Debido sobre todo a la densa opacidad en que discurre de nuestra “democracia” resulta imposible la anulación de la candidatura Monreal, oficialmente por desacatar disposiciones legales, no sea sucedida de una avalancha de especulaciones, cuya variedad inabarcable no obstante consta, en resumidas cuentas, de tres grandes apartados:
Hay quienes aseguran la causa verdadera de la dicha anulación es un fundado temor del PRI y el gobierno a que el partido del anulado debute con la ganancia de una gubernatura, así sea la de Zacatecas; pues aducen que dotado de una intachable trayectoria y un carisma arrollador es con mucho el candidato mejor posicionado en todas las encuestas, y la única manera de evitar su triunfo contundente es quitándolo de en medio.
Según otras versiones ante la debilidad evidente de un candidato desprestigiado por algo más que haber sido un pésimo alcalde, carente ya no de carisma sino de una mínima personalidad, la astucia diabólica de su hermano Ricardo habría urdido, junto con sus aliados dentro y fuera del INE, la farsa de la anulación, para dar a su consanguíneo una aureola de mártir, que una vez absuelto le valga algunos votos fuera de Fresnillo.
Algunos más están convencidos de que son dos los factores que inciden en esta situación: una efectiva hostilidad del gobierno de Peña hacia López Obrador y su partido; y una terrible falta de profesionalismo del candidato y su equipo.
No hay quien atribuya, la tal anulación, al celo jurídico de los consejeros electorales.■
