Historia y Poder Arturo Medellín Anaya, la batuta del mago en la calle

Nuestro país sigue en llamas. Cada uno de los estados del país tiene un sufrimiento peculiar, aciago, de antaño, enfermo.
Zacatecas por ejemplo, sufre de la embestida criminal de la delincuencia a gran escala y se suceden los actos de horror y sufrimiento en miles de hogares y los cambios que se avecinan auguran episodios que requerirán de mucha calma, de seguir alertas, pero también jubilosos, sin olvidar nunca el pretérito amoroso de querer a todo el mundo.
Para eso son los magos de la escritura, como lo es el artista mexicano Arturo Medellín Anaya, erudito en el arte de sobrevivir y de capturar al instante la magia del mexicano y sus turbulencias y lo hace en la novela, la pintura, la poesía, la promoción cultural desde una provincia –San Luis, Tamaulipas, Baja California, – y desde lo mas hondo de los terruños de la patria callejera, la turbulenta en los sentimientos que avizoran algo nuevo vendrá mas allá de los buenos deseos.
Volvamos al punto de partida: los escritores mexicanos acaso viven en el limbo, la autocomplacencia, el elogio desmesurado, el aparatoso privilegio de los premios y las becas, o se desviven en retratar con fiel parsimonia las hecatombes de la pobreza, las fosas clandestinas, el tráfico de órganos humanos, el rapto de miles de jovencitas, el asesinato descarado en cualquier calle del mundo mexicano y sobre todo, el devenir de un país desgarrado que intenta ser optimista ante las nuevas juventudes.
Arturo Medellín Anaya fue integrante del histórico grupo Zopilote en donde el teatro y la promoción cultural de izquierda pujó por encuentros nacionales y por la reconvención total del educando en una nueva faceta milenaria que asistiera organizarse, dar la cara, seguir creando sin el temor a la crítica favorita y Arturo recrea a cada instante con su erudición novelas de alta escuela, pinturas de altísimo linaje mexicano, poesía en beneficio directo a las colonias.
Enhorabuena para él y para el país, por sus nuevas novelas deslumbrantes, su pinturas en la criba novedosa de su mundo que quiere cambiar, comprometer, asirse a la esperanza de que es cronista de altos vuelos en la que ha de seguir retratando el drama mexicano y sus destinos.