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jueves, 18 abril, 2024
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Aurelio Nuño: comprométase y acate las directrices del INEE

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Por: LUIS ALBERTO BARQUERA •

Se me ha preguntado en estos días que le diría, si pudiera, a Aurelio Nuño, nuevo titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Pienso que le diría dos cosas.

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La primera es que cierre su oficina y se vaya a visitar una muestra de escuelas de todo el país y platique con maestros, padres de familia y niñas, niños y adolescentes. Tiene que saber cómo se vive la “educación” en México desde la perspectiva de los titulares de derechos. Esto le ayudará conocer en directo la realidad del sistema educativo, aunque ya se haya leído “todo” (supongo). El cambio requiere capacidad de empatía, un bien escaso que no puede generarse desde el desconocimiento del “otro”.

Partamos de esta cuestión: ¿Cómo te sentirías tú si te hicieran eso? Barak Obama, en La audacia de la esperanza, dice que no es frecuente que nos hagamos esta pregunta. Como país, refiriéndose a Estados Unidos, Obama señala en ese libro que “pareciera que sufrimos de un déficit de empatía. No toleraríamos escuelas que no enseñan, que sufren una falta crónica de fondos, de personal y de motivación, si pensáramos que los niños que van a ellas son como nuestros hijos.” (2006, pp. 72-73).

(¿Le suena, amable lector, que la autoridad (no sólo la educativa) sufre un grave “déficit de empatía”?)

Lo que dice Ryszard Kapuscinki para el periodismo, en Los cínicos no sirven para este oficio, puede también servirle al secretario Nuño: “Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento en parte de su destino (…) Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás.” (2013, p. 18)

Lynn Hunt, en La invención de los derechos humanos, señala que la historia demuestra que “al final la mejor defensa de los derechos son los sentimientos, las convicciones y las acciones (…) uno conoce el significado de los derechos humanos porque se siente afligido cuando son violados.” (2009, p. 220).

¿A qué escuela fue usted, Aurelio Nuño? ¿A qué escuela asisten los suyos? ¿Cómo se ubica ante el hecho de que una proporción importante de niños y niñas que asiste a la escuela aprende poco o muy poco? ¿Y ante la realidad de que muchos permanecen fuera de ella? ¿Algo se le retuerce en la panza cuando constata que el derecho a la educación es sistemáticamente violado en nuestro país?

La práctica de la “empatía” puede ayudarle a Aurelio Nuño a parecer creíble y a encontrar la fuerza y la decisión que se necesita para ser un verdadero secretario de Educación. Uno que esté del lado del ejercicio del derecho a la educación de niñas, niños y adolescentes, cosa que no siempre hemos tenido. Uno que cierre la brecha entre el secretario y los titulares de derechos, y entre éste y los maestros, agentes fundamentales para que los titulares de deberes cumplan con su cometido.

Hay que empezar por pedirle al secretario Nuño que se ponga en los zapatos de los niños, niñas y adolescentes que no ejercen su derecho a la educación.  Y también de los maestros, porque sin ellos no hay salida posible. Sería realmente novedoso que esto ocurriera, porque nuestra historia demuestra que esto no ha sido importante y porque se requiere una reforma educativa ambiciosa, que se plantee por ejemplo terminar con la “escuela pobre para pobres”.

La segunda cosa que le diría al secretario Nuño es que se enfoque en crear las condiciones para operar las directrices que próximamente emitirá el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). El viaje que le propongo en el punto anterior puede aprovecharlo también para conocer de manera directa quienes son los (i)responsables de la educación en los estados de la República y comenzar a tomar medidas pertinentes.

Buena parte de la fuerza jurídica y política de esa institución, además de generar lineamientos para realizar evaluaciones, consiste en “emitir directrices relevantes para contribuir a las decisiones tendientes a mejorar la calidad de la educación y su equidad, como factor esencial en la búsqueda de la igualdad social.” (art. 47). Nada más y nada menos. La Ley del INEE establece que:

  1. “Los lineamientos y directrices que emita el Instituto se harán de conocimiento público.” (art. 48)
  2. “Las directrices emitidas por el Instituto serán hechas del conocimiento de las Autoridades e Instituciones educativas correspondientes para su atención.” (art. 50)
  3. “Las Autoridades e Instituciones Educativas deberán hacer pública su respuesta en relación con las directrices del Instituto, en un plazo no mayor a 60 días naturales.” (art. 51)

Luego de que el INEE emita sus directrices de política y las haga públicas, Aurelio Nuño tendrá que responder puntualmente cómo se ubica el gobierno federal frente a ellas. ¿Las asume? ¿Las rechaza? ¿Se hace el occiso?

El INEE, como ya he señalado en este espacio, nos dará directrices de política. Lo que no puede darnos es la voluntad política del gobierno para realizar los cambios. El gobierno, antes que retomar sus resultados, está acostumbrado a evadir las recomendaciones de la evaluación en muchos ámbitos.  La experiencia con el Coneval así lo indica.

Sin embargo, si bien las directrices del INEE no son vinculantes, el gobierno tendrá que responder puntualmente a cada una de ellas y pagar el costo político de rechazarlas o intentar evadirlas. Hay que reconocer que la reforma educativa ha hecho más estrecho el espacio para el Houdini de la postevaluación y esto lo debe aprovechar el secretario.

Ojalá el gobierno y Aurelio Nuño acaten las directrices del INEE y aprovechen la oportunidad (otra) de poner por delante el derecho a la educación de los niños, las niñas y los adolescentes de México. De otra forma no veo cómo la reforma educativa se mantendrá a flote otros tres años. En las directrices que vienen está mucha de la sustancia que falta a la reforma y la base para debatir la educación que México necesita. A Nuño le corresponde desarrollar la capacidad de la SEP para operar dichas directrices en todo el país, cosa que actualmente no tiene (o tiene de manera limitada) porque las autoridades locales están en manos de la vieja guardia. Urge, en este sentido, que revise su política de alianzas y mire hacia la sociedad civil.

Es muy simple: requerimos un secretario de educación comprometido con la educación de niñas, niños y adolescentes y con capacidad de implantar políticas que reviertan malos resultados educativos y exclusión escolar.

Si esto lo puede hacer Aurelio Nuño, sin duda pasará a la historia como un secretario de Educación realmente notable. ■

 

@LuisBarquera

http://odisea.org.mx/odisea_global/

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