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sábado, 20 abril, 2024
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Alba de Papel El valor de la serenidad

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Ante una desafortunada regresión que nos despoja de la cualidad de la razón que debiera caracterizarnos como adultos, rodamos con apremio infantil, sin freno a los deseos que nos consumen, en un presuroso vaivén que desconoce las virtudes de la paciencia y la tolerancia para vivir con armonía.

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Las malas noticias que circulan sobre el incremento de los contagios del Covid 19, la violencia contra las mujeres, la pornografía infantil, los arteros crímenes contra civiles y personal médico, la inseguridad de las carreteras, las calles, el desempleo de los jóvenes y la pobre aportación de Zacatecas al PIB nacional, evidencian con claridad, la postración anímica de la población que se convierte en angustia y sufrimiento social.

Detrás de cada informe periodístico, de cada rumor, de lo que se cuenta y se escribe en las redes sociales, de lo que se platica de boca en boca, predomina un enflaquecimiento espiritual que lleva a una fatiga permanente de la población, que visualiza un panorama negro e incierto cargado de negatividad, más todavía, si se incluye la programación de cines, televisión comercial, cable que coinciden en el trazo de un mismo algoritmo que vaticina el apocalipsis de la humanidad.

Series tortuosas, frívolas, moda inalcanzable, figuras exitosas, escenas negras y sangrientas que maleducan mucho ,enlutan y pervierten la fragilidad yoica de la sociedad que se ha extraviado de los límites necesarios para construir las prerrogativas de una vida con calidad en concordancia con su medio ambiente.

Muy pocos contenidos culturales son edificantes e inspiradores “con la ética y la alegría de seguir” en la diaria dificultad de vivir, porque tal como escribiera Doris Lessing “Vivir es lo que verdaderamente nos aterra”, como resultado de lo complicado de enfrentar el día a día, en el que se tiene que estar decidiendo minuto a minuto lo que completará las exigencias que demanda, y así consecutivamente a lo largo del ciclo vital de cada individuo, y porque cada persona carga su propia desestructura, porque la perfección no existe.

La autora de “Las cárceles elegidas”, un volumen de cinco conferencias que expuso en 1985 realiza un estudio sobre las posibilidades de la racionalidad frente al absolutismo y crucialmente funda una pregunta que después de 36 años, sigue cuestionando nuestra incapacidad para eludir la barbarie, incompetentes –a pesar de tanto progreso -, para aprovechar lo que nos ha enseñado la historia y la sociología.

La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007 exhibe también en el libro citado, su confianza en que la humanidad podrá mirarse a sí misma, desandar el camino y en esa posibilidad, está cifrado su futuro.

De modo, que en esta reflexión sobre el agobio y las prisas, la tristeza y la angustia, la pandemia, la vacunación y las irremediable pérdidas que de todo tipo hemos tenido y sufrido, respetuosamente sugiero parar, hacer un alto en el camino, para pensar más en nosotros, contemplar las nubes, las noches con estrellas, sentir el sol de una mañana tibia, el viento desde nuestra azotea o en un campo abierto a la naturaleza; alejarnos lo más posible de los tumultos y los centros comerciales, ayudar a los demás tanto como sea posible, pedir por favor, perdonar y dar las gracias, porque esto forma parte de nuestra humanidad.

A lo largo de la historia, es indecible el dolor que fragua nuestras vidas en colectividad, por lo que la aportación sencilla y simple de cada uno de sus integrantes, en el aquí y el ahora, hará más llevadero el sentido de comunidad que hoy está tremendamente lastimado por la violencia y la endemia, dos palabras terribles que nos vulneran y nos demonizan.

Dependerá de cada uno, finalmente de nosotros, transformar lo que sea que veamos en el horizonte, para recuperar con estoicismo, el camino que asegurará nuestra libertad, y que briosamente se afirma en la cultura, en la memoria y la identidad que nos moldea con un rostro propio, vigoroso, con impulso de vida, que nos permitirá alcanzar un estado de liberación, pese al caos que diariamente se promulga, así que demos alivio a nuestro espíritu y volvamos a la razón.

P.D. Una cálida felicitación al Centro Cultural Comunitario “El Mézquite” del municipio de Juan Aldama, por sus cuatro años de fundación, es un ejemplo de lucha por la cultura propia y la libertad de su población.

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