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jueves, 2 mayo, 2024
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■ 9ª entrada; 3 Bolas, 2 Strikes, 2 Outs

Repensar los partidos políticos

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Por: MILO MONTIEL ROMO •

¿Para qué sirve un partido político?

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Según la definición, un partido debe: 1) canalizar y transmitir los intereses y demandas de la población para que sean consideradas en la toma de decisión gubernamental; y, 2) posibilitar la participación de la población en el proceso político por medio de la elección de los representantes populares que ejercen el poder político.

Eso dice la teoría.

Imaginemos.

En medio del surco, mientras el tractor avanza rascando una tierra que se niega a dar más, esperando que la lluvia caiga para alargar la esperanza; ¿quién piensa en un partido político para que sean transmitidos sus intereses y el trabajo sea más fácil?

¿Quién va pensando en participar en la elección de sus representantes a través de un partido político en medio de la modorra de las cinco de mañana en el transporte público, mientras que se espera la llegada al destino o el abordaje de uno o varios sujetos para, con pistola en mano, digan la tan terrible frase: “ya se la saben”?

Es un hecho que el deambular de los partidos políticos no ha logrado permear en la vida diaria de la ciudadanía y que por más que los discursos estén plagados de categorías como el “pueblo”, la “gente”, la “raza”, “amigos”, amigas” y demás generalizaciones que no identifican a nadie, no han logrado convertirse, aunque así lo diga la Constitución, en entidades de interés público.

Los partidos políticos, salvo en elecciones, no son el canal de organización; no han logrado ser el vehículo para construir la justicia y la paz. No han logrado que su existencia sea un motor para acabar con la pobreza, la violencia, o la desigualdad.

Los partidos políticos en México, en los hechos, son instrumentos para buscar el poder político, es decir, sólo compiten en las elecciones carísimas. Aunque, también habrá que decir, pocos son los que realmente están en posibilidades de ganar.

Morena, el PAN, MC y cada vez de forma más lejana el PRI, son los únicos que, en este momento, pueden, cada uno en su medida, acceder al triunfo. Los demás (PVEM, PT, PRD, PES) son organizaciones políticas sin objetivo real, salvo ejercer presupuestos millonarios para conseguir el registro (3% del padrón electoral). Nunca serán fuerzas que contiendan de forma real.

Al vivir para las elecciones, los partidos políticos construyen con burocracias destinadas a la organización de millonarias campañas electorales, mundos alternos alejados de la realidad de los millones que dicen representar, donde las cúpulas decidirán candidatos para que después los votantes, escojan entre las opciones que las cúpulas partidarias eligieron para ellos sin consultar.

El tan “pueblo” no tiene acceso a opinar sobre quienes son designados para representarlos.

La democracia es un modelo que muchos suponen como sinónimo de elección, los valores democráticos viven en el spot y en el debate televisado, se ejerce cada 3 o 6 años y luego un vacío donde viven los partidos políticos que han renunciado a la formación política de la población para en su lugar, buscar posicionar en el mercado electoral a posibles candidatos que se compactan en un pequeño grupo que vive y se reproduce dentro de la burocracia partidista y que se sucede una y otra vez para ocupar diferentes cargos, en un carrusel interminable donde los mismos van a un cargo, luego a otro, luego se van a la banca, luego regresan y así hasta el hartazgo mientras envejecen y sólo unos pocos entran para renovar la lista.

El México que se ve desde las ventanas, los planes y las campañas de los partidos es otro México al del resto, es el país del spot y del discurso reciclado desde lustros, con la simplificación de la realidad de millones para ponerlo en un cartel y en imagen de video de 30 segundos.

La teatralización de la realidad y el mundo convertido en spot es la base de las políticas implementadas por los funcionarios emanados de las elecciones que los partidos diseñan, por eso los resultados gubernamentales se pueden adaptar a la realidad mediática construida por ellos mismos.

Es necesario repensar los partidos políticos. México requiere replantear que tipo de organizaciones políticas merecemos y reformar los objetivos y las formas de hacer política.

El descredito de los partidos entre los mexicanos es real. Sólo el 11% de los mexicanos confía en los partidos políticos, por ello es necesario convertirlos en aparatos de organización popular, espacios de reflexión y estudio, forjadores de valores democráticos y de justicia. Lugares donde las opciones para crear mundos mejores sean posibles.

No podemos seguir tirando miles de millones de pesos en aparatos electorales, constructores de cúpulas de millonarios, donde los y las mexicanas no se ven representados. Tenemos que obligar a que los partidos políticos se despierten en el interés público. Hoy a nadie le dolería la desaparición de todos ellos.

¿O quien los defendería? Yo no.

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