Aunque con algunas fisuras que hicieron que el proceso no resultara del todo impecable dadas las protestas y el cuestionamiento en el manejo y resultado de las encuestas por parte de Marcelo Ebrard, el partido movimiento Morena ya tiene su candidata. En la lectura de las encuestas no hubo sorpresas. Los aspirantes a dirigir los comités de defensa de la 4T terminaron con los porcentajes que desde comenzaron a medirse tenían. Como potranca fina de carreras, la Sheinbaum se fue libre y sin varas en la carrera por ganar la nominación de su partido.
Habiendo resultado Claudia Sheinbaum como la precandidata y segura abanderada de Morena (39.38 %) para las elecciones del próximo año, resultó ser la confirmación de la crónica de un destape anunciado. Bautizadas con el horrible y despectivo nombre de corcholatas, la ganadora tuvo sólo un competidor serio: Marcelo Ebrard (25.78 %), Adán Augusto López (11.18 %) el que apareció en la alta política como bateador emergente por si se caía la exjefa de la ciudad de México, Gerardo Fernández Noroña (10.62 %) que vino ser el animador de precampaña de los morenistas, el güero Manuel Velasco (7.16 %) y el paisano Ricardo Monreal, que termino siendo el colero (5.86 %); resultaron ser meras comparas; (datos tomados de La Jornada, 07/09/2023). Todos los adversarios de la Sheinbaum, sin muchas posibilidades, sus probabilidades de triunfo eran nulas. Se prestaron y entraron al juego sabiendo de antemano que derrotar a Claudia era cosa más que imposible. Sabían de antemano que era la favorita de López Obrador. Fueron a la contienda sabiéndose perdedores antes de iniciar el combate. Conocer al ganador de las encuestas era cuestión de tiempo. Participaron para pepenar como consolación algún cargo en la siguiente administración. Dos premios gordos de consolación les prometieron antes de iniciar los recorridos de reconocimiento que hicieron por diferentes partes del país: la coordinación del senado para quien ocupara el segundo lugar; correspondiendo este lugar Marcelo, persiste la deuda si lo aceptara, si le cumplirán o si permanecerá en el partido guinda. Hasta ahora, se presenta como un mal perdedor. Con pataleos y berrinches incluidos. Al tercer lugar se le daría la coordinación de los diputados.
Con una legislación electoral tan laxa y benigna que contempla candidaturas plurinominales o de representación proporcional, el resto de los competidores tienen un hueso asegurado por el solo hecho de haber participado en el juego sucesorio. Sus partidarios y algunos opinologos interesados dirán que, por ser personalidades políticas, bien se tienen ganados los cargos que les den. Podrán ser senadores o diputados o miembros del Gabinete y en forma solaz seguir mamando del presupuesto.
El de Marcelo parce un futuro sin futuro si no apechuga su derrota y no dirigiere con resignación cristiana los resultados. Fuera de Morena parece estar perdido. Si la hace de desertor le armaran un gordo expediente y judicializaran los presuntos cargos relacionados con el segundo piso de la “Línea Dorada” del Metro que resultó colapsada y el desarrollo inmobiliario de Santa Fe sobre el que se dice sacó una gran tajada. Pudiera irse a MC y ser su candidato presidencial, sabiendo que no ganará. Lo mismo ocurrirá si se lanza como candidato independiente. No le queda más que seguir en Morena y aceptar el cargo de consolación que le den y que derrotado y con su orgullo herido ahorita rechaza.
En cuanto a la recién ungida flamante candidata morenista lo que sigue es no dormirse en sus laureles tirándose a la amacha de la autocomplacencia. Habrá de poner manos a la obra. Una de sus primeras tareas será coordinar y organizar, o en su caso consolidar las estructuras de Morena fortaleciendo el movimiento, pero también instituyendo el partido. Viene una rebatiña perruna por las candidaturas. Especial atención deberá de poner en preparar su campaña para la presidencia. Conocer y estudiar bien a su contrincante que será agresiva y estará siempre acosándola resaltando sus puntos flacos y los errores cometidos en su trayectoria política y en la administración pública. Habrá de prepararse con las mejores armas argumentativas para los debates que no deberá rehuir. Aunque se le pone como ganadora en las elecciones del 2024, tendrá en Xóchitl Gálvez a una difícil contendiente. Habrá que enfrentar su personalidad folclórica, su forma franca y directa de hablar con groserías e improperios, sus reflejos en las respuestas y contrataques que hacen de estos rasgos que la autollamada india guereja hidalguense le caiga bien mucha gente y hasta por carismática la tengan.
Por todo ello, en las próximas elecciones para ganar la presidencia de México habrá tiro. Sera una contienda entre mujeres que diputaran la hegemonía de dos proyectos distintos y confrontados de nación: el de darle continuidad a las reformas y programas sociales de la 4T, por un lado, versus el regreso del régimen neoliberal con la restauración de privilegios de empresas, grupos de poder y sujetos que en mayor o menor medida perdieron en el actual gobierno.