Ya el viejo Aristóteles hablaba de cuatro causas esenciales para la aparición de las cosas: causa material, formal, eficiente y final. Lo cual sirve para ilustrar que para comprender la aparición de una cosa que tenemos frente a nosotros hay causas de diferente tipo y diversa hondura. No digamos pues sobre causas de acontecimientos humanos y sobretodo de carácter social y político. No podemos reducir todo a la causa eficiente, es decir, a la ejecución directa de los eventos. Decir que Peña Nieto es causante eficiente de los crímenes contra los estudiantes, es una afirmación quimérica; pero lo cual no significa eximirlo de culpa. Porque si analizamos las culpas estructurales en el diseño y conducción de las instituciones, es perfectamente claro que al ser órganos del Estado quienes ejecutaron los atroces crímenes, surge la pregunta, ¿hay responsables de la conducción del Estado, o éste es anónimo? Es evidente que existen responsables de la conducción del Estado, y son justamente las fuerzas políticas que lo integran, y estas últimas son dirigidas por actores concretos. Así las cosas, debemos preguntar por las causas de lo ocurrido en Guerrero, y nos encontramos que hay causas eficientes, como la existencia de grupos criminales que realizaron la ejecución de los asesinatos; pero a su vez, existen dichos grupos dentro de los gobiernos por una Causa Institucional que lo hace posible.
A las causas eficientes se le suman las causas institucionales; y en estas últimas, los responsables no son los actores que participan directamente de los crimines, sino los sujetos que tienen bajo su responsabilidad la estructuración y conducción de las instituciones, como el Ejército, policías federales, el Cisen, Gobierno estatal, que permitieron que dichos eventos se hicieran presentes. Las políticas de seguridad, de integración de los gobiernos municipales, de organizar los procesos electorales que se constituyen en la puerta de entrada a los cargos ejecutivos y del Poder Legislativo, de los programas de cohesión social, y un largo etcétera, son responsabilidad en actores visibles; tan es así que cuando se logran frutos positivos se anuncia que “gracias a “x” gobernante hay mejoras en la erradicación de algún problema social”. Es decir, se reconoce que el Estado no es anónimo. Tiene rostros visibles que conducen las políticas, que dirigen a las instituciones y son responsables de sus resultados. Y el resultado ahora mismo es que hay un número indeterminado de municipios que están directa o indirectamente en manos del crimen organizado, y el municipio es parte del Estado. Ni más ni menos. Y además, la obligación esencial del Estado es la seguridad de los mexicanos. Ni más ni menos. Y hacer las cosas para mejorar o empeorar en estos problemas, tiene responsables concretos, que son las autoridades que tienen a su cargo la conducción de los gobiernos en sus distintos niveles. Ni más ni menos. En suma, si las responsabilidades se agregan a las causas institucionales, luego entonces, los actores políticos actuales tienen graves deudas con los mexicanos en este momento; y no bastan declaraciones altisonantes para borrar la mancha. Ésta permanece ahí mientras no se eliminen las causas que ellos reproducen. Ni más ni menos.
