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sábado, 20 abril, 2024
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300 años

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Por: CATY MONREAL PÉREZ •

Cada año, Naciones Unidas (ONU) lleva a cabo la reunión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés), un espacio que sirve para coordinar la agenda global. En ella, los y las representantes de los Estados miembros de la ONU evalúan el progreso en igualdad de género, identifican desafíos, establecen normas y formulan políticas concretas a nivel mundial. La participación en esta Comisión ha sido vital en fijar las agendas nacionales en materia de igualdad. 

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Este año el tema prioritario a impulsar ha sido la llamada brecha digital y tecnológica. En particular aquella enfocada a la innovación y el cambio tecnológico en materia educativa como un impulsor de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas. Debemos recordar que nos enfrentamos a un mundo post covid en el que el encierro por pandemia nos afectó desproporcionadamente. Creció la violencia que enfrentamos de forma física, ya que la violencia doméstica y el feminicidio siguieron creciendo durante la pandemia, a la vez que se hizo obvio que existía una importante brecha digital para mujeres y niñas. 

De acuerdo con datos de INMUJERES, en 2019, en México el 59.2% de las mujeres no utilizaron computadora alguna, laptop o tablet ni en casa o fuera de ella. La brecha era más profunda en las zonas rurales, donde 77.7% de las mujeres no usó estos dispositivos. Esta desigualdad, además, trae consigo un efecto avalancha, ya que la tecnología afecta todos nuestros derechos. Cuando hablamos de la brecha digital estamos hablando de acceso a la salud, información, educación y economía. 

La Organización de los Estados Americanos define tres peligros como consecuencia de esta brecha digital: el acceso, uso y los peligros a los que están expuestas mujeres y niñas. En la CSW se expuso cómo la violencia digital crece, incluyendo la violencia política contra las mujeres en espacios digitales, el acoso y hostigamiento, el revelar datos privados o extorsiones sexuales en el espacio digital. Las redes sociales se vuelven cada vez más espacios de vulnerabilidad, donde se ejecutan técnicas de «captación» por parte de redes de trata y pedofilia. 

En nuestro país, esa es una de las razones por las cuales se ha avanzado en la creación de la Ley Olympia, así como el reconocimiento jurídico de la violencia digital contra las mujeres. Pero el desconocimiento por parte de la sociedad, las involucradas, y el mismo gobierno, sigue siendo muy evidente. El 32% de las mexicanas no tiene acceso al espacio digital, y datos que deberían preocuparnos mucho: el 89.7% de los establecimientos MIPymes, propiedad de una mujer, no cuenta con equipo de cómputo, y 91.3% no tenía servicio de internet para la operación del negocio. ¿Cómo podemos esperar que las mujeres tengan oportunidades de crecimiento, si el espacio digital es un espacio violento para ellas? La inteligencia artificial, el comercio en línea, los trámites de gobierno digitales… estas no son actividades del futuro, son actividades que se llevan a cabo en este preciso momento, y que cada vez rigen más nuestras vidas. 

El riesgo es que al menoscabar la brecha digital de género, dejarlo para mañana, nos haga retroceder 300 años. 

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