Tras ser preso por el ejército napoleónico Fernando VII, “El deseado”, España era un hervidero con el pueblo agitado por la pérdida de su monarca. Por el año de 1809 se había constituido en la metrópoli del imperio la Junta Central gubernativa con el fin de organizar la resistencia y expulsión de la península al ejército invasor francés. También entre sus objetivos estuvo el de convocar a elecciones a todas las provincias de España y ultramar para constituirse en Cortes para discutir y analizar lo procedente ante la situación tan delicada que vivía el imperio. Pero, por otra parte, al no haber monarca en alguien tenía que recaer la soberanía y representación de la voluntad general, por lo que las Cortes eran el órgano de representación obligado.
La ciudad de Zacatecas siendo una de las 14 cabeceras de provincia de la Nueva España, atendió el llamado. La política en la capital zacatecana la hacían dos grupos antagónicos que tenían algunos meses con diferencias por intereses que disputaban teniendo por escenario el Ayuntamiento (Martín Escobedo, 2010, p. 34).
Además de la lealtad y honor al monarca depuesto de manera pragmática, pues era el monarca quien otorgaba y protegía sus intereses, la élite económica zacatecana como todos los acomodados novohispanos se sentía agraviada por la expropiación de la que habían sido objeto con el cobro de los vales reales. Aquí resulta oportuno mencionar que En 1806 mineros aglutinados en torno al Real Tribunal de Minería presentaron una propuesta por el cobro de la consolidación de los vales reales. Entre los inconformes se encontraban José Mariano Fagoaga, Ignacio Obregón, Marcelo José de Anza que poseía minas en Zacatecas, José Domingo Lazo de la Vega y Fernando Alfaro (Mariana Terán Fuentes, 2007, p. 39). Cuando dio inició el proceso electoral, de 18 interesados probables para ser electos diputados entre el grupo mayoritario y el disidente, serían 12 los electores de ambos grupos los que votarían para elegir a quien los representaría ante la Junta Central. De esos 12 surgió una terna integrada por el Bachiller José María Semper, el Doctor en Cánones José María Cos y el rico minero Fermín Antonio de Apezechea. La fase final se dio entre Semper y Cos por uno de los bandos que enfrentaría a Apezechea, quien a pesar de sus méritos y del donativo que había hecho al rey por 18, 336 pesos para ayudar a la guerra contra los franceses, no le basto para ganar la elección, pues finalmente en el sorteo que se hizo termino favoreciendo al doctor Cos. Electo el representante por Zacatecas, se trasladó a la ciudad de México, en donde entre todos los representantes de las otras provincias que participarían en un conciliábulo, terminarían eligiendo a tres que serían los que representarían a la Nueva España ante la Junta Central. De la terna resultado de la votación del arzobispo, el virrey y el Ayuntamiento terminarían eligiendo a Miguel de Lardizabal como representante de la Nueva España.
Habría que agregar que entre los encargos que deberían de llevar los diputados a las Cortes en 1809, estaban consideradas las instrucciones relacionadas con el ramo de la educación o instrucción, entre otras. De esta forma, con el traslado de Lardizabal a Cádiz, se cumplió con la convocatoria de las Cortes a las provincias del 22 de enero de 1809, mismas que terminaron reuniéndose el 24 de septiembre del año siguiente. Su misión sería la de redactar una nueva constitución.
