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miércoles, 24 abril, 2024
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Adiós, Donald Trump

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA •

Hace algunos años, con cierta inmadurez en temas internacionales, sobre todo en la compleja política norteamericana, el de la pluma emitía juicios muy severos en cuanto al desempeño del todavía presidente de los E.U.A. y su llegada al poder. También (en el proceso electoral) me preguntaba de donde saldría tanta gente a votar por el magnate de los malos modos, desconociendo la composición social del vecino país.

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Lo que hoy vemos en los medios de comunicación es el final del proyecto “Trump”, mismo que fue apoyado por la élite de aquel país y respaldada por la mayoría de los distritos electorales y por un sector numeroso de ciudadanos nacionalistas. Una vez que una serie de malas decisiones ponen a Trump en desventaja y pierde la elección contra Biden, lo demás es lo de menos. La realidad es que el “Make America Great Again” es más que un slogan de campaña, un movimiento con el que se identifican millones y que bajo el estandarte de reposicionar en el sector productivo a los “red necks” mejorar las cifras económicas. La economía estadounidense está creciendo casi al mismo ritmo al que lo hizo durante los últimos años de Obama, y el desempleo, aunque es menor con Trump, ha seguido una tendencia que inició en el 2011.

El mejor argumento que Trump puede hacer sobre una mejoría desde que asumió como presidente es el aumento de los salarios. El salario típico de un estadounidense finalmente está creciendo más de 3% por año, un nivel que no se había visto desde antes de la Gran Recesión. Del mismo modo, la confianza de los consumidores y los negocios creció tras la elección de Trump y se ha mantenido alta. La producción manufacturera —y los empleos— también registraron un salto notable en 2018 tras el recorte a los impuestos, aunque el sector manufacturero continúa recuperándose.

Con la referencia de la doctrina Monroe: América para los americanos, aunque mal estructurada, es la base del hito del desarrollo de Trump, y no es otra cosa que preocuparse por los suyos más que por los demás, tal vez pareciera obvio, pero no lo es tanto. La economía de los países la componen entre otros datos el empleo formal de los trabajadores nacionales, aunado a oportunidades de crecimiento y desarrollo, estos espacios los ocupaban latinos y demás inmigrantes que cuando menos como pretexto le servían al clásico prototipo de votante radical nacionalista, acinado en su casa rodante, trabajador eventual de acereras y consumidor frecuente de alcohol y resentimientos. Pues bien, a ese nicho o población segmentada le iba bien la idea de Trump presidente y le fue bien en cuanto a números, también le fue que a últimos días han defendido con la vida, de manera bastante estúpida la permanencia imposible de Donald en la casa blanca.

Hay lecciones que aprender para México, derivado del mandato de Trump, la primera de ellas es que si bien, las fronteras en un mundo ideal son imaginarias y muchos quisiéramos ser ciudadanos del mundo, estas sirven para proteger a tu gente, como una de las más altas responsabilidades por las cuales votaron por ti. Es un efecto dominó que si E.U.A. endurece su ingreso por su frontera sur, los inmigrantes nacionales y de centro y Sudamérica quedaran varados en nuestro territorio y esto es a corto, mediano y largo plazo un serio problema para el país, que debería estar haciendo lo mismo en la frontera sur, y aún más, como generar empleo bien pagado para mitigar la migración, como también hizo Trump con el salario del trabajador promedio.

Trump perdió por muy poco la reelección, y esto quiere decir que las cosas no le salieron tan mal. Tan mal no le salieron, que el país está completamente dividido, supo mantener hasta el final su voto duro, pero se radicalizó demás. La realidad es que ya no tenía de otra, o radicalizaba su postura o se la iba vivo Biden, como al final ocurrió, pero para nadie es un secreto que los dueños del dinero de aquel país, que lo apoyaron en un principio, no podían seguirlo apoyando bajo el riesgo del desplome del país, y por supuesto de sus finanzas.

Es un interesante tema de tesis doctoral, el de la composición social y la apuesta por la radicalización y conservación del voto duro. A Trump le alcanzó la primera vez, ya no la segunda y en México, guardando distancia, puede resultar en unos años algo similar si se le sigue apostando a la división social como política pública. Hay más, pero mucho más que un proyecto político temporal, el país va a estar antes y después de este, afortunadamente. ■

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