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martes, 23 abril, 2024
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Durmiendo a las faldas de La Bufa: narra José su día a día en Zacatecas

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO • Admin •

■ Llegó al estado para salir de la pobreza de su comunidad, comparte originario de Nayarit

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José, hombre de la zona wirárika de Huaynamota, en la sierra del estado de Nayarit, a sus más de 70 años, pasa las noches durmiendo entre las escalinatas que se encuentran en las faldas del cerro de La Bufa, soportando el frío suelo de cemento y las inclemencias del clima.

Cada noche acondiciona una pequeña cama con un par de bolsas de plástico y cartones en una de las cruces que se encuentran en los escalones del camino a La Bufa. Arriba de las bolsas coloca una cobija y se envuelve en otra, para así mitigar el frío que siente durante las madrugadas.

A pesar de las bajas temperaturas que se han registrado en la capital, aunado a la presencia de lluvias y granizo, José dice estar orgulloso de no haber contraído una infección respiratoria aguda, aunque reconoce que el frío “le cala hasta los huesos”, sobre todo en las noches.

Por la mañana, José se levanta y guarda su cama “portátil” entre un par de costales, los cuales amarra como una mochila para colocársela en la espalda. Recoge sus pertenencias y después de las 9 de la mañana sale a las calles a pedir una moneda para comprar algo para comer.

Recorre las calles a paso lento, se le dificulta bajar los escalones del acceso al cerro, usa huarache y calcetín. También le estorba la bolsa grande de plástico que usa para guardar algunas de sus pertenencias como una gorra, un suéter, una botella con agua y un pantalón de manta.

Comenta que en su comunidad la única opción de trabajo es el campo, pero menciona que “ya estoy viejo, no puedo trabajar ya, mis hijos lo hacen ahora, siembran maíz, pero salgo a buscar más dinero porque somos muchos y no tenemos a veces para comer, hay pobreza en mi comunidad”, afirma José.

En Zacatecas no conoce a nadie, no tiene familia ni un hogar a donde llegar y sobrevive con las monedas que le dan algunas personas en la calle. Con unos cuantos pesos al día compra agua y algo de comida.

Cuenta que cuando llueve se tiene que refugiar en algunas de las cuevas que tiene La Bufa, y permanece ahí, mirando la ciudad esperando a que pare de llover. “Aquí las cosas son diferentes, en la sierra la vida es más tranquila, aquí hay mucho ruido y muchos coches”, comenta José.

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