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jueves, 28 marzo, 2024
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Lo que no debe faltar en la Ley General sobre Desaparición Forzada y Desaparición por Particulares (primera parte)

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Por: RICARDO BERMEO •

La movilización persistente de una parte muy activa -y valiente- del conjunto de las familias-víctimas de desaparición forzada y desaparición por particulares, -junto con el de todas aquellas que han sufrido otros tipos de victimización-, y también de las organizaciones que les acompañan, ha desembocado en la Ley sobre la Desaparición Forzada y Desaparición por Particulares (LGDFDP); su iniciativa merece una atención mucho más detenida de parte de toda la sociedad mexicana, justamente en estos días en que se cumple un año de ese símbolo de la barbarie, y de la resistencia contra todo lo que representa esa barbarie, cifrada en una sola palabra, Ayotzinapa.

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Ese conjunto plural y diverso de formas de lucha y de organización por la justicia y por la verdad, desde una dignidad recobrada a fuerza de (auto)afirmación y resistencia; desde toda esa incalculable energía -y esfuerzos-, sólo comprensibles desde el dolor desgarramiento-amor que están viviendo. En su ya larga, desesperada, arrojada, valiente, lucha; han logrado alcanzar un nuevo hito, que puede enmarcarse, en la reunión sostenida en el Museo de la Ciudad de México, en la que los propios familiares de las personas desaparecidas, leyeron y entregaron a las autoridades presentes, un documento denominado “lo que no debe faltar en la Ley General… (LGDFDP) desde las organizaciones de familiares de personas desaparecidas”. Sabiendo que la batalla legislativa recién comienza.

No puedo sintetizar toda la profundidad humana, la solidaridad, el conocimiento situado -desde la tragedia que vivimos en México-, que expresaron los familiares de las víctimas, construida a lo largo de ese caminar que ellas mismas califican de “vía crucis”, o, de calvario. Ni tampoco hablaré -ahora- de todos los problemas que enfrenta ese tejido asociativo, que no son pocos… ¿Cómo evitar construir un ente que termine convirtiéndose en un alien, como sucedió con la Ley de víctimas?

Solo intentaré dar un reflejo de esa reunión, con tres imágenes: una la de Carlos Beristain, integrante de la Comisión de expertos independientes, enviados por la CIDH, que acababa de presentar apenas unos días atrás, su informe sobre Ayotzinapa. En su alocución muy breve, empezó diciendo, después de escuchar la lectura del documento… “Veo mucho dolor y mucha claridad”, esos dos elementos, son justamente, lo contiene el conjunto de propuestas presentadas.

La segunda imagen es sobre procedimientos de deliberación democrática, utilizados para decidir… quienes estarían en la mesa, quienes cumplirían con la función de maestr@s de ceremonias, quienes darían lectura al texto, quienes serían entrevistados por los medios para dar sus testimonios, y finalmente de última hora, quienes acudirían al Senado, a entregárselo directamente al presidente de la Comisión de Justicia del Senado, senador Roberto Gil Zhuart. Los protagonistas fueron -invariablemente- organizaciones de familiares de personas desaparecidas, privilegiando –así- a las víctimas; las organizaciones que los acompañan, se mantuvieron -en toda ésta serie de decisiones- en segundo plano.

La tercera imagen, al final del evento, en una atmósfera en que afloraron todos los sentimientos acumulados: coreando…“vivos se los llevaron, vivos los queremos”; mientras algunos intercalaban sus nombres y  el de sus seres queridos desaparecidos.

Sobre el proceso.

El documento se realizó mediante una serie de consultas, “con más de 70 organizaciones de familiares de personas desaparecidas provenientes de 23 estados del país, y de Guatemala, El Salvador, Honduras, y de Estados Unidos (familiares de desaparecidos exiliadas en ese país).

Como expone con toda claridad el documento:

“En este camino de búsqueda hemos perdido la confianza en las instituciones del Estado. Por eso también les decimos que las autoridades están frente a una oportunidad histórica de crear una política de Estado que responda a las desapariciones, con la participación de las organizaciones de familiares y de la sociedad civil, y empezar así a reparar la confianza que ha sido dañada por la mentira, la negligencia y la impunidad que ha sido el eje que ha marcado más de 40 años de la historia reciente de nuestro país. Nuestros seres queridos desaparecen porque se puede, porque se permite, porque no pasa nada a quienes lo cometen o lo posibilitan”.

Para después continuar en la parte I. Principios:

“Queremos que esta ley sea una ley desde las víctimas y para las víctimas, Esto significa garantizar la participación y el trabajo conjunto con los familiares en su formulación, implementación y evaluación, diseñando para ello los mecanismos y procedimientos adecuados, así como mecanismos de rendición de cuentas y control ciudadano”.

Volveré al proceso y contenido del documento.

Agregaría a manera de cierre provisional, lo siguiente: la ejemplaridad de la lucha de los familiares de personas desaparecidas, genera poderosas resonancias. Si les abrimos “nuestros corazones y nuestras mentes”…¿es probable que tal “autoalteración reflexiva”  pueda apuntar a cambiar la ruta de nuestro dolor/país? ■

 

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