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viernes, 26 abril, 2024
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Narcotráfico, ejército industrial de reserva y represión

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

En el Tomo I de El Kapital de Karl Marx se lee que, en la sociedad capitalista, hay una sobrepoblación que constituye “… un ejército industrial de reserva a disposición del capital…”, es “…una población obrera relativamente excedentaria, esto es, excesiva para las necesidades medias de valorización del capital y por tanto superflua…”. Se trata de una sobrepoblación útil “…para las variables necesidades de valorización del capital, el material humano explotable y siempre disponible, independientemente de los límites del aumento real experimentado por la población…”.

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Resultado que corresponde a la lógica del movimiento de la relación principal (Capital-Trabajo) del sistema capitalista. Me brincaré mediaciones teóricas sosteniendo que, el desenvolvimiento histórico actual y concreto, nos muestra que hay actividades que sin ser estrictamente capitalistas participan del proceso de valoración y acumulación del capital, como la agricultura familiar, la artesanía y las actividades ilícitas.

El capitalismo actual se nos presenta como desarrollo y como subdesarrollo, modalidades del imperialismo. En la época de Marx no existían. A cada condición también corresponde una forma específica de sobrepoblación (ejército industrial de reserva). 

En el desarrollo los procesos productivos son innovadores, resultado del progreso científico y tecnológico. En el subdesarrollo hay una Composición del Capital más elemental, depende de que se lo venda el desarrollo. A la hora del intercambio de la producción, se nos muestra estructuralmente muy desigual. En el subdesarrollo aparece una balanza comercial deficitaria que conlleva al endeudamiento; en seguida, a postergar la importación de bienes del desarrollo y culmina en receso, crisis económica, desempleo y miseria.

Es la circunstancia que provoca una sobrepoblación que excede a las necesidades de ocupación capitalista en el subdesarrollo. En México, se agravó durante el neoliberalismo. Prefirió la encarecida compra del desarrollo, retiró la sustitución de importaciones y apoyos a la investigación científica y tecnológica pues el progreso se compraba. En esas condiciones, el mercado internacional fue desfavorable y el Estado quedó limitado en acciones de regulación, y hasta privatizó sus paraestatales.

Cierto, las actividades ilícitas como el narcotráfico, tienen su propio proceso histórico. Son formas (como la migración) de existencia del ejército industrial de reserva que, al no ser absorbidos por la economía formal nacional, encuentran maneras de hacerse de un ingreso y, desde la criminalidad, contribuyen a la acumulación y concentración capitalista de Estados Unidos. He señalado, en el artículo anterior, que la distribución de la droga al menudeo, en las ciudades de USA, alcanza valorizaciones de hasta 10 veces el precio que pagan al recibirla. La mayor ganancia se queda allá.

En las últimas 4 décadas creció exponencialmente el narcotráfico y la inseguridad en México. El neoliberalismo cooperó, desde la economía, con el crimen organizado desplazando trabajadores de la planta productiva exportadora al elevar su composición de Capital (se modernizó importando innovación, que también implica empleos potencialmente perdidos); privatizó paraestatales y mandó a la quiebra a empresas privadas de la producción y el comercio que fracasaron ante los monopolios internacionales. Con ello, concentró la riqueza, mayoritariamente en manos extranjeras; se generalizaron pobreza, desempleo, migración, despojo y la miseria.

Desde la política el neoliberalismo cooperó, con el crimen organizado y la inseguridad; con antidemocracia, fraudes electorales, corrupción de políticos como Ricardo Anaya, autoritarismo y represión; ejemplos: Crímenes de Estado contra campesinos en Atenco, Tlatlaya, Aguas Blancas, desaparición forzada en Ayotzinapa, y represión a la CNTE, etc.

El neoliberalismo resolvió problemas imperiales, esencialmente de EEUU, ayudó a la acumulación y concentración de capitales, corrompió funcionarios mexicanos como Emilio Lozoya y estableció lazos “cooperativos” con cárteles, como los ejecutados por García Luna, para el desplazamiento y despojo de tierras comunales, fue evidente en el Estado de México, Michoacán y Guerrero.

Los estallidos sociales que devienen del desempleo y la miseria; por tanto, de un enorme ejército de reserva, producidos por el neoliberalismo, quedaron ocultos en actividades ilícitas, narcotráfico e inseguridad. Los cárteles abrieron falsa válvula de escape, al producir forma alternativa de “vida” y destrucción de una parte de la sobrepoblación, modificando el descontento social y prolongando el neoliberalismo.

La monstruosidad de la violencia en México aumentó por la competencia en producción, disputa y control de rutas y por el mercado del narcotráfico. Y, sin duda, por la coparticipación de algunos gobernadores. Eso explica, en parte, la focalización del clima de inseguridad en regiones como Tijuana, Ciudad Juárez, Tamaulipas, Guanajuato, Zacatecas, Guerrero, Jalisco, Sinaloa y Michoacán.

Lo anterior corrobora que, aunque necesaria, una cultura de la paz es irrelevante si no es resultado de un programa social integral. Es voluntarismo y deseo infundado creer que el simple cambio mental, de actitudes o moral modifica formas y contenidos sociales que crean relaciones de conflicto. Así como la demagogia de la llamada “gobernanza” sucumbe ante la ausencia de acciones que den tratamiento a incomprendidos temas económicos estructuralmente básicos.

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