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viernes, 10 mayo, 2024
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Emily in Paris, la serie del París lovely

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

La Gualdra 509 / Series de TV /  Desayuno en Tiffany’s, mon ku

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Pocas veces en esta columna se ha escrito de series en particular, aunque sí se ha mencionado la cultura de las series. Pero en esta ocasión nos ha parecido interesante comentar una, Emily in Paris creada por Darren Star, estelarizada por Lily Collins y producida por Netflix en 2020 y cuya segunda temporada acaba de ser lanzada hace unos 15 días.

El asunto es que en los estudios académicos del audiovisual está de boga el análisis de ciudades desde la imagen y dos son las ciudades más atractivas para los creadores: Nueva York y París. Ambas desde el cine clásico de los años 30 como lugares dinámicos de economía y relaciones sociales, aunque desde ya hace un par de décadas son más bien fantaseados sitios de cosmopolitismo para el amor.

Emily in Paris es un híbrido entre el filme Le fabuleux destin d’Amélie Poulain (Jean-Pierre Jeunet, 2001) y el Sex and the city, pero con un toque mucho más absurdo. La serie de Star vende un París para blancos y ricos: “La ciudad de la belleza, y la moda es para hacernos bellas” dice una réplica en el episodio final de la temporada 

Emily in Paris es la historia de una chica publicista de Chicago que se muda a París a una filial recién adquirida de su empresa. Ella debe aportar el “toque y la visión americana” a la mercadotecnia francesa, porque los franceses aún no han comprendido la importancia de las redes sociales y ella va a iluminarlos. A partir de ahí, la serie está repleta de clichés de la moda, del género y de los nacionalismos franceses y estadounidenses:

Emily va a pasar por una serie de amantes, de aventuras profesionales que como Amélie siempre resolverá por su ingenuidad y animosidad, comerá en los mejores restaurantes de París, visitará viñas de Champagne en un descapotable (3 personas en un carro para dos por las carreteras francesas), se enamorará de un joven chef, irá a la ópera, a las casas de alta costura; y hará el tour de la vida fashion parisina.

Nota, no estamos diciendo que las series deben ser ensayos sociales o retratos verídicos de la realidad, tampoco criticamos la calidad ni la eficiencia de su objetivo, entretener (que sí lo consigue), sino simplemente en esta ocasión nos hemos balanceado por la crítica a la recreación de estereotipos que lastiman visiones sociales justo como en la época maniquea de las guerras: los rusos v.s. los americanos, por dar un ejemplo.

Así como las telenovelas mexicanas y el cine de gran corrida popular en México afirman estereotipos de clases y raciales, estas series hacen lo mismo a nivel internacional.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-509

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