El candidato republicano, Donald Trump, volvió hoy a referirse a México, su villano favorito, para lamentar que los automóviles que antes se fabricaban en Detroit y en Flint, Michigan, ahora se produzcan en este país.
Durante un acto celebrado en la localidad de Flint —una ciudad que se convirtió en epicentro de una revuelta social en 2014, tras conocerse los elevados grados de plomo en las tuberías de agua potable que causaron una crisis sanitaria—, Trump arremetió contra el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) que se ha llevado miles de puestos de trabajo a México.
“Antes, los coches se fabricaban en Flint y no se podía beber el agua de México. Ahora los coches se hacen en México y no se puede beber el agua de Flint… Es terrible” dijo Trump en un intento por granjearse las simpatías de una localidad predominantemente de raza negra, que le obligó a acortar su participación en un acto organizado por su campaña en una Iglesia de esa localidad.
Ante las protestas de los feligreses, en una Iglesia Metodista en la localidad, Trump se vio obligado a marcharse. Pero, antes de abandonar el lugar, volvió a arremeter contra México, pero también contra la compañía Ford que hoy mismo anuncio sus planes para trasladar toda la producción de sus modelos más pequeños a México.
«No deberíamos permitir que esto suceda. (Ford) Va a fabricar sus coches, que van a emplear a miles de personas, no de este país (sino de México) y van a vender su coche al otro lado de la frontera», dijo Trump.
Mark Fields, presidente ejecutivo de Ford, confirmó hoy que México se ha convertido en el principal centro de su producción para los automóviles más pequeños. Una decisión que se ha hecho de forma gradual, en el curso de los últimos tres años, y a la que se han sumado otras empresas como General Motors, Honda, Hyundai, Nissan, Mazda, Toyota y Volkswagen.
