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miércoles, 17 abril, 2024
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La mujer como ser pensante es un ser creador y transformador del mundo

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Por: Elizabeth Alvarado García •

Pensar el mundo es una actividad de adaptación y transformación. Pensar el mundo nos permite ubicarnos o desterrarnos. Pensarlo también es diseñarlo, modificarlo. Pensar es adaptarnos, diseñarnos o transformarnos. Al pensar nos apropiamos, nos volvemos conscientes.

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Al pensar existimos.
Por medio de varias artimañas y trampas culturales la actividad de pensar y conocer el mundo nos había sido negada a las mujeres, para mencionar algunas: no tener acceso a los mismos derechos que los hombres, santificar la maternidad, romantizar nuestras relaciones de pareja, maternar en abnegación y soledad, justificar y culparnos de la injusticia que enfrentamos, podríamos seguir ampliando la lista, pero no es la finalidad del texto; ya sea por artimañas romantizadas en la ternura o cargadas de amenazas y saturadas de expectativa. En México apenas tenemos acceso a la educación en 1946. Antes de ello, nuestro único fin consistía en parir, cuidar y limpiar todo ello en completo aislamiento y sumisión. Nos correspondía sostener dar fuerza a costa de nuestra propia vida. Salvo algunas excepciones nadie o casi nadie cuestionaba tal papel en la sociedad, ¿Por qué mencionarlo? Cuestionar implica poner en duda, dudar significa inconformidad, y la inconformidad no formaba parte del papel hasta este día interpretado. Dudar es una consecuencia directa de la actividad de pensar.

Sin acceso a la educación el control hacia nosotras parecía natural, sin oposición. Superar dicho obstáculo requería nuevas estrategias por parte del sistema inquisidor. La maternidad se presentaba como el arma perfecta, desde la propia secretaria de educación pública se impulsa la maternidad abnegada e incondicional. Se exaltó la maternidad como destino único de la mujer. Maternar se tomó entonces como el slogan de control y dependencia. La maternidad representa hasta nuestros días el arma perfecta para controlarnos “Nueve interminables meses de reposo, de dependencia de los demás, de precauciones de ritos de tabúes” (castellanos, Rosario pp 15) Realizarlo en las condiciones que nos imponen no solo termina con la fuerza, con la energía, también nos destruye el cuerpo mismo. Romantizarlo, santificarlo tan solo fue el tiro de gracia.

Por ejemplo, así mismo Castellanos menciona que: La preñez es una enfermedad cuyo desenlace es siempre catastrófico para quien la padece. No me malinterpreten, no intento aquí hacer una acusación a la maternidad, intento, exponer porque la maternidad nos es impuesta en un sistema cultural como en el que nos desarrollamos, intento entender porque en 2021 es imposible pensar a la mujer fuera de la maternidad. Intento consolar mi ánimo acerca de las acusaciones que se lanzan directo a las que se atreven a rechazar dicho camino.

A nosotras nos toca cuestionar. Pensar nos apropia de lo despojado. Nos despojaron del mundo. “Nos expulsaron”, ¿Recuerdan?, nos expulsaron cuando los cuestionamos, cuando la desobediencia se encarnó en nuestro ser, a partir de ahí nos castigaron, nos controlaron nos tocó someternos para alcanzar apenas algunas migajas.

Cada que vencemos, las estrategias son re-diseñadas, se vuelven imperceptibles, confusas.

A nosotras nos toca analizar el maternaje, verlo y entenderlo como la sujeta activa en dicho proceso. Pensar desde la autonomía y re-apropiarnos de nuestra propia capacidad creadora sin intermediarios ni interpretes confusos. Hacerlo sin duda alguna es un paso gigantesco para alcanzar nuestra libertad, para cambiar nuestra realidad. Nos corresponde ubicar nuestra capacidad creadora en el punto central de la construcción de la sociedad. Somos nosotras las que parimos el mundo.

Desmitificar la maternidad, elegirla, desearla debe ser actividad propia de nuestro horizonte, entenderla y guiarla solo puede salir del pensamiento consciente. Parir es crear. Maternar es transformar.

Estamos cerca de parar como cada año lo hacemos desde hace algún tiempo, el 8 de marzo esta a la vuelta de la esquina. Recordar, activar la memoria como actividad del pensamiento debe llevarnos a cuestionar, que dicha actividad sea inevitable en la mente de todas las mexicanas, independientemente de su edad, condición social o formación académica. Este 8 de marzo, cuestionamos, pensamos el mundo y nos hacemos visibles en cada rincón del país. Necesitamos que el mundo no sea pensado sin nosotras, necesitamos que en el mundo nos ubiquemos como sujetas creadoras, sujetas activas. Nos cuestionamos por lo tanto existimos. ■

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