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jueves, 25 abril, 2024
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Despedida a Tomás Mojarro

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 510

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El pasado 11 de enero, alrededor de las 7 de la tarde, Simitrio Quezada me envió un mensaje: “En este momento me informan, que entre 3 y 4 de la tarde de este martes ha muerto mi amigo y paisano Tomás Mojarro”. Tomás Mojarro, el escritor de Jalpa, el autor de Cañón de Juchipila, había fallecido en la Ciudad de México, pero nadie lo confirmaba todavía. Acostumbrados como estamos a que las falsas noticias circulen casi sin control, Simitrio y yo comentamos la pertinencia de estar seguros antes de manifestar cualquier cosa: él trató de comunicarse con la familia del Valedor, de comunicarse con sus contactos en la CDMX, yo con los míos, pero nadie nos daba certezas. Casi una hora más tarde de ese primer mensaje la noticia fue confirmada: el escritor zacatecano Tomás Mojarro Medina, nacido el 21 de septiembre de 1932, había muerto alrededor del medio día de ese martes, a los 89 años de edad. En el fondo esperábamos que no fuera cierto. Silencio.

Minutos después los mensajes de condolencias empezaron a publicarse sobre todo en Twitter hasta convertirse en “tendencia”, y yo no dejaba de preguntarme qué hubiera dicho don Tomás de haber sabido que con la noticia de su fallecimiento tantas personas de diferentes partes del país empezarían a recordarlo, a despedirlo, a hablar de sus aportes literarios, críticos, filosóficos, comunicacionales… lo imagino sonriendo, acremente, porque de alguna forma, esas redes sociales -que llegó a criticar duramente- le dieron esa noche el reconocimiento que no tuvo en Zacatecas. Silencio otra vez.

Suele suceder, la frase de “Nadie es profeta en su tierra” a veces se cumple con más tino que otras; no es el caso de don Tomás, porque si bien el día de su muerte no tuvo homenajes institucionales, tampoco era que le hicieran falta… “Ya para qué”, seguramente hubiera dicho él que tan reticente era a las manifestaciones públicas en su honor, a los apapachos públicos que solo servían, como llegó a comentarlo, para que se hablara bien de quien los daba, pero no para quien los recibía. 

Tomás Mojarro fue un personaje zacatecano al que hoy le debemos, entre otras cosas, que llevara el buen nombre de Zacatecas a donde quiera que fuera; se presentaba siempre como zacatecano, aunque llevaba viviendo fuera de aquí la mayor parte de su vida. Como también suele suceder, el aporte realizado a través de sus libros será justamente dimensionado con el paso del tiempo… yo me quedo con Cañón de Juchipila, el primero que leí de su autoría gracias a que me fue obsequiado por otro personaje de Zacatecas, don Filiberto Soto Solís, quien se refería al jalpense como “un intelectual de enorme sensibilidad y capacidad crítica”. Si no lo ha leído, le recomiendo que lo haga; en su momento, Rosario Castellanos dijo sobre el estilo del escritor zacatecano que era “nada ingenuo y sí muy elaborado”, y es que a Mojarro hay que leerle entre líneas, como él mismo lo sugería. 

En estos tiempos, vale la pena y mucho hablar bien de los talentos que Zacatecas tiene, que esta tierra de artistas ha dado, porque nos dan una identidad que nos llena de orgullo y nos revitaliza en la búsqueda de la esperanza, la paz, la armonía y la belleza; y que va más allá de los acontecimientos trágicos por los que hemos pasado históricamente. Tomás Mojarro, ese “escritor provinciano”, como se autodenominaba cuando empezó a publicar literatura y era una de las promesas del Centro Mexicano de Escritores -del que fue becario de 1958 a 1960-, fue un artista que no se limitó en lo absoluto; incursionó en el periodismo especializándose en la crítica política; su labor realizada en la radio también habrá de recordarse y seguramente será tomada como ejemplo, pero no fue solo “locutor”. Lo digo con absoluto respeto, hay que dedicar más tiempo a conocer su obra, la del Valedor que nos ha dejado el pasado 11 de enero, así como la de muchos otros artistas zacatecanos que están trabajando todos los días por abrirse camino en este difícil pero apasionante camino de la cultura y las artes en nuestro país.

Va para Tomás Mojarro esta despedida, con mucha admiración por su trabajo realizado. Nuestras condolencias para su familia a nombre de la comunidad gualdreña.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín

[email protected]

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-510

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