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viernes, 19 abril, 2024
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El amor y la emblemática de Otto Vaenius

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Por: Salvador Lira •

La Gualdra 562 / Arte

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La emblemática es un género artístico–literario que proliferó a partir del siglo XVI, fundamentalmente con la publicación del Emblematum Liber de Andræ Alciato. La estructura denominada emblema triplex fue conformada por una producción visual (pictura), un poema (pôesis) y un lema o mote, recuperado de la tradición clásica o judeocristiana. Amplias fueron su recepción, difusión y reformulación en todo el Occidente, abarcando diferentes tópicos, como el concepto de Estado, el hermetismo neoplatónico y el amor.

Sobre este último tópico, quizá la obra más característica es Amorum divina emblemata… por Otto Van Veen, mejor conocido como Otto Vaenius, quien fuera maestro del también renombrado pintor Peter Paul Rubens. Nació en Leiden en 1556 y se caracterizó por ser un pintor y dibujante humanista creador de varios libros de emblemas. La obra en cuestión fue publicada en 1608, con múltiples reediciones políglotas, con interlocución en poemas tanto en latín, como en lenguas modernas. Luis de Toledo fue el responsable de traducir los versos al castellano, conjurando una fortuna de estructura poética según la tradición, ya fuese a través de décimas o sonetos.

La idea del amor que se inscribe en el Amorum divina emblemata… combina una suerte de consideración o dicotomía hermética entre el amor profano y el amor sagrado. La nostalgia o melancolía, producida por el saber y el movimiento del sentimiento, se realiza a través de la imagen mítica de cupido, quien en perspectiva es la imagen central de la pictura, así como el sujeto de las acciones y emociones del amor. Este se relaciona con otros elementos iconográficos, que dan cuenta de distintas funciones y referencias simbólicas, dando pie a una reflexión de carácter moral.

Tómese el ejemplo del emblema LXVII. La pictura es un pequeño cupido que lee una carta, sentado sobre un montículo y postrado a la sombra de un árbol. A un lado se encuentra su arco y flecha, mientras que un viejo le entrega otro mensaje, quien se encuentra en dirección opuesta a las entradas de una ciudad con castillo. El mote central es de Cicerón, Litteris absentes videmus, que significa “En las cartas vemos a los ausentes”. En la edición de 1608 se integra un epigrama latino, una explicación de Séneca y dos estrofas en alemán y en francés. En el caso de los versos modernos, se reproduce una sentencia a la manera de mote, jugando así con el ajuste del sentido, puesto que en el francés dice La Lettre parle o “La carta habla”. El sentido central del emblema, que se explica en la sentencia de Séneca, es cómo a través de la memoria se resguardan los sentires de un más allá, que quizá por breve tiempo habría podido caer en el olvido. De esta manera, el viejo es un heraldo que trae de diversas dimensiones las ideas y el recuerdo, como imagen al “volver a pasar sobre el corazón”. La versión castellana de Luis de Toledo recupera el sentido de prisión y el paso entre las emociones, que en perspectiva genera saudade: “[…] ya por imaginaria diligencia, / o por cifrarse ya en breves renglones / de un billete, el dolor del pecho triste / si en descubrir su mal su bien consiste”.

 

*UAEH-UAZ.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_562

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