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viernes, 19 abril, 2024
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Corrupción, dinero en campañas electorales y corporatocracia

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Una de las causas de fondo del éxito que está teniendo Bernie Sanders en la competencia electoral por la presidencia de Estados Unidos, es su denuncia reiterada de que la clase política en su conjunto está al servició de unos pocos súper ricos que dominan los grandes medios de comunicación electrónica y otras grandes corporaciones de la potencia del norte.

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El contendiente de Hilary Clinton no se detiene para afirmar, una y otra vez, que la democracia de su país está de cabeza debido a que las campañas electorales son tremendamente caras por la liberalización extrema, sin límites, de las aportaciones de personas privadas y de las corporaciones a los candidatos de los dos partidos, lo que ha desembocado en la transformación de la democracia norteamericana en una corporatocracia, término utilizado por Jeffrey Sachs en su libro El precio de la civilización, que contiene múltiples pruebas de lo que Bernie Sanders afirma: Wall Street y los súper ricos están por encima de la Casa Blanca y del Capitolio, y por ello los gobiernos sólo atienden los intereses de esa pequeña minoría. Lo novedoso hoy es la respuesta masiva que está recibiendo el aspirante demócrata, especialmente de los jóvenes, lo que está forzando a Hillary a fijar posturas más claras sobre ese y otros temas de la agenda de campaña. El entusiasmo de millones de estadounidenses por el discurso de Bernie está transformando lo que parecía un pensamiento utópico en un tema que seguramente asumirán distintos candidatos demócratas al Congreso, en cuyas agendas legislativas tendrán que incluirlo.

La crítica a la democracia realmente existente en el mundo se está generalizando y ya produjo cambios políticos relevantes, como los muy publicitados en Grecia y España, y lo más probable es que el fenómeno Sanders transfiera un nuevo impulso a movimientos similares en todas las latitudes. Ojalá que México no sea la excepción y que algunos de los procesos electorales locales en marcha sean la oportunidad para tratar ese y otros asuntos urgentes, en especial la corrupción que crece junto con el abuso del dinero en las campañas electorales y que conduce a que los padrinos de candidatos ganadores se conviertan en los verdaderos beneficiarios de la acción gubernamental. Bueno sería que candidatos y electores zacatecanos hicieran esfuerzos para  descubrir y denunciar los intereses económicos concretos que han sido beneficiados ilegalmente por los últimos gobiernos y que hoy se expresan en distintos partidos y candidatos. Estoy seguro que ese ejercicio movería el tapete a muchos y lograría que muchas personas desilusionadas por la política encuentren una utilidad concreta y tangible de las campañas electorales.

Imaginemos por un momento que distintos equipos de personas independientes ponen su atención en las relaciones económicas que surgieron y se fortalecieron durante los últimos gobiernos estatales y de los municipios grandes, y que distintos medios disponen instrumentos adecuados para estimular la denuncia de casos de enriquecimiento inexplicable ligados con políticos en activo, o con patrocinadores de campañas electorales específicas. Pienso que tales ejercicios pueden ser de enorme interés para los electores y, por ello, y ser capaces de mover el terreno a las campañas. Sería de enorme utilidad para la vida política de Zacatecas que se hicieran públicas las empresas beneficiarias con el gasto gubernamental en la presente administración estatal, pero también de las que encabezó el PRD de 1998 al 2010, y de las delegaciones federales panistas del 2000 al 2012. Seguramente descubriríamos que distintos aparentes adversarios políticos fueron lo suficientemente hábiles para hacer negocios con distintas administraciones, y también quedarían expuestas las razones de fondo de distintas candidaturas. Recordemos que las relaciones económicas son frecuentemente más fuertes, para bien o para mal, que las relaciones familiares o de amistad.

Y más interesante sería el debate sobre el hecho ilegal pero generalizado de que se utilice el dinero mal habido en las campañas electorales con el propósito de instaurar un círculo vicioso entre corrupción política-compra de votos-más corrupción-más compra de votos… Ese debate serviría para responder preguntas importantes: ¿Es correcto premiar con el voto a personas y/o grupos evidentemente enriquecidos por la corrupción y beneficiados por la impunidad reinante en México? Ante el hecho de que la clase política se protege las espaldas ¿No es tiempo ya de utilizar el voto como instrumento para premiar y castigar?

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