de 50.000 soldados en el Pacífico también emitió una carta a sus subcomandantes en los últimos días informándoles que cree que Estados Unidos estará en guerra con China dentro de dos años. ¡El peligro de una guerra global está creciendo! ¡El pueblo debe actuar!”.

La manifestación hará conexiones entre el costo humano y financiero del militarismo estadounidense en el país y en el extranjero. Las demandas clave incluyen (entre otras):

Paz en Ucrania – ¡Negociaciones, no escalada!

Abolir la OTAN – Poner fin al militarismo y las sanciones de Estados Unidos contra Siria, Cuba, Zimbabwe, Venezuela, Etiopía, Eritrea, Irán y muchas otras naciones.

¡Financie las necesidades de la gente, no la máquina de guerra!

¡No a la guerra con China!

¡Poner fin a la ayuda estadounidense al apartheid racista de Israel!

¡Lucha contra el racismo y la intolerancia en casa, no en otros pueblos!

¡Estados Unidos fuera de Haití!

¡Fin AFRICOM!

¡Fin al asedio a Siria!

Liberar a todos los presos políticos: Mumia Abu-Jamal, Julian Assange, Leonard Peltier y muchos otros.

A pesar de la cantidad de organizaciones convocantes, no sabemos si serán capaces de lograr concentraciones masivas; desconocemos también otros parámetros que nos permitan comprender mejor estas movilizaciones, pero nada puede impedir que aquilatemos su enorme y valiosa contribución, estudiando sus planteamientos, alianzas y resultados. Debemos de seguir, atentamente, todas estas movilizaciones contra la guerra, clarificar la “dialéctica” entre la guerra global y la local, conscientes de que habitamos una época inédita en la historia (nunca antes habíamos tenido esta escalada con armamento tan destructivo, listo para ser disparado, con mecanismos de seguridad falibles que podrían llegar a ocasionar “por accidente o por diseño” el Armagedón nuclear). Es indispensable abocarnos a la elucidación estratégica en torno a las posibilidades de construir salidas a la deshumanización, locura y horror, evitando, hasta donde sea posible, la falta de discernimiento propio acerca del enfrentamiento bélico en curso. Necesitamos generar contexto y acción, con la mira puesta en desmantelar la capacidad destructiva de los distintos bandos que sostienen “cueste lo que cueste” la sangrienta determinación de continuar la guerra. 

Ver: https://www.answercoalition.org/protest_march_18_19_peace_in_ukraine_say_no_to_endless_u_s_wars

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