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viernes, 19 abril, 2024
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El partido laborista británico cambia de dirección

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Jeremy Corbyn es ya el nuevo líder del Partido Laborista. Con el anuncio del resultado de la contienda culmina uno de los más asombrosos procesos electorales que ha visto Reino Unido en su historia reciente. En cien días, el veterano diputado de 66 años ha pasado de ser un candidato destinado solamente a enriquecer el debate ideológico, a proclamarse ganador indiscutible en la primera vuelta. La victoria de Corbyn, cosechada en todos los segmentos del electorado, es de una enorme envergadura, teniendo en cuenta que eran cuatro los candidatos a liderar el partido. Andy Burnham, ha quedado en segundo lugar con 19% de los votos. Yvette Cooper ha sido tercera, con 17%. Y Liz Kendall, la candidata favorita de los blairistas, ha ocupado el último lugar con 4.5%.

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La energía de los fieles que votaron a favor del nuevo líder del Partido Laborista británico, proviene de la indignación. Ninguno de sus tres rivales se declaró con más nitidez o fervor en contra de las políticas de austeridad neoliberal del Gobierno del conservador David Cameron. “Échenle la culpa a los banqueros”, escribió hace un par de días un influyente comentarista, anticipándose a la victoria de Corbyn. Es decir, desde que se desató la crisis económica global en 2008 las grandes masas han cargado el peso de la austeridad mientras las élites financieras se siguen enriqueciendo como si no hubiera pasado nada. El voto a favor de Corbyn fue un grito de rabia contra semejante injusticia, como lo fue en Grecia el voto por Syriza, o lo que explica la fuerza de Podemos en España.

Diversos analistas británicos y europeos afirman que la euforia de los simpatizantes de Corbyn se atemperaría si supieran que los dirigentes del partido conservador muestran una creciente certeza de que con Jeremy Corbyn al mando del principal partido de oposición, tienen garantizada la victoria en las siguientes elecciones generales.

Pero los conservadores harían bien, una vez pasada la juerga inicial, en tratar el fenómeno corbynita con cautela, pues la honestidad probada de Corbyn, la aparente ausencia de una calculada política mediática cuando se declara en contra de la guerra y a favor de la paz mundial, cuando establece como prioridad oponerse a todo recorte al estado de bienestar, cuando aboga por imponer más impuestos al gran capital, con todo esto puede llegar a tener eco en un país en el que muchos de sus habitantes están hartos de la vieja forma de hacer política. “Las cosas pueden cambiar, y cambiarán”, ha dicho Corbyn desde el Congreso celebrado en Londres para anunciar los resultados. El ya ganador se ha comprometido a combatir “los grotescos niveles de desigualdad del país”.

Cien días de verano han bastado para consumar en Reino Unido un proceso que involucra, en mayor o menor medida, a toda la izquierda europea desde la crisis financiera de 2008. Con la peculiaridad de que aquí no ha surgido un partido nuevo. El nuevo líder llega arrastrado por una energía que el laborismo no había vivido al menos desde que, de la mano de Tony Blair en los noventa, el partido diera un bandazo en la dirección contraria a la que se dirige ahora. “El establishment británico ha sido sacudido hasta la médula, incluido el laborista”, opina Len McCluskey, secretario general del sindicato Unite, cuyo apoyo a Corbyn muchos señalan como decisivo en el desenlace de la contienda. “Por primera vez se ha puesto en la agenda una alternativa real a la austeridad, a las políticas neoliberales. Es un discurso que los jóvenes nunca han escuchado”.

A pesar el contundente resultado, al nuevo líder no le espera una labor fácil. La suya es una figura que, en tres meses, ha polarizado el partido hasta los extremos. Su triunfo se lo han proporcionado, en gran medida, decenas de miles de nuevos militantes que se han unido al partido en estos tres meses para votar por él. Entre ellos, el voto a Corbyn ha sido superior a 90%. Corbyn promete un liderazgo colegiado, inclusivo y abierto. Dirigirá el partido con Tom Watson como segundo, un diputado con más experiencia en el poder que salió elegido también ayer, aunque en segunda vuelta. En su equipo de oposición, asegura, habrá sitio para todas las corrientes del partido. Pero muchos diputados laboristas ya han anunciado que sus diferencias ideológicas con el nuevo líder les impiden formar parte de su equipo directo. Veremos si esas diferencias se atemperan o agudizan en el futuro. Por lo pronto, Corbyn ha demostrado que los vientos de cambio en la socialdemocracia europea siguen fuertes.

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