Recientemente se evalúan los resultados de la educación superior en las universidades públicas a través de los programas de estímulo que impulsa y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología tiene como principal programa el impulso al Sistema Nacional de Investigadores. Los principales indicadores que aquí se evalúan son: publicaciones de libros y artículos en revistas arbitradas y circulación internacional, proyectos de investigación con financiamiento y formación de recursos humanos. Hay otros indicadores que son secundarios, tales como, la docencia, las estancias de investigación, las compilaciones de libros, presentación de ponencias, las conferencias magistrales, la organización de foros y los artículos de difusión.
Según el Dr. Yacaman, el Sistema Nacional de Investigadores ha generado una ruptura entre docencia e investigación. Actualmente, los investigadores buscan elevar su puntaje priorizando publicaciones de libros y artículos en revistas arbitradas y circulación internacional, proyectos de investigación con financiamiento y formación de recursos humanos, pero, se han apartado de la docencia. Y es que la razón de ser de las universidades es la docencia. Justo a través de la docencia es que trasmitimos experiencias, capacitamos a los estudiantes a elaborar ideas, a descubrir la forma en que se producen las teorías y, a dudar de las verdades establecidas. Éste es proceso que sienta las bases para la innovación de los saberes y conduce a promover una educación para toda la vida.
Estas ideas han ocupado desde hace tiempo una de mis preocupaciones. Yo mismo, siendo investigador tengo necesidad de leer “con pinzas” y de avanzar en los procesos de interpretación de textos, preguntándome cómo es que determinado investigador formula sus conceptos.
Otro de los asuntos que preocupa es que nuestros alumnos no sean escuchados y no haya condiciones para escucharlos con respeto. Recientemente un estudiante de doctorado de nombre Richard Horton renunció a través de un artículo que tituló “He Perdido la Fe en el Mundo Académico”, en donde señala que los investigadores publican en distintos medios los mismos artículos, aprovechan el trabajo de sus alumnos para publicar artículos que no son suyos y agrega que mucho de lo que se publica, aunque produce reconocimiento académico, no tiene aplicación. Ese me parece un diagnóstico certero que nos debe invitar a reflexionar.
Esta breve reflexión, resultado de un proyecto de investigación en curso, me lleva a pensar en la necesidad de revisar el modelo de la docencia en la UAZ en todos sus niveles. Y es que, según reflexiono, desde el nivel de preparatoria hasta el de posgrado se sigue enseñando a nuestros alumnos a repetir textos, a utilizar modelos y el acto de pensar lo pensado ha sido relegado u oscurecido. Por eso mismo creo que para nosotros el principal desafío que tenemos no es el ponernos de acuerdo en quien debe ser el próximo Rector, sino en romper el caparazón que nos ahoga y nos permite abrir negociaciones a favor de la UAZ. Solo de esta manera se nos revela viable un determinado perfil de nuestras autoridades. ■
