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sábado, 20 abril, 2024
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■ México Lindo y Podrido… y Zacatecas otro tanto

Los Margileños

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Por: JOSE DE JESUS REYES RUIZ •

Somos parte de la generación de mediados del siglo XX, nacimos alrededor de 1950 – años antes años después – cuando nuestra ciudad era – qué duda cabe – más fría de lo que es hoy en día. Todos los días recorríamos el camino que nos llevaba a nuestro COLEGIO, el COLEGIO MARGIL, que aún hoy en día se puede apreciar con toda su majestuosidad. Las mañanas, según recuerdo, eran casi siempre con una neblina y un frío, que como diría JUAN MANUEL SERRAT, calaba hasta los huesos, pero era nuestro colegio, y ahora, muchas décadas después, lo seguimos sintiendo de la misma forma, y claro, no era el MARGIL actual sino el de los tiempos LASALLISTAS, que junto con colegios de otras ciudades como el GUADIANA, en DURANGO; el FRANCÉS DE LA LAGUNA, en GÓMEZ PALACIO – TORREÓN – LERDO, o el CRISTOBAL COLÓN en la CIUDAD DE MÉXICO y tantos colegios más, realizaron nuestra educación básica con las estrictas reglas de la institución – bueno no tan estrictas – y fueron fundamentales en la formación de nuestra personalidad y nuestro carácter.

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Tan fue así que en el 69, al ingresar a la FACULTAD DE MEDICINA DE LA UNAM, en el segundo semestre pude unirme a un grupo conformado por la mitad de jóvenes procedentes de diversos colegios de LA SALLE y la otra mitad que venía de la formación MARISTA del CUM, en donde la educación básica recibida en estas instituciones religiosas nos había preparado para desarrollar un mejor apego a la carrera de medicina que apenas iniciábamos.

Décadas más tarde, a un reconocido médico que fue compañero, en esos tiempos, de nuestra educación básica, me refiero al DR. JORGE SOSA ÁVILA, médico de formación con especialidad en CIRUGÍA GENERAL – quien ya se nos adelantó en el viaje final – se le ocurrió que nos reuniéramos periódicamente aquellos que habíamos compartido las aulas en nuestra infancia, y así lo hicimos y lo continuamos haciendo hasta el momento.

Algo nos une, algunos nunca estuvimos ni siquiera en otras instituciones para nuestra preparación en preprimaria, a diferencia de mis hermanos yo solamente realicé un año de preprimaria en el mismo COLEGIO MARGIL, mientras otros lo tuvieron que hacer no solo uno, sino dos, y hasta tres años, en colegios como el JUANA DE ARCO, que para preprimaria era mixto, como después lo fue en todos sus niveles, y si mal no recuerdo estoy hablando del 56 o 57 del siglo pasado.

Después los primeros 3 años de la educación primaria estábamos siendo educados por MAESTRAS de un enorme prestigio que aún recuerdo, mi memoria no es lo buena que veo que es en mis compañeros que en las tertulias mensuales que realizamos para convivir, recuerdan mejor que yo tantas cosas que yo he olvidado, pero no olvido que, a partir del cuarto año, pasábamos a ser educados por los HERMANOS LASALLISTAS que recordamos con un gran cariño.

No olvido que en el basamento del COLEGIO había un auditorio donde se celebraban las fiestas de fin de año, la que podríamos pensar como la planta baja era donde se encontraban los salones y en los corredores había cuadros con los héroes nacionales, pero yo insisto, aunque mis compañeros no lo recuerdan, que ahí estaban no solo los que consideramos hoy en día como héroes, de acuerdo a la historia oficial, quiero recordar que ahí también estaban las imágenes de personajes como AGUSTÍN DE ITURBIDE o del mismo PORFIRIO DÍAZ, pero claro que puedo estar equivocado, ya he dicho que mi memoria no es del todo buena.

Un piso arriba estaba el INTERNADO, donde muchos de nuestros compañeros que venían de fuera y que permanecían en el colegio el tiempo completo, al menos entre semana, donde alguna vez, por razones que no logro recordar, me quedaba ahí con ellos en hileras de camas a uno y al otro lado del corredor, y finalmente una azotea donde había perros nada amistosos.

Al entrar por la puerta principal no olvido la escalinata que nos llevaban al vestíbulo desde donde a la derecha estaban las aulas, y de frente salías al patio principal, donde acudíamos todas las mañanas a formarnos antes de iniciar el día; mas allá estaban las canchas de BASQUETBOL el deporte – supongo – oficial de nuestro colegio porque años más tarde, por el trabajo de mi padre, iríamos a vivir unos años en DURANGO, donde fuimos inscritos en el COLEGIO GUADIANA, también LASALLISTA, pero ahí no se jugaba BASQUETBOL sino FUTBOL y las canchas eran para la práctica de este deporte.

Después del fallecimiento de mi gran amigo JORGE SOSA, JOEL CASTAÑEDO se encargó de seguir convocando al grupo de ex compañeros y bajo su liderazgo nos seguimos reuniendo periódicamente a convivir porque de alguna forma los tiempos en que estudiamos juntos en nuestro querido COLEGIO MARGIL nos hermanó y nos dio las bases compartidas con las cuales cada uno realizó una vida que ahora, en nuestra tercera edad, culmina con la recuperación de las amistades y sobre todo de los RECUERDOS que nos unen y nos acercan y nos hacen pertenecer a una misma FAMILIA.

Yo en aquellos tiempos vivía solo a unas cuadras del COLEGIO en la AVENIDA GUERRERO, donde rentamos primero una casa con el número 7 y después otra más cercana al colegio con el número 23, y no olvido que entrabamos seguramente temprano porque yo iba a despedirme de mis padres cuando ellos aún estaban en cama y nos daban 20 centavos para gastar, lo cual era suficiente para comprar algunas golosinas, no había eso del LUNCH y durante el recreo salimos a jugar; yo en lo particular nunca fui bueno para los deportes por lo que poco participaba en el BASQUETBOL, que como comenté era el deporte oficial; no me olvido de que al fondo, en la colindancia con el otro colegio, el SEBASTIAN CABOT, existían unos areneros y unas estructuras metálicas para realizar gimnasia, que es donde acostumbrábamos a departir, y algunas veces a pelear, cuando te confrontabas con alguien, yo para esto tampoco nunca fui bueno y cuando no te quedaba alternativa entre el BOX y las LUCHAS, elegía estas últimas porque ahí podía defenderme un poco mejor, aunque siempre salía derrotado.

Cómo olvidar al HERMANO ZARABIA y sus muñecos con los que hacía de ventrículo y que falleció no hace tanto, y al HERMANO ALFONSO, a quien seguimos viendo décadas después en reuniones donde varias generaciones compartíamos con él tantos recuerdos y que se realizaban en el ENTONCES CLUB CAMPESTRE con sus áreas verdes que se fueron con los tiempos y que ahora ocupan las estructuras de cemento de WALMART. Cómo olvidar nuestro primer año de secundaria donde el HERMANO, a cargo del grupo, nos realizaba castigos enérgicos cuando algo hacíamos mal, teníamos que extender las manos y recibir un reglazo con una regla de madera de un metro de largo, y si osábamos retirar la mano a la hora del golpe, entonces el castigo se duplicaba.

Era todo ello parte de un proceso educativo que nos formó para bien o para mal, yo sigo pensando que para bien, porque ahí estamos medio siglo después conviviendo como lo hacen aquellos de generaciones arriba de la nuestra, todos nosotros amantes de ese ZACATECAS que vivimos en la segunda mitad del siglo XX y del que somos parte.

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