La Gualdra 254 / Cine
El Acontecimiento para ver películas
El pasado 15 de junio se organizó en la Universidad Sorbonne de París una jornada de investigación que tuvo por nombre Cinémas en résistance dans les mondes ibériques et ibéro-américains contemporains. La peculiaridad del evento fue el dar la palabra a la gente vinculada directamente a la industria cinematográfica y no a los académicos, como es normal –o tradición- en la universidad parisina.
Para ello se invitó a productores, distribuidores, presidentes de festivales de cine y críticos cinematográficos; y se cerró con un mesa llamada “Patrimonio y memoria cinematográfica” en homenaje al exdirector de la Filmoteca Española José María Prado, quien estuvo acompañado Fréderic Bonnaud, a su vez director de la Cinémathèque Française; todos tuvieron vía libre para dialogar en torno a sus estructuras. La dinámica del evento consistió en que los moderadores de cada mesa –éstos sí eran miembros de la universidad- lanzaban un par de preguntas que permitieran abrir el debate, para en seguida ceder la palabra al público que llenó la Sala de Actos.
De los diversos temas tratados quiero destacar aquí uno que dio para varios minutos de debate entre las diversas mesas, el del Acontecimiento en la proyección de películas que anima su visionaje.
¿De qué trata este asunto del Acontecimiento Cinematográfico? Se trata de que al acto de ver una película en público, ya sea en sala de cine, en teatro o en un aula, se le agreguen elementos que lo vuelvan un evento a reservar en la agenda del público.
¿Qué son los agregados a la proyección? Hay diversas estrategias que se pueden adaptar según el tipo de película y de público. Por ejemplo, el de organizar una “fiesta” ofreciendo cocteles y aperitivos al final de la proyección; entregar descriptivos o manuales que expliquen la película; traer al director, actores y/o guionistas a presentarla; y por supuesto, la organización de festivales.
Los Festivales de Cine parecen ser el esquema ideal para animar la asistencia de público. Pueden ser desde los mega eventos mundiales como Cannes, Venecia, Berlín, San Sebastián, Locarno, Toronto, Sundance; los regionales, Morelia, Guadalajara, Cabo, Fresnillo; y los múltiples festivales de barrio de ciudades y pueblos promovidos por cinetecas locales con un paquete preseleccionado de películas. En cualquiera de estas estructuras se trata, en mayor o menor medida, de traer a parte del equipo de las películas que son, al final de cuentas, el principal gancho publicitario.
Pero, y aquí saltó la liebre, el productor Paulo Branco (filmes de Manoel de Oliveira, Raoul Ruiz, etc. etc.) fue enérgico: “Me llaman para decirme o pedirme mi película para el Festival de Cannes, que será proyectada en la Selección Oficial en el Gran Teatro Lumière dos o tres veces, pero ¿y luego?”. “Y luego no hay nada más –parafraseo sus palabras- la cinta si tiene suerte la comprará algún distribuidor aunque esto no es seguro, ya que algunos distribuidores argumentarán que ya ha sido muy vista por el público y ya tendrá poca salida”.
¿Qué pasa con esto de los festivales, qué ha cambiado? Insiste Branco, la diferencia a hace unos años y ahora es que antes se hablaba de “obras maestras” y ahora se habla de “cifras”. Entonces los festivales de cine servían de escaparate para mostrar “obras” y no productos en busca de taquillas. En este sentido, las películas “sirven” a los festivales y no a la inversa. Los organizadores de festivales “nos llaman para pedirnos nuestras películas, sin pagar un céntimo, con el argumento de su proyección y la esperanza del premio, pero a nosotros, que vivimos de eso, no nos aporta nada”. En fin, asunto a reflexionar: qué es lo que vemos cotidianamente en las cadenas de salas de cine.