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sábado, 15 febrero, 2025
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■ Es el único umpire mexicano en la historia de las Grandes Ligas

Alfonso Márquez de la Torre, sinónimo de profesionalismo, dedicación y amor por el deporte

■ En 1993, a los 20 años, ingresó a una escuela de umpare en Florida, donde dio los primeros pasos hacia el profesionalismo

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Por: Jaqueline Lares Chávez •

Con una determinación inquebrantable y una pasión profunda por el béisbol, Alfonso Márquez de la Torre ha marcado una huella indeleble en el mundo del arbitraje deportivo. Nacido en Villanueva, Zacatecas, en la comunidad de La Encarnación, este zacatecano se ha convertido en un referente del béisbol internacional, al ser el único umpire mexicano en la historia de las Grandes Ligas, una distinción que no solo es un honor, sino también una enorme responsabilidad.

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A lo largo de una carrera que abarca más de 26 años, Márquez ha formado parte de cinco Series Mundiales, múltiples Juegos de Estrellas y diversas Series Divisionales y de Campeonato. Su nombre es sinónimo de profesionalismo, dedicación y amor por el deporte.

A través de un dialogo con el medio, Márquez compartió su trayectoria y su visión sobre el futuro del deporte. La historia de este umpire mexicano es, sin duda, un testimonio de superación y de cómo el trabajo arduo puede llevar a una persona a alcanzar metas que, en su momento, parecían inalcanzables.

Alfonso Márquez de la Torre comenzó su vida en la pequeña comunidad de La Encarnación, en Zacatecas. Sin embargo, fue su traslado a California a los siete años lo que marcaría un antes y un después en su relación con el béisbol. En su infancia en Zacatecas, su padre ya le había inculcado el gusto por este deporte, llevándolo a ver juegos. Pero fue en Estados Unidos donde la pasión por el béisbol se encendió de manera definitiva. A los doce años, Alfonso empezó a jugar béisbol, y fue entonces cuando surgió la idea de que su futuro profesional podría estar vinculado al deporte que tanto le apasionaba.

«Cuando llegamos Estados Unidos, en ese entonces, Fernando Valenzuela estaba destacando, y en varias ocasiones mi papá me llevó a verlo, lo que hizo que mi interés por el béisbol creciera aún más” recordó. Sin embargo, no fue un camino fácil. La mudanza a un nuevo país fue, en sus palabras, «un poco complicada». Enfrentarse a un nuevo entorno, con nuevas costumbres y una nueva lengua, resultó desafiante, pero también determinante para su carácter y sus aspiraciones.

Aunque su primer amor fue el béisbol como jugador, la vida tenía otros planes para él. Un incidente en un partido cambió su trayectoria. Después de un juego en el que un árbitro le señaló una jugada en la que él no había tocado la segunda base, Márquez se encontró al umpire después del juego para preguntar sobre la decisión. La conversación entre ambos, despertó en él una curiosidad que lo llevó a considerar el arbitraje como una opción profesional.

Así comenzó su carrera en el arbitraje. En 1993, a los 20 años, ingresó a una escuela de umpare en Florida, donde dio los primeros pasos hacia el profesionalismo. Tras superar la capacitación y una etapa de 6 años y medio en Ligas Menores, a los 27 años, fue llamado para arbitrar en las Grandes Ligas, un logro que pocos alcanzan y que lo convirtió en una figura destacada del deporte.

Convertirse en el primer umpire mexicano en la historia de las Grandes Ligas fue un logro que Alfonso Márquez nunca imaginó alcanzar. «Nunca me pasó por la mente que iba a ser el primer mexicano. Para mí, llegar a las Grandes Ligas era el sueño de cualquier profesional del béisbol. Ser el primero de mi país fue algo que me llenó de orgullo y me comprometió aún más con mi labor».

El impacto de su logro trasciende las fronteras del deporte. Alfonso se ha convertido en un modelo a seguir para las generaciones más jóvenes, no solo en México, sino en toda Latinoamérica, donde el béisbol tiene una gran base de seguidores. Para él, representar a México en las Grandes Ligas es una responsabilidad que lleva con honor. 

 La carrera de un umpire, especialmente en las Grandes Ligas, está llena de desafíos. Para Alfonso, uno de los obstáculos más significativos fue la vida en las Ligas Menores, donde los árbitros deben pasar largos períodos lejos de sus familias. «En las Ligas Menores pasábamos mucho tiempo fuera de casa, a veces hasta ocho semanas seguidas sin ver a la familia. Eso es lo más difícil», explicó. A pesar de las dificultades, Márquez nunca perdió la esperanza ni la motivación para seguir adelante. «Es un sacrificio, pero vale la pena cuando ves los resultados. Lo importante es tener claro que, en el deporte, como en la vida, nada se regala», añadió.

Además de los desafíos personales, Alfonso también enfrenta la presión de mantener un rendimiento excepcional en todo momento. En su profesión, los árbitros no solo deben dominar las reglas del béisbol, sino también ser capaces de tomar decisiones rápidas y precisas bajo una enorme presión. «La preparación es clave. Nunca dejamos de aprender. El día que creas que ya lo sabes todo, es cuando vienen los problemas», afirmó.

Entre los momentos más significativos que Alfonso destacó en su carrera, mencionó con orgullo la llamada que recibió en 2006 para trabajar en los Juegos de Estrellas, y, en el mismo año, para su primera Serie Mundial. Además, hace cinco años, fue designado jefe de cuarteta, un logro que marcó un hito en su carrera. A lo largo de los años, han sido muchos los momentos memorables que le han dejado una profunda satisfacción.

Ante esto, uno de los consejos más recurrentes de Alfonso para los jóvenes que sueñan con seguir sus pasos es la importancia de aprender inglés. «El inglés es fundamental. Si quieres llegar lejos en este deporte, o en cualquier otro, el inglés abre muchas puertas», enfatizó. Además, considera que la formación académica y el trabajo constante son esenciales para alcanzar cualquier meta en la vida. «No hay atajos. Solo con esfuerzo, trabajo duro y sacrificio se puede llegar lejos», mencionó.

A pesar de haber alcanzado un nivel extraordinario en su carrera, Alfonso Márquez sigue mirando hacia el futuro. Su meta es continuar en las Grandes Ligas «con el favor de Dios, el sueño ahora es seguir trabajando, si Dios quiere, otros seis o siete años más».

Sin embargo, también tiene un fuerte deseo de contribuir al desarrollo del béisbol en su tierra natal, Zacatecas, y en otras partes de México. “Quiero enseñarles que no solo tienen que estar en los Estados Unidos, sino que en México también se pueden alcanzar metas a través de trabajo, sacrificio y preparación», concluyó.

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