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jueves, 28 marzo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / Dos recomendaciones discográficas

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

Para esta ocasión, tengo el propósito de hablar y recomendar dos discos abismalmente diferentes entre sí, pero que espero resulten de su agrado. El primero de ellos es:

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El Tri_Simplemente

Simplemente (1984), El Tri

Muchos años antes de que adoptara las posturas mediáticas y comerciales que en la actualidad le caracterizan, El Tri lanzó algunos discos interesantes que, aunque haya quienes no lo quieran aceptar, decían lo que pensaba un importante sector juvenil prácticamente segregado. Uno de ellos es Simplemente, primer álbum de estudio de la banda ya con ese nombre, salido al mercado en 1984 y conformado por ocho temas, algunos de los cuales resultaron verdaderos éxitos en su tiempo, pero la mayoría, por no decir la totalidad, indiscutibles clásicos del rock mexicano.

En el disco, la banda de Alex Lora nos habla de situaciones que, ciertamente, les acontecían a los chavos de aquellos años y que formaban parte de su cotidianeidad; vivencias que resultaban ajenas o hasta perniciosas para los adultos maduros de la época. Escuchamos, por ejemplo, el plan frustrado de reventón, vivido por el vocalista y Sergio Mancera, en lo que parece ser la noche de un viernes (Sópleme usted primero). Con el genial estilo que por aquellos años le caracterizaba, encontramos también la lamentable y aún dolorosa tragedia acontecida en San Juanico en el 84, en la que Lora cuestionaba a las autoridades y nos ponía a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, o el milagro de estar vivo (San Juanico).

En Simplemente, los integrantes de El Tri hacen manifiesta no sólo su adicción al rocanrol (Vicioso), sino también su entrañable relación con Juanita. Aquí encontraremos también una de las más poéticas canciones del rock mexicano, escrita, claro está, por Alejandro Lora, misma que lleva por título Triste canción, pero no sólo eso, la obra discográfica rinde tributo nada más y nada menos que al gran Profeta del Nopal, me refiero por supuesto al maestro Rockdrigo González (dgm), de quien interpreta la legendaria canción Metro Balderas. El disco se adereza con otros dos temas, el de Agua mi niño, que alude a la cervecería que seguramente por aquellos ayeres solían frecuentar y que era atendida por su amigo Fidel; la otra es una canción que escandalizó en su momento a las mentes más conservadoras, y que aun hoy sigue provocando cierto prurito, me refiero a Violencia, drogas y sexo, pero que a final de cuentas no era más que una crítica a las estrategias de marketing que hacen las importantes casas productoras o las grandes empresas televisoras, con el propósito de vender sus productos.

En aquel memorable disco tocaron Mariano Soto, en la batería; Rafael Salgado, en la armónica; Arturo Labastida, en el saxofón; Sergio Mancera, en la guitarra, y Alejandro Lora, en el bajo y la voz. Sin duda, esta producción es una de las imprescindibles del rock hecho en México.

https://www.youtube.com/watch?v=Z8qM-S8TYis

 

El otro disco que deseo recomendar para esta ocasión no es precisamente de rock, pero posee en buena medida su espíritu; me refiero a:

Corvus Corax_Seikilos

Seikilos (2002), Corvus Corax

Aquí deseo hablar de la producción Seikilos[1], de 2002, autoría de la agrupación alemana Corvus Corax[2], exploradora de ritmos y danzas antiguas, mismas que recrean con un aire contemporáneo, al servirse de instrumentos antiguos, generando atmósferas que si bien, nos llevan a los países nórdicos durante la época medieval, también nos ubican en nuestro tiempo, al utilizar cuadraturas utilizadas comúnmente en el rock.

Corvus Corax ha variado de integrantes a través de su historia, pero encontramos que ha sido conformado por Castus Rabensang, en voz, gaita, biniou, shawm, bombarda, bandurria, trompeta marina y zanfona; Venustus Oleriasticus, en el cornetto, gaita y shawm; Hatz, en el schlagwerk; Harmann der Drescher, en el schlagwerk; Martin Ukrasvan, en el davul y los timbales; Pan Peter, en la gaita y el shawm; Ardor von Venushügel, en la gaita, el shawm y la trompeta marina; Patrick der Kalauer, en el davul y los timbales; Meister Selbfried, en la gaita, el shawm, la bombarda y la flauta; Der heilige St. Brandanarius, en la gaita, el shawm y la bombarda; Donar von Avignon, en el davul, y Strahli der Animator, en el schlagwerk.

El disco al que me refiero esta vez es intenso, mas no deja de invitarnos a cerrar los ojos para disfrutarlo más plenamente; los instrumentos son ejecutados de manera impecable y sus sonoridades rompen con lo común y habitual, brindándonos una experiencia extraordinaria. No puedo negar que algunas piezas me recordaron a otro clásico interesante como lo es Dead Can Dance, no obstante, el ímpetu de Corvus Corax es muy diferente al de los británico-australianos. Los alemanes, me da la impresión, tienen la intención de conmovernos y llenarnos de la energía que por aquellos siglos lo hacían los paganos que bailaban aquellas danzas prohibidas, casi heréticas. Asimismo, nos sugieren pasajes de la mitología nórdica, aunque con un aire más universal.

He de confesar que no he escuchado la discografía de esta interesante agrupación, a lo mucho escuché un concierto en el que se hacía acompañar de una orquesta sinfónica, y que fue el gancho para querer conocer un poco más sobre ella, al lado de una nota periodística que vi, donde anunciaba un par de conciertos en la Ciudad de México, mismos que despertaron gran expectativa. Debo decir que si bien, la música por sí misma es un verdadero deleite, ver a estos músicos en sus presentaciones conlleva un espectáculo extra, ya que suelen salir al escenario ataviados con vestimentas y accesorios muy propios de la época y la región a la que se enfocan, imprimiéndole a sus conciertos un agradable toque de teatralidad. La verdad, no puedo menos que recomendar ampliamente esta producción discográfica, apta hasta para los momentos de lectura.

https://www.youtube.com/watch?v=6CNQOJS_uDs&list=PL77439505059B5F31

 

 

[1] Nombre que se refiere a una melodía grabada como epitafio en una lápida localizada en Turquía, y que es considerada como la obra musical completa más antigua de la que se tengan registros, ubicada en el año 200 antes de Cristo, aproximadamente.

[2]Del latín “cuervos comunes”.

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