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jueves, 28 marzo, 2024
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Dolor y Gloria de Pedro Almodóvar en Cannes; esta es su sexta nominación por la Palma de Oro

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

Hace dos años fue el presidente del Jurado de la Competencia por la Palma de Oro; fue nominado para ese premio con sus películas Julieta (2016), La piel que habito (2011), Los abrazos rotos (2009), Volver (2006) y Todo sobre mi madre (1999); ahora Pedro Almodóvar vuelve con Dolor y Gloria a competir.

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En esta película Almodóvar parece cerrar la trilogía, no buscada, de autorreferencias biográficas que empezó con La ley del deseo, 1987; y La mala educación, 2004. Tres películas protagonizadas por personajes masculinos directores de cine, impulsadas por el deseo y con la ficción cinematográfica como pilares de narración: “Ficción y vida forman parte de la misma moneda, y la vida siempre incluye dolor y deseo”, explicó Almodóvar.

Almodóvar en la piel de Antonio Banderas
Almodóvar se coloca en una situación de puesta en abismo durante todo el largometraje y aprovecha para filmarse en tres momentos de su vida: su niñez al lado de su madre; su madurez y esplendor al lado de su madre; y su edad actual con los dolores físicos, la nostalgia del gran amor y el duelo por la muerte de su madre.

Para esta nostálgica pieza -escrita por él mismo- volvió a llamar a su actor de juventud, Antonio Banderas; y a su actriz de éxitos, Penélope Cruz. Los dos acompañados por Asier Etxeandia, Leonardo Sbaraglia, Nora Navas y Julieta Serrano. Antonio Banderas fue peinado, vestido y decorado como si fuera el propio Almodóvar. El director de arte, Luis Alvaine, estuvo yendo a la casa del director de Volver para tomar ideas de decorados e incluso para tomar prestados objetos personales con los que convive cotidianamente.

Por eso el ícono de la movida española ha conservado su gusto por los decorados de colores brillantes pero en vez de la energía de sus anteriores personajes, ahora ha querido mantener coherencia con su edad; el ritmo de los desplazamientos respeta los andares de un señor de 70 años con problemas de espalda y la fatiga de 40 años de vida artística y de algunos excesos. Hay entonces tres tiempos que en el efecto espejo de un espectador avisado lo pueden llevar a una cuarta temporalidad, ésa que nos envía a pensar constantemente en el autor de la obra, en el Almodóvar de carne y hueso, en la persona que ha decidido ponerle personajes a su vida y filmarlos como para verse en ellos y fantasear en cómo él se veía.

Momentos claves para cada episodio: su primer deseo homosexual en la niñez; su madre enferma y muerte en su madurez; y el regreso de su gran amor y restauración de sus películas, de sus amistades y de su salud en su actual vejez.

La madre amortajada
Además de los grandes amores pasionales de Banderas-Almodóvar está la adoración que él tenía por su madre, quien aunque comprensiva con la vida del hijo estuvo decepcionada de que no hubiera sido el hijo “normal” que cualquiera vecina hubiera querido tener. Sin embargo, para el director fue su guía y trató de cumplir hasta el deseo de cómo quería que fuera amortajada: “Si ves que me atan los pies –suelen hacerlo para que los pies no caigan a los lados- tú me los desatas y dices que te lo he pedido yo. Al lugar donde voy quiero entrar muy ligera”. Un recuerdo recuperado en la historia y que a Pedro siempre hacía llorar cuando lo escribía en la computadora.

Chávela Vargas y La noche de mi amor
Entre los diferentes episodios en los que se divide la película no podía faltar una mención a la cantante mexicana Chavela Vargas. Recuerdos ligados a los deseos y amores de su época en la movida: “Quiero la alegría de un barco volviendo, y mil campanas de gloria tañendo, para brindar la noche mi amor”.

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