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sábado, 27 abril, 2024
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La marcha de la economía mexicana: la octava

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Por: JOSÉ ANTONIO ROJAS NIETO •

Estimados lectores solicitan explique mi preocupación por el pasivo total de Pemex. Sí, el resultado de sumar deuda documentada, deuda de impuestos y derechos, deuda a proveedores, pasivos por arrendamiento y pasivo laboral, cuyo pago virtual deja a Pemex sin activos.

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Además –ejemplifiqué–, saldar sus pasivos totales supondría entregar también casi 70 por ciento de los activos de la Comisión Federal de Electricidad. Eso en sí mismo es terrible.

Es cierto –me acotan– que esto no es novedad en Pemex, ni exclusivo de este gobierno, pero sí podemos notar que de 2019 a 2023 hubo movimientos internos en las condiciones financieras de Pemex que –por decir lo menos– preocupan.

Uno, la estabilidad relativa del delicado pasivo laboral. Entre 2018 y 2023 se incrementó en 12 por ciento en pesos y 22 por ciento en dólares. Sin embargo, por la evolución de los pasivos totales, su participación sólo subió un poco, entre tres y cuatro puntos porcentuales. Así, lo que técnicamente se registra como valor presente neto de los beneficios a empleados, todavía representa alrededor de un tercio de los pasivos totales de Pemex.

Ya comentaremos pronto el valor de estos pasivos en el caso de la CFE y, más aún, el de los pasivos laborales nacionales, derivados del acelerado crecimiento de la población sujeta a la pensión de adulto mayor, impulsada por este gobierno, sin analizar con cuidado su solvencia fiscal y financiera.

En relación a la deuda documentada –corto y largo plazos–, se operó un intercambio interesante, entre 2019 y 2023 la deuda total bajó cuatro puntos porcentuales. No, por cierto, los pasivos totales, es decir, el agregado de los cinco componentes señalados en las primeras líneas. Pues bien, la participación de la deuda documentada a largo plazo disminuyó 18 puntos porcentuales, de 53 por ciento a 35 por ciento, pero la deuda documentada a corto plazo se incrementó 10 puntos porcentuales, de 5 a 15 por ciento.

Si sumamos la deuda a proveedores, que prácticamente se duplicó en este sexenio, y la deuda de impuestos y derechos que también se duplicó en este sexenio, arribamos a una situación que –así debe considerarse– es sumamente delicada. ¿Cuál? Que hoy la deuda a pagar casi inmediatamente es la tercera parte de los pasivos totales y que Pemex no tiene para hacerlo, a pesar de haber disminuido la participación del endeudamiento a largo plazo.

Esto explica la dispensa de pago de cuatro meses de impuestos y derechos. Es cierto –con esto concluyo– que hay, al menos, dos procesos muy capaces de proporcionar recursos a Pemex, al menos para pagar la participación crediticia y sus pasivos. Producción primaria, con un costo todavía inferior al de referencia internacional y, desde luego, de los precios internacionales.

Y las dos refinerías que, en principio, deben operar con sustancial rentabilidad, Deer Park y Dos Bocas, aunque en este último caso no se tratará –lamentablemente– de la estimación inicial que condujo a su construcción. Pero de eso comentaremos en otro momento, como también comentaremos la necesidad de una mayor integración de todos los procesos de Pemex. Hacia una química integral del petróleo y del gas natural. Muchos especialistas lo solicitan.

De veras.

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