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viernes, 26 abril, 2024
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Momo

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Por: Armando Salgado •

La Gualdra 508 / Río de palabras

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En julio de este año tuve un episodio de ansiedad. Se sumó a la angustia por no saber que padecía una disfunción de la articulación temporomandibular, que me llevó a dos tratamientos: uno viral y otro que incluyó antibiótico; una visita al dentista que a su vez me dejó de tarea una radiografía panorámica maxilar y la conclusión de que era estrés. Lo anterior se envolvió con una salmonella que revivió por las bajas defensas que la preocupación excesiva ocasiona. A las pocas semanas tuve Covid. Después de recuperarme del Covid Momo se me cruzó justo en una pendiente cuando íbamos a la caminata vespertina y fue el freno final para permanecer quieto 15 días, en lo que cicatrizó la marca de sangre que el piso me obsequió en la espinilla y parte de la rodilla derecha. Si no era por la buena tuve que encontrar cierto reposo a la fuerza. Ahora que se va el 2021 pienso en la paz interior que tanto mencionamos pero que alejamos con nuestras prácticas llenas de presión e inyectadas de velocidad infinita, porque somos educados para no parar, para responder mensajes en la noche, para revisar las redes sociales a cada minuto, para cumplir al pie de la letra las normas que construimos desde la perfección y la puntualidad. Pienso en las cosas que me dan paz: estar con mi familia y relatar momentos agradables y los que a la distancia se vuelven gratos, aunque fueron piedra en el zapato cierta vez; viajar con la mujer que amo, Gorety, viajar hacia dentro de nosotros y hacia el futuro, pero sobre todo cruzar el presente tomados de la mano mientras el mundo rueda; Momo, peludo y calientito, nos relaja cuando vamos de un lado a otro reconociendo los tonos verdes que el bosque comparte. Momo es la medida de los muchos perros que he tenido. Hace poco soñé a Niebla: estaba en la puerta de la casa del centro, en Uruapan, la vi recibirme, blanca, negra, alegre y saltarina, la vi tan limpia que mi sueño se llenó de paz. La abracé. Pienso en El Manchas, dicen que se lo llevaron a una huerta de aguacate. La última vez que lo vi se sentó a mi lado y me miró toda la noche mientras yo dormía, creo que no pegó sueño en sus párpados porque me desperté un par de ocasiones y lo veía atento, vigilando mi cansancio, consciente de nuestra despedida. Mis perros y la calma. El amor y el sosiego. La familia y la templanza. La salud y la armonía. Pienso en el 2022, será un buen año. Por cierto, el nombre de Momo, por sí solo me produce paz. 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-508

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