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sábado, 18 mayo, 2024
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‘Amor eterno’ para Juan Gabriel

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Por: La Jornada •

Ciudad de México. “¿Ya pasó?”,  preguntaban miles de personas expectantes, poco antes de que las cenizas de Juan Gabriel llegaran al Palacio de Bellas Artes, para el homenaje-adiós al ídolo.

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Por más que se quiera ver de otro modo y suavizar el sentimiento, México está despidiendo a un muerto. México está de luto, en sombras y Juan Gabriel se ha ido para siempre, a su eterna morada. “Se fue el amor eterno”, expresó a su modo un indigente, un lumpen que ha tocado fondo y sabe de las cosas terrenales.

Alrededor, los menos favorecidos por las reformas estructurales piden limosna a sus iguales, al pueblo que despide a Juan.

Hay gente que llora y eso se mimetiza, se contagia. Lloran los reporteros. Son humanos.

La vida es un largo adiós, describió el detective, pero el paso de Alberto se cortó de tajo, hace más de una semana.

La larga hilera simboliza que Juan los ha dejado solos. Al adelantarse uno de ellos se va parte del ser. Polvo eres y en polvo te convertirás.

“Hasta allá empieza la filota, luego da la vuelta y se convierte como en una culebrita y luego se hace más larga, hasta llegara Bellas Artes”, comentó una muchacha resignada a realizar el recorrido y pasar frente al nicho donde se colocó la urna mortuoria.

Como ella, otros miles y miles se dan a ese largo adiós. Llevan flores, fotos con epitafios. Niños ondean banderines con la imagen de Juanga impresa y la frase “siempre estarás en mi mente.”

Un día recordarán la efeméride y volará el tiempo, como en La muerte del palomo, la primera de sus casi mil composiciones.

Por allá se oye El Noa-Noa

Y Se me olvidó otra vez.

Es gente en silla de ruedas, con muletas, con bastones, que conforma el ejército dela buena voluntad. Flores con amor para Juan, el cantante del amor eterno. Saben que Juan se ha ido, su ídolo, que como ellos un día, un día no tuvo dinero, ni nada que dar.

Cientos de medios de comunicación nacionales e internacionales se desplegaron en la explanada del máximo recinto cultural del país. Miles de personas mostraban su fascinación al extremo, en carteles con frases de sus canciones, paráfrasis, algunos con faltas de ortografía. No importaba. Juanga se canta, no se estudia ni es tratado de gramática.

La imagen del compositor fallecido hace ocho días se repite en carteles o posters de veinte pesos, en fotos de diez. “Estás siempre en mi mente”, “Adiós, amor”, “Tu amor será eterno”.

En el kiosko de la Alameda, un grupo de caracterizadores de Juan Gabriel cantan rolas que se repiten cada semana en los shows travestis. Visten, gesticulan y cantan como el original. Querida es un himno para la comunidad gay.

“Juan Gabriel mi amor eterno una estrella que por siempre vivirás”, se lee en una cartulina de una señora de apariencia humilde. El pueblo defiende a los suyos, a sus iguales, y olvidará a sus enemigos.

Helicópteros sobrevuelan, el cortejo se acerca.

Los vendedores de capas de hule hacen su agosto, lo mismo que los de paraguas de 50 pesos.

¡Aguas con los carteristas!, advierten algunos a los distraídos. Esas bolitas son para robar. El dos de bastos para el dos de oros.

En las pantallas instaladas en la Alameda se siguen comentarios y las escenas interiores del palacio.

Juanga es una balada eterna repetida en grupos que esperan caminar frente a la urna mortuoria, de quien estar en la oscuridad de su sepulcro.

Juan había dicho que a su muerte no quería circo. Esto es imposible.

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