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viernes, 29 marzo, 2024
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Momento de traiciones y definiciones

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Por: Elisur Arteaga Nava •

AMLO, por razón de la iniciativa de reformas a la Constitución política en materia eléctrica que presentó, radicalizó su discurso. Llevó al extremo su acción política. También definió su actuación. Al hacerlo, puso sobre aviso a la opinión pública. Consciente o inconscientemente ha dado motivo a que los actores políticos se vean orillados a definirse, a tener que abandonar las medias tintas. En este periodo ordinario los legisladores federales deben decidir y pronunciarse por aprobar o rechazar lo que se les propone. No tienen más alternativas.

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Los grandes inversionistas en el ramo saben que están en juego sus intereses. Están poniendo todo su esfuerzo por impedir que la reforma pase. Para ello buscan que los legisladores de oposición se definan y, llegado el momento, que lo hagan a su favor. Ello implica que ejerzan la facultad que sus electores les confiaron en la elección del pasado mes de junio: impedir que avancen las reformas de AMLO.

El PAN, y en menor grado el PRD y MC, están conscientes de que se han convertido en la oposición real; que son las organizaciones políticas que pueden encabezar un auténtico esfuerzo de oposición. El PAN pretende asumir el liderazgo. Lo podrá lograr si define su ideología, afina sus metas, se reagrupa y determina con qué aliados trabajar. Por haber ratificado a sus dirigentes, los que fueron responsables del fracaso en las elecciones de junio pasado, no da lugar a tener muchas esperanzas.

Los del PRD, por ser responsables involuntarios de la formación de Morena, pues fueron inconformes de él los que lo formaron, tienen un odio natural a los disidentes que los abandonaron. A pesar de decirse de izquierda, no pueden ver a sus antiguos camaradas detentando el poder presidencial que no pudieron alcanzar. De ellos, por su ideología de izquierda, sería de esperarse que aprobaran la iniciativa relativa a la reforma eléctrica. No lo harán. Terminará por imponerse la pasión sobre la razón política o la ideología partidista. Los perredistas serían los últimos en aceptar colaborar con los morenos.

La actuación de los legisladores del PRI no depende de ellos o de sus dirigentes. Mucho menos de su programa e ideología política. No la tienen. No lo es medrar y sacar beneficio del ejercicio de un cargo público o de la posesión del poder político. La forma corrupta como ejercieron el poder les impide actuar libre e independientemente. Su suerte está en las manos de AMLO y del fiscal general de la República.

En el pasado actuaron persiguiendo un beneficio económico; ahora, para ponerse a salvo de la cárcel o el destierro. Su presidente, Alejandro Moreno, ha dicho: “Al PRI no lo presiona nadie”. Pronto verá que sí. Esa declaración pudiera ser una rendición de la plaza. Es un mensaje: no nos hagan nada y colaboramos. Olvidarán que ellos, por unanimidad, en 2013 aprobaron el marco constitucional en vigor y que, para poder hacerlo, por ser contraria a su ideología partidista, modificaron sus estatutos.

Los priistas, por sí, políticamente, no valen nada. El papel del PAN, y en menor grado del PRD, está en presionarlos para que, a pesar de las amenazas que hay sobre ellos y de lo afirmado por su presidente, se sostenga como parte del bloque que es oposición real; además obligarlo a que sea congruente con su programa político. Llegado el caso, untarle en la cara su desvergüenza, su traición a la democracia, a su ideología y a México. Deben recordarles que la titularidad de la desvergüenza política corresponde en exclusiva a los del Verde Ecologista.

Los legisladores, sin importar el partido político, deben tener claro la incongruencia garrafal que se les está proponiendo; la que contiene la iniciativa en materia energética. El artículo 25 constitucional establece un principio general: la competitividad como condición necesaria para generar crecimiento económico en todas las materias; en cambio, en aquella, sus autores se inclinan por la existencia de un monopolio en el sector eléctrico.

Lo anterior implica dos posibilidades: una, que los autores de la iniciativa desconocen el contexto constitucional, lo que sería imperdonable; la otra, que son esquizofrénicos: que un hemisferio de su cerebro no sabe lo que está haciendo el otro. Lo que resultaría gravísimo.

Volviendo al PAN. Su membresía es más preparada. Cuenta con un nivel de estudio superior al que tienen los miembros de los restantes partidos políticos. Es más crítica y pensante. Eso hace que el oficio de sus dirigentes, ideólogos y miembros que ocupan algún cargo de elección popular, sea más difícil, objeto de mayor control y supervisión.

Dentro del partido nadie tiene la autoridad suficiente para poner orden a sus miembros; ninguno goza del ascendiente para mediar en los conflictos que se presentan entre ellos. Los gobernadores que han entregado el poder no han tenido un buen desempeño. El de Tamaulipas se está amparando en una inmunidad que no existe para ponerse a salvo de la justicia.

Por la falta de visión y de programa el PAN se ha sumado al número de organizaciones políticas nacionales que carecen de ideología, que únicamente luchan por el poder en sí. De no alcanzar las posiciones más importantes, se conforma con no perder su registro y la cuota de poder que actualmente tiene. No aspira a más.

Para que la ciudadanía olvide la invitación y discurso radical, fascista y obsoleto de Santiago Abascal, de Vox, los panistas censuraron la invitación y presencia de los presidentes de Cuba y Venezuela. Al hacerlo pasan por alto que se trata de jefes de Estado, que su presencia se debió a un acontecimiento internacional y al festejo de las fiestas patrias. De mala fe pasan por alto que, en su momento, Vicente Fox, como presidente de la República, invitó a Fidel Castro a visitar México. No olvidamos el famoso “comes y te vas”. En esa ocasión Castro tuvo un doble banquete: también se comió vivo al ingenuo de Fox. Que yo recuerde, en esa ocasión los panistas que ahora gritan y se ostentan como paladines de la libertad, no censuraron la presencia de ese líder comunista.

AMLO y Morena, por lo radical de su discurso, hacer de la agresión, descalificación y ataque su forma de relacionarse con los partidos y organizaciones políticas e, incluso, de someterlos. Hasta ahora no han contado con la complicidad del PAN en la realización de su plan de gobierno. En el pasado los panistas colaboraron con los gobiernos priistas cuando fueron “convencidos” o les llegaron al precio. Cuando menos eso se dijo. Esperemos que el de ahora no sea el caso.

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