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viernes, 18 abril, 2025
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Por: JOSÉ NATARÉN •

La Gualdra 630 / Poesía

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¿A quién sino a ti?

Hölderlin

 

I

La virgen de la zarza nos revela

su nombre de astro:

girasol de los prodigios, estela

de sal, roja raíz de día, amarga

ceniza en el crepúsculo

auspicia los misterios de la luz.

 

Su mano de muchacha enciende el río

de la noche y la llama de sus ojos

afila el corazón de los incendios

mientras cínico silbido ―pájaro de luz― cimbra el horizonte

y el grito en el espejo se agudiza hasta la transparencia

palabra de sal a la mitad del estallido

el mundo se estremece en el sueño de la amada.

 

Señora de estaciones subterráneas 

se fuga al inframundo antes del alba

territorio contra el terco sol.

 

II

Nada permanece más allá del signo estelar sobre los labios

nada más que la herida en el pecho por la espada del ángel del exilio

el ángel que asciende de la noche a los pies de la muchacha

para beber del cáliz, para morder los frutos del árbol de la vida

como el tigre se humilla gozoso ante la rosa

como los cuervos se rinden y cesan de posarse en el ciclamen

como el que escribe amapola en este verso hasta romper el borde la semilla

como el que olvida en el sueño, la máscara y la vestidura

para escucharla pronunciar su nombre

antes de vencer la muerte al conocerla, el primer día del mundo.  

 

III

Pequeña castaña de los años,

te busco en todo sitio y todo tiempo

en cada sustantivo como fuego,

vida y muerte y marea

y casa y ventana y cerradura.

 

Líbrame de la sed de ti como del desamparo me proteges

como me arrebatas del desasosiego

con la febril ternura de tus manos.

 

Líbrame de propagandas, de rituales, de discursos,

de canciones al aire y a la piedra.

Increpa a los injustos, ahoga a los escribas,

destierra a los vasallos y a los príncipes,

aleja a los perversos, expúlsalos

de todo espacio y todo instante. 

 

Conjura la mentira de este mundo 

aunque la anónima razón seduzca 

y la estulticia horade las imágenes

o nos hiera la pureza de lo humano, 

suspéndenos en el sonido puro

en el gemido de las parcas

vencidas por tu luz.

 

No cantes a la cólera, ni calces más la furia:

revierte la tristeza de la rosa

al centro del jardín de las delicias.

No despiertes al desierto vuelto océano

no te alcance el sol de la melancolía

nunca te acaricie con su calma mortal. 

 

En la albura de tu pecho el día nazca,

la noche se descubra en el incendio

por la luz de tus pupilas

emerja la palabra, sea la imagen

del relámpago en lo oscuro original.

 

Déjame suspenso en tu silencio

déjame contener el señorío de tu hermosura

como un espejo frente a otro

crepitación del universo en un abrazo.

 

Déjame clamar tu nombre, inventa el mío

dame existencia con tus sílabas secretas

crea mi cuerpo con tu voz, concédeme

la forma que te cubra

toca con la lengua esta boca que te canta.

 

No me formes de arcilla, sino de polvo estelar

créame, oh, increada, úngeme

con el agua lustral de tu costado

o la ambrosía de tu vientre.

 

Luna nueva desposa el deseo

dame de beber la savia de los nuevos dioses

dame a la vida, del exilio de los días sálvame.

 

Voltea, ven a mí, ven a nosotros,

llega al fondo de tus ojos

y observa cada tarde la caída de lechuzas y pelícanos,

tórtolas y colibríes, cuervos y palomas

en la cúspide del sueño. 

 

Acompáñame en la dicha y el coraje

déjame a veces hallarme lejos,

muy lejos de ti para encontrarte.

 

No me lleves al río del olvido

echa puños sobre mis huesos

aguarda frente al túmulo hasta el alba 

y déjame volver desde tu vientre,

venir desde lo inmenso

dame a luz en el milagro de tu encuentro.

 

Escribe cada hora en esta hora de encierro,

reordena las estrellas, reinventa el orden de los días

haz del caos un nuevo amanecer.

 

Habla al fin del día del juicio

del principio de la noche y de tu nacimiento.

Dime que ardan los días pasados

como las naves del regreso

y desaparezca el hombre antiguo

en el advenimiento de su propia verdad

o sólo háblame del ajo y de la miel,

del mar y de la arena, del miedo y la esperanza.

 

Habla ¿por qué en las noches no puedes dormir, y menos despertar?

 

Dime ¿cuál es la medida exacta del poema?

¿Se encuentra en el rumor de la rosa,

en la quietud del girasol,

en la canción que arrulla la gerbera

o es el derrumbe de la alcoba

en el ascenso hacia lo inmenso?

 

Haz algo que no se dice aquí y no se hable más: se olvide todo esto.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_630

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